Se está investigando sobre el impacto del etiquetado frontal en Latinoamérica, destacando su efectividad para generar conciencia sobre el valor nutricional de los alimentos.
En los últimos años, varios países de Latinoamérica han implementado normativas de etiquetado frontal en los envases de alimentos y bebidas, con el objetivo de combatir el sobrepeso y la obesidad. Este tipo de acciones pretende promover una alimentación más saludable informando a los consumidores sobre el contenido nutricional de los productos.
Hasta la fecha, diez países de la región han promulgado legislaciones de etiquetado frontal: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Uruguay y Venezuela. De estos, seis ya han implementado el etiquetado, mientras que los otros cuatro están en proceso de hacerlo.
Recientemente se publicó una investigación en la que participa la Universidad Católica de Santa Fe representando a la Argentina como la única universidad privada junto a la UBA, y las universidades nacionales de Lanús, Salta, Formosa, Catamarca y San Luis. En el estudio, desarrollado entre Argentina, Colombia, Ecuador, México y Panamá, se encuestó a 8890 consumidores sobre la efectividad de los sistemas de etiquetado frontal de alimentos.
Medir el impacto
La magíster Natalia Romero Mathieu, docente e investigadora de la Universidad Católica de Santa Fe, fue coordinadora regional de la investigación junto a docentes y graduados de la Facultad de Ciencias de la Salud. También participaron estudiantes del último año de Nutrición de manera voluntaria en el trabajo de campo, encuestando a los consumidores durante tres meses.
El artículo "El impacto de los etiquetados frontales en la aceptabilidad y comprensión objetiva: Un experimento aleatorizado en adultos latinoamericanos" recoge los resultados de la encuesta, en la que se compararon las formas de interpretación de los diferentes sistemas de etiquetado.
La encuesta virtual se aplicó a mayores de 18 que no estuvieran vinculados a la industria alimentaria ni de la salud, y que hicieran compras de productos empaquetados al menos dos veces al mes.
"A cada participante le tocaba aleatoriamente responder distintas preguntas sobre los tipos de etiquetados y después se simulaba una compra virtual. Una vez terminado todo esto, se procesaron los datos en México, que son los organizadores de la investigación", explicó Romero Mathieu.
Resultados
El estudio arrojó que en América Latina, en materia de conocimiento, sensibilización y maneras de comprar, cada región presenta comportamientos diversos. Sin embargo, "el consenso en los cinco países es que los octógonos nos ayudan a identificar más fácilmente cuáles son aquellos productos que no son tan saludables y que tienen mayor cantidad de nutrientes críticos, aquellos relacionados con el sobrepeso, la obesidad, la hipertensión", dijo la investigadora.
"Este tipo de etiquetado nos ayuda como una herramienta de salud pública porque vemos ciertos productos que creíamos saludables como el yogur, las barritas de cereal o los quesos untables, que tienen muchos aditivos, conservantes, azúcar, sodio, y no son tan saludables.
Eso nos lleva a ser un poco más conscientes de lo que estamos eligiendo en relación con este tipo de productos que vienen ya empaquetados", afirma.
En línea con estas costumbres, la profesional recomienda que, siempre que podamos, volvamos a los productos caseros, a cocinar para tratar de que no haya tantos paquetes, "pero a veces, obviamente, con el día a día, los paquetes son necesarios", reconoce.
Continuidad y perspectivas
Actualmente en Argentina, a partir de la ley de etiquetado frontal, los consumidores tienen mucha más sensibilidad para poder leer los octógonos. "Lo importante del etiquetado frontal es que está en el frente del paquete y nos permite una lectura rápida para poder elegir de manera más objetiva", explicó Romero Mathieu.
"Todavía no hay investigaciones en nuestro país sobre cambios a partir de la implementación del etiquetado, pero sí en otros países, que muestran mejoras en las elecciones, e incluso mejoras en la industria alimentaria, que ha empezado a cambiar algunos productos", afirma.
Los investigadores son concientes que el etiquetado es una herramienta más, que debe ir acompañado por políticas públicas vinculadas con educación alimentaria y regulaciones en publicidad y marketing, principalmente en los mensajes destinados a la infancia. "No es un tema menor. Es importante que se regule la publicidad de esos productos porque ya no pueden tener un personaje reconocido, un dibujito o entregar regalos", aseguró.
Chile fue el pionero cuando implementó en 2016 un sistema de octágonos negros con la leyenda "alto en" para nutrientes críticos como azúcares, grasas y sodio. Le siguió México, que desde el 2020 utiliza sellos de advertencia similares a los de Chile, prohibiendo además el uso de personajes infantiles en productos con estos sellos.
Nuestro país comenzó a exigir octágonos negros en los productos que exceden los límites de nutrientes críticos en el año 2022. En el mismo año, nuestro vecino Brasil implementó un sistema de rectángulos negros con lupa y el texto "alto en".