Alberto “Nene” Sánchez | asanchez@ellitoral.com
En un mal partido, en el cual no hubo nada importante para destacar desde lo futbolístico, Colón y Unión aburrieron a todos y demostraron que los clásicos no deben perderse.
Alberto “Nene” Sánchez | asanchez@ellitoral.com
Hace varios años que El Litoral, en la previa de los clásicos, realiza producciones especiales, ya sea con ex jugadores como con ex directores técnicos; han pasado por nuestras páginas preparadores físicos, masajistas y hasta utileros de ambos equipos, y el saldo de la mayoría de los testimonios casi siempre es coincidente: “Los clásicos no se pierden”.
Lo que pasa es que nos resistimos (nosotros, los que no hemos sido jugadores “profesionales”, o que tampoco hayamos cumplido cualquiera de las “profesiones” mencionadas) a creer que sea así. De todas maneras, debido a las “presiones” que el fútbol “profesional” hace que sientan los protagonistas, lo que podemos hacer por lo menos es entender la afirmación.
Pero de ninguna manera se justifica que se juegue tan mal como lo hicieron ayer Colón y Unión en el derby número 90 de la historia en el “profesionalismo”. Revisando mis apuntes, sólo contabilizo una jugada a favor del elenco rojiblanco, a los 2 minutos del primer tiempo, cuando un corner de Zabala fue cabeceado por Bottinelli y la pelota salió a un metro del caño derecho de Burián.
Y a los 26 minutos de la segunda etapa, la única favorable para el Sabalero, cuando un centro rasante de Estigarribia desde la izquierda fue conectado por Correa en el punto del penal, pero su remate, muy exigido por un defensor, se fue muy lejos del vertical izquierdo del juvenil Marcos Peano.
Eso y nada más para destacar en cuanto a situaciones creadas frente a los arcos, Pero además, abundaron las equivocaciones individuales en la zona de gestación, aunque en el fútbol moderno, el mediocampo ya casi dejó de cumplir esa función que tanto añoramos.
De todos modos, me resisto a creer que deberé acostumbrarme a ver este tipo de fútbol. Y no tengo dudas que a muchos les pasa lo mismo, es la sensación que me dejaron los comentarios de muchos colegas e hinchas que he cruzado al salir del Brigadier López.
Tanto Eduardo Domínguez como Leonardo Madelón trataron de explicar y justificar lo feo que jugaron sus equipos. Los entiendo, por supuesto, pero permítanme no compartir sus justificaciones. Igualmente no son los únicos responsables (los técnicos, no sólo ellos) de que los partidos salgan tan malos como el de la víspera en el Centenario.
Hay muchos dentro del campo de juego que tienen la misma o más responsabilidad que los entrenadores. Y si bien las tácticas y las presiones influyen en el rendimiento de varios de ellos, ¡qué bueno sería que de vez en cuando notemos alguna rebeldía...!, ¡qué lindo sería que lograran desatarse para salir de ese nudo que los ahoga, que los presiona...!
En el caso de Colón, se sabe lo que pueden dar (y por eso se espera mucho más de ellos) Alan Ruiz, Estigarribia o Heredia por ejemplo. Y por Unión, hemos visto jugar mucho mejor a jugadores como Fragapane, Zabala y Acevedo.
Lo dijo Bottinelli después del clásico: “Nos llega tanta información desde afuera de que a estos partidos no hay que perderlos, que tal vez eso nos lleva a evitar arriesgar”. Seguramente lo ha dicho tratando de justificar a “Leo” Madelón y a sus compañeros, los que se encargan de generar juego pero no lo lograron.
El mismo Domínguez, en un dejo de autocrítica, también opinó al respecto en la conferencia de prensa: “Creo que el gran problema fue en la gestación, no en la finalización”. Es lógico, si no hubo gestación, mucho menos podrá haber finalización. Está claro ¿no?
Una vez más, queda en el aire la sensación de que “los clásicos no deben perderse”. Y por eso no se arriesga nada para tratar de ganarlos.
En el primer tiempo Unión tuvo más la pelota, y sin inquietar a Burián jugó levemente mejor que el local gracias a su acostumbrado orden táctico, el que respeta a rajatabla desde hace mucho tiempo, basándose en el rigor físico y la presión constante.
En el complemento no fue tan así. Y Colón, con otras características, pudo emparejar el trámite, que siguió siendo aburrido por supuesto. Pero las entradas de Chancalay y Bernardi le hicieron bien al equipo, lo “refrescaron” gracias a la rebeldía, sobre todo del Chancalay.
Igualmente no alcanzó, ni por asomo, para cambiar lo mal que se jugó. El resultado no hace más que reflejar justamente eso. Ninguno de los dos mereció convertir un gol porque no hicieron nada para que así ocurra. Si uno de los dos hubiera tenido la suerte de marcar, hubiese sido una enorme injusticia.
Por eso el 0 a 0 fue lo más justo para los dos. Porque futbolísticamente Colón y Unión se copiaron, y es lógico que el cero sea lo que merecieron.