La pandemia por Covid-19 puso de relieve las desigualdades ya existentes. Y en el plano de la enseñanza-aprendizaje vinculado con el acceso a la tecnología, éstas quedaron en evidencia: "Si a nivel país y provincia se estima que un 30 % de los hogares no tiene conectividad, en los barrios más humildes esa cifra trepa al 88 %". Así, sin rodeos, lo expone José Luis Ambrosino, titular del Movimiento Los sin Techo. La organización social desarrolló durante tres meses del año pasado una experiencia de acercamiento entre alumnas y alumnos con los conocimientos básicos que se impartieron de manera virtual.
Primero, en los días que siguieron al cierre de las escuelas -luego de declarado el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio- se habilitaron tres aulas con conectividad en barrios Loyola, San Lorenzo y Arenal para que padres y madres puedan bajar e imprimir las tareas. Sin embargo, si bien "la distribución de las cartillas educativas alcanzó un 91 % de las y los niños de los barrios que cursan la etapa escolar", en muchos casos (68 %) se observó que había dificultades para interpretar las consignas.
Se decidió entonces capitalizar la experiencia del Movimiento para "trabajar con 200 alumnos en 12 centros con asistencia en computadora e Internet para que el sistema virtual funcione", consignó el referente del Movimiento que apeló a la figura del tutor comunitario como nexo entre "la conectividad y la crudeza dolorosa de la pobreza".
Los tutores comunitarios son personas del barrio que ayudan a los chicos con la tarea, para explicarlo de una manera simple. Luciano Zocola, a cargo del área de tecnológica y educativa de la organización, señaló que en la práctica "se aprovechó la red inhalámbrica de acceso a Internet que tiene el Movimiento e hicimos coincidir en 3 horas cátedra -tanto de mañana como de tarde- los grupos de 12 barrios; tres días a la semana para 1ª a 4 ª y los otros dos para 5ª y 6ª. Y en forma simultánea, en el aula central que funciona en el canal Si Televisión, había una docente que era tutora de los tutores comunitarios".
A la vez, tanto tutor comunitario como docente se comunicaban con el docente de educación formal que en no pocos casos conocieron así a sus propios alumnos a quienes tuvieron apenas por unos días en las aulas cuando arrancaba marzo de 2020.
Este vínculo -término que al final resultará fundamental- posibilitó resolver otra dificultad: "Sucedió que algunos chicos no podían resolver las consignas de las cartillas porque a pesar del apoyo que recibían no tenían los conocimientos necesarios. Ahí se iniciaba el contacto con el tutor docente que enviaba otra tarea", explica Zocola.
Aún con distanciamiento y protocolos, esta verdadera ingeniería social significó una fuerte presencia: "En muchos casos, las tutoras iban primero a buscar a los chicos a sus casas antes de iniciar la actividad". Esto fue parte de la educación no formal, "que no es informal ni de segunda categoría: es un sistema de educación que contribuye al sistema formal, más todavía en circunstancias especiales aunque el problema del acceso a la educación de los chicos de los barrios es anterior a la pandemia", aclaró Zocola.
La experiencia se financió con aportes del gobierno provincial, a través del área no formal. El desafío ahora es mantener este sistema aún ante el anuncio del reinicio de clases que será "una semana si y una semana no, lo que para nuestros barrios significa una semana si y una semana nada", advirtió Ambrosino a la luz de los datos relevados: "No se trata de ampliar la planta docente sino de facilitar la existencia de este grupo intermedio que hace posible la disminución de la brecha educativa", concluyó Ambrosino.
"Esta situación es un desafío a replantearse toda la educación, con docentes que van a estar la mitad del tiempo frente a los chicos y con lo que significa que luego esos chicos no tengan, cuando ya no están en las aulas, el acompañamiento de las tutorías comunitarias", aportó Zocola.
La experiencia se desarrolló en doce aulas con conectividad que el Movimiento tiene en barrios Las Lomas, Loyola, Coronel Dorrego, Pompeya, Villa Hipódromo, San Pantaleón, Barranquitas, Villa Oculta, San Lorenzo, Arenal, Centenario y Alto Verde.
Durante tres meses y para resolver el problema de la conectividad y del acompañamiento a los y las alumnas, el Movimiento puso en marcha un sistema educativo en 12 aulas con grupos de entre 6 y 12 personas con conexión a Internet y acompañamiento de tutorías. A su vez, la red estuvo conectada a un aula central donde tutores docentes hacían apoyo a tutores comunitarios.
La tarea desarrollada por Los Sin Techo en 12 barrios de la ciudad durante la pandemia puso de relieve lazos entre distintas comunidades. Así lo exponen en el documento que recoge esta experiencia donde queda claro que, a pesar del distanciamiento y los protocolos que impuso la Covid-19, fue posible construir vínculos:
Y así los enumeran: "Vínculos familia y tutoras y tutores comunitarios; entre tutoras y tutores comunitarios con las y los niños; de las y los niños entre ellos; entre tutoras y tutores comunitarios; con docentes del Movimiento; con el área de apoyo tecnológico, y con las escuelas".