Qué se espera del preceptor en la escuela post pandemia
Un especialista puso en claro la preponderancia de este actor en las instituciones escolar actuales. No todo es administrativo, es importante también el vínculo con los estudiantes, el diálogo con todos los miembros de la comunidad educativa y la capacidad para resolver conflictos.
Gabriel Brener propuso unir lo diverso para afrontar las diversidades en la escuela actual, en donde el preceptor pase del paradigma del disciplinamiento al acompañamiento de trayectorias de sus estudiantes. Crédito: Archivo / Pablo Aguirre
Su tarea es transversal, relacionada con directivos, docentes, estudiantes y las familias. El rol del preceptor estuvo asociado históricamente con tareas administrativas, como tomar asistencia, registrar notas, ocupar alguna hora libre o "hacer cumplir las reglas", señalando las faltas en las normas de higiene y conducta. Pero en la escuela secundaria actual, su trabajo apunta también al abordaje pedagógico, acompañando a los jóvenes durante su trayectoria escolar, desde primer año hasta el egreso, registrando y conteniendo lo que pasa adentro del aula y fuera de ella.
Bajo este eje, el ministerio de Educación de Santa Fe desarrolla el trayecto formativo "El rol del preceptor y el tutor en la construcción de la convivencia escolar". Bajo el título "Convivencia escolar. Unir lo diverso para confrontar adversidades", se llevó a cabo el primero de cinco conversatorios virtuales. Del encuentro inaugural, que estuvo a cargo de Gabriel Brener, Licenciado en Ciencias de la Educación, participaron más de mil personas.
La subsecretaria de Desarrollo curricular y Formación docente de la cartera educativa provincial, Patricia Petean, abrió el encuentro destacando "esta instancia de reflexión como una mirada renovada de la escuela como un lugar de cuidado" y resaltando "la figura central de los preceptores en el entramado educativo", como "un adulto referente en la interlocución con niños, niñas y adolescentes".
Identidad en conflicto
En su disertación, Brener señaló que las instituciones educativas modernas fueron complejizando su relación con la sociedad: "El disciplinamiento autoritario es parte de la historia de la escuela. Hoy es tiempo de reponer la enseñanza y reconstruir la construcción de ciudadanía, para que los pibes aprendan más y mejor, pero para que además tengan ganas de estar en las aulas".
Explicó que el cambio de paradigma en el rol del preceptor entra en tensión con un proceso de transformación institucional de la escuela secundaria: "La lógica del privilegio es parte fundacional de este nivel. La secundaria actual es totalmente distinta a la que funcionó durante prácticamente todo el siglo XX, basada principalmente en un dispositivo de selectividad, a la que no todos podían acceder. En términos históricos, la concepción de que la secundaria sea un derecho es bastante reciente: desde el 2006, con la sanción de la ley 26.206. Y no hay que perder de vista que los cambios culturales, como lo son en el campo educativo, son más lentos que lo que a veces deseamos o pretendemos".
Ante el diverso entramado social actual, llamó a fortalecer el rol del preceptor, dejando atrás tanto la perspectiva meramente administrativa ("no es un asistente ni un auxiliar") como el deslucido papel autoritario. "El desafío de la escuela hoy es hacer más permeables sus fronteras con el afuera, abriéndole las puertas del aula a las culturas juveniles, tecnológicas, populares. Los nostálgicos del 'todo tiempo pasado fue mejor' reclaman que se restaure la autoridad. Pero creo que, en realidad, no se bancan que ahora en la secundaria suenen nuevas melodías, que haya otras rugosidades sociales. La autoridad es una construcción del día a día. Y la tarea de preceptores y preceptoras es central en la calidad del acompañamiento a los y las estudiantes", sostuvo Brener.
Parar y reflexionar
En su exposición, utilizó fragmentos de películas -del Archivo Fílmico Pedagógico- como disparadores para pensar diversos ejes relacionados a la transformación socioeducativa y a los aportes de la tutoría en la convivencia escolar.
Con "La mirada invisible", película de Diego Lerman (2010), situada en 1982, entre finales de la dictadura y el inicio del conflicto en Malvinas, puso en debate el disciplinamiento escolar, con alumnos formados en hilera a un brazo de distancia y los reclamos por el uniforme: "Hoy son situaciones impensadas, pero son útiles para pensar en el recorrido escolar y analizar cómo estamos formateados con mensajes que a veces son visibles y a veces no. Michel Foucault habla en "Vigilar y Castigar" de conceptos como el Panóptico y los Cuerpos Dóciles. La película nos refiere a esta idea que ha gobernado buena parte de la historia del sistema educativo, especialmente de la secundaria, en donde los preceptores funcionaban con el brazo ejecutor de esa obsesión por el control".
Con "Luna de Avellaneda", de Juan José Campanella (2004), contextualizada en los 90, con el efecto de las políticas liberales sobre las instituciones sociales, repasó una fuerte escena en la que una maestra se enfrenta a la apatía de sus alumnos, que le plantean que sus clases "no sirven para nada", generando un encontronazo entre ambos: "Esta situación crítica, que existe en muchas escuelas, nos lleva a pensar no solo en el sentido de lo que se enseña, sino también en cómo se construye la autoridad del adulto y su asimetría en el vínculo con los alumnos. Nos sirve para pensar en esos pibes como personas con sus propios problemas, más allá de su condición de estudiantes, y en todo caso, en cómo hacemos para que en la escuela tenga no se sientan forasteros, más allá de las leyes que los tienen como protagonistas".
Con "7 cajas", de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori (2013), se puso en escena el maltrato naturalizado entre los propios jóvenes. "Con esta escena lo que busco es que nos demos cuenta que, en esta sociedad atravesada por la vertiginosidad, la escuela puede ser una pausa. En una situación así, donde se da una situación violenta, tenemos la oportunidad de parar la pelota y sentarnos, mirarnos a los ojos y conversar sobre los distintos modos que hay de vincularnos. Una charla organizada por preceptores y profes es una oportunidad de trabajar contenidos de Educación Sexual Integral con los pibes, pero también es un modo de ejercer ciudadanía democrática y construir una sociedad más igualitaria".
Perfil
Gabriel Brener. Crédito: Gentileza.
Gabriel Brener es Licenciado en Ciencias de la Educación por la UBA y Especialista en Gestión y Conducción del Sistema Educativo por la FLACSO. A lo largo de su carrera, Brener se ha desempeñado como docente, directivo y asesor en escuelas primarias y secundarias, así como también en la función de consultor en el ministerio de Educación Nacional, ministerios provinciales de educación y otras asociaciones de la sociedad civil. Se desempeña como profesor de Enseñanza Primaria y docente en la UBA, la UnaHur y el Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González. Además, trabaja en asesoría y formación de docentes y equipos directivos. En su rol de investigador, es director del equipo que indaga sobre "La construcción de la comunidad en la escuela: la judicialización de las relaciones escolares en el nivel secundario".
Adultos disponibles
Un punto central fue la apreciación del preceptor como un generarador de vínculos con los estudiantes para conocer el contexto en que viven ellos y sus familias, sin la mirada juzgadora: "Venimos formateados de una escuela adultocéntrica, donde muchas veces los docentes, preceptores y directivos asume que tiene que suplir lo que le falta a los pibes en sus casas. Después de lo que vivimos en la pandemia, tenemos la oportunidad de pasar de esa forma un poco omnipotente y demagógica a una actitud de disponibilidad, que anteponga la escucha al juicio demoledor, donde la autoridad se forme desde la construcción y no desde la imposición".
Contener lo inesperado
Por otra parte, Brener hizo foco en la capacidad de la escuela para hacer frente a lo imprevisto. En esa línea, ubicó como ejemplo a la pandemia: "Creo que todavía no terminamos de comprender el impacto que tuvo. El retorno a la presencialidad nos pone en un lugar de amortiguación del dolor social. Es preciso que el Estado fortalezca las escuelas, para transformar ese dolor en un abrazo, porque es el lugar predilecto en el que aprendemos a vivir con otros, pero también es la primera institución que recibe los cachetazos de broncas sociales".