Domingo 7.11.2021
/Última actualización 13:56
El Arquitecto Humberto Terrizzano asumió desde muy joven el desafío de guiar a la Universidad Católica de Santa Fe, primero como Profesor Titular de la Facultad de Arquitectura, y luego como Rector. A lo largo de sus años de profesión siempre permaneció activo como colaborador académico y de diferentes maneras continuó acompañando a la Universidad hasta su muerte. Recordarlo institucionalmente “es de estricta justicia y gratitud” señaló el actual rector, Mgter. Lic. Eugenio Martín De Palma, durante la ceremonia de imposición del nombre a la Sala de Rectorado.
Toda la comunidad universitaria reconoce su excelente trayectoria, en la que destaca la creación de la Comisión Honoraria Asesora, que tuvo a su cargo el desafío de lograr una nueva sede para la Universidad, que permitiera concentrar todas las actividades en un mismo edificio. Desde aquel entonces, la UCSF se emplaza en el antiguo Seminario de Santa Fe, situado en la Villa de Guadalupe.
Participaron también del acto el vicerrector Académico, Dr. Guillermo Kerz; el vicerrector de Formación, Pbro, Carlos Scatizza; el ex-rector, Arq. Ricardo Rocchetti; miembros del Directorio, decanos y secretarios de Rectorado, autoridades académicas, personal, docentes, familiares y amigos.
GentilezaEl rector rescató que "el reconocimiento lo hace toda la comunidad universitaria. Que la Sala de Rectorado y del Consejo Superior lleve su nombre es un honor, porque allí se toman las decisiones colegiadas, y alude al lugar que ocupó don Humber en esta comunidad y en esta sede”, expresó De Palma.
De manera especial, los familiares del Arq. Terrizzano se hicieron presentes en este homenaje. Se encontraban su esposa, María Eugenia Busquets; sus hijos Florencia María, Ezequiel Humberto y Julieta María; sus yernos y nuera: Carlos, Pablo y Lorena; y sus nietos: Justo María, Isabela, Carmela, Pablo, Luciana y María del Rosario.
Una personalidad que vale la pena recordar
Refiriéndose al homenajeado, el Dr. Aníbal Fornari, amigo y colega de Terrizzano, expresó que “como universitario, asumió la política en su instancia más esencial, que es el diálogo operativo, el encuentro entre la diversidad de posiciones parciales, en un país envenenado por las partes que quieren ser totales, y que por tanto no tienen nada que aprender de otros”.
Fornari se detuvo en este punto, señalando que la actitud relacional es propia de la política, generar vínculos en la sociedad civil, no contradicción. “Aunque haya oposición, se puede trascender, y el Arq. Terrizzano obraba así, pasando del partidismo, en el que cada parte pretende ser el todo, a un nuevo sentido de la pluralidad, trascendiendo juntos hacia una pluralidad diversa, razonable, dialógica, complementaria, responsable, expresiva de la digna y creativa pluralidad de las personas y comunidades que conforman la nación”.
Descendiendo a rasgos más personales, el Dr. Fornari expresó que “Humberto era un cristiano irradiante a través de su modo de pensar, con una agudeza delicada y hasta tiernamente irónica, con un modo de ser generoso, sencillo y humilde. Un auténtico laico que vivió intensamente la realidad, en su horizonte concreto y total, dando, casi sin querer y con su tono algo bohemio, testimonio de Cristo presente, aquí y ahora”.
Por estos motivos, entre tantos otros, Terrizzano fue “signo de una personalidad que vale la pena recordarla en su contenido”, concluyó.
Humberto Terrizzano fue participe activo de la Mesa del Diálogo Argentino, espacio impulsado por la Iglesia Argentina tras la crisis del año 2001, acompañando a Mons. Jorge Casaretto; iniciativa que luego se replicó en la ciudad de Santa Fe, y de la que también participó junto a Mons. José María Arancedo, Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz. Asimismo, acompañó a su amigo Carlos Vigil en INCUPO, Instituto de la Cultura Popular, promoviendo a los sectores más desposeídos del norte argentino.