Automedicación: riesgos y alertas de una mala práctica que se volvió común
Ningún medicamento es inocuo, aunque sea de venta libre. Consumirlos indiscriminadamente y en cualquier dosis puede tener graves efectos nocivos para la salud.
Es fundamental que los adultos empiecen a tomar conciencia de que no hay que automedicarse, no hay que invitar a las personas a que se automedique ni recomendar medicamentos, porque para eso existen los médicos.
En Argentina, cada vez es más común la automedicación a través del consumo de medicamentos de venta libre. Esta costumbre naturalizada por la población para aliviar dolores o molestias es peligrosa si no cuenta con la prescripción o el control de un profesional médico, y en algunos casos puede, incluso, llevar a la muerte.
Los antiinflamatorios, analgésicos, antiespasmódicos e inhibidores de la bomba de protones, encabezan la lista de los más consumidos por quienes eligen no consultar al profesional médico y farmacéutico. "Que un medicamento sea de venta libre significa que a la dosis a la que fue aprobada la especialidad farmacéutica, tras haber realizado los estudios de eficacia y seguridad, no debería provocar un riesgo para la salud", explica María de los Ángeles Fernández, farmacéutica y directora de la carrera de Farmacia de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de Santa Fe.
"Hay una problemática muy preocupante, ya que ciertos medicamentos se pueden adquirir en quioscos o almacenes, y la falta de control invita a que las personas puedan comprarlos en cualquier momento y en cualquier dosis", agrega la profesional.
María de los Ángeles Fernández, farmacéutica y directora de la carrera de Farmacia de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UCSF.
La realidad es que ningún medicamento es inocuo. Más allá de la condición de venta, provocan un efecto terapéutico, es decir, cualquiera que consumamos va a producir efectos dentro del organismo, desde los beneficios esperados y hasta efectos adversos y tóxicos, más aún si se consume junto a otros medicamentos, alimentos y bebidas.
Educación y asesoramiento
Fernández explica que la automedicación tiene una elevada prevalencia a nivel mundial y sobre todo en los países de bajos recursos. La profesional sostiene que una de las mejores formas de control sería una política de intervención estatal para la educación en el apropiado uso de los medicamentos.
"Pero también es importante que en las farmacias podamos educar sobre el hecho de que venta libre no es sinónimo de inocuidad. El farmacéutico que dispensa un medicamento sin receta tiene la obligación de suministrar toda la información necesaria para contribuir a prevenir daños durante la atención sanitaria", destacó sobre el rol que debe cumplir el profesional.
Tener medicamentos a disposición no habilita su uso irrestricto, es necesario un acompañamiento por parte del médico y del farmacéutico. "En el caso de la venta libre es fundamental la participación del farmacéutico, con la mención de todas las pautas que conlleva el consumo de un medicamento, recordando leer detenidamente del prospecto. Esto es algo muy importante que todos debemos leer porque a veces, padecemos algunas patologías previas y desconocemos que ese medicamento, por más que sea de venta libre, puede provocar un riesgo en la salud".
Un caso muy frecuente es el consumo del paracetamol de un gramo. Si una persona toma más de cuatro gramos por día, dependiendo de su condición, puede manifestar hepatotoxicidad fulminante, es decir, la muerte, por intoxicación por paracetamol. "Tenemos incorporada la cultura de que más es mejor y si tomo más cantidad va a pasar más rápido la dolencia o molestia, y tomamos todo lo que encontramos a mano, incluso lo que nos recomiendan nuestros familiares y/o amigos. Por eso es fundamental la educación, sobre todo desde jardín de infantes, para que los niños empiecen a desnaturalizar este hábito y costumbre arraigados. Ellos son espejos de lo que hacen sus papás y es ahí donde comienza a familiarizarse con los hábitos", afirma.
Por supuesto que, en el camino de la educación, también entran los adultos. "Es fundamental que los adultos empiecen a tomar conciencia de que no hay que automedicarse, no hay que invitar a las personas a que se automedique ni recomendar medicamentos, porque para eso existen los médicos. Siempre hay que concurrir al profesional médico, que es el que va a poder determinar qué es lo que la persona necesita tomar, si es que realmente necesita tomar algún medicamento", concluyó.
Malas prácticas que comienzan en casa
A raíz de charlas y visitas realizadas en escuelas, a través del Programa de Educación escolar sobre el Apropiado Uso del Medicamento, la farmacéutica comparte que siempre sale el tema de la automedicación. "En la población adolescente muchas veces sucede que los chicos les sustraen a sus abuelos los medicamentos que consiguen a través de la obra social, como por ejemplo psicotrópicos, sustancias que son de abuso y adicción, como el clonazepam y los venden en la escuela o en las fiestas electrónicas". Una locura, algo que nos debe poner alerta.
Junto a la importancia fundamental de la educación, la farmacéutica destaca la responsabilidad de adquirir los medicamentos en lugares seguros como la farmacia. Esto tiene que ver con las etapas del manejo del medicamento: cuando sale del laboratorio debe ir a la distribuidora, de allí a la droguería, y luego a la farmacia del barrio o la farmacia de una entidad estatal, para llegar finalmente al paciente.
La realidad indica que los medicamentos se pueden adquirir en almacenes, quioscos y a través de internet. Es necesario para la salud de la población que se realicen los controles correspondientes es todos estos lugares; donde por lo general los medicamentos se encuentran ocultos y se venden a libre demanda. "La farmacia es el lugar seguro para adquirir los medicamentos, no solo porque es obligatoria la habilitación sanitaria, sino porque es una herramienta clave en la prevención y promoción de la salud de las personas", destacó.
Un ejemplo claro y cotidiano es la venta del principio activo "Butilbromuro de Hioscina más Dipirona", un antiespasmódico, que se utiliza para los dolores de panza. En primer lugar, es un medicamento de venta bajo receta pero, además, "es importante conocer acerca de su procedencia, cómo se conservó, a qué temperatura, el lote y la fecha de vencimiento. Generalmente, se venden por unidad y para ello hay que cortar el blíster, situación que aumenta el riesgo de contraer una intoxicación y luego, para poder realizar la anamnesis, no se cuenta con la información", concluye Fernández.
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