Enrique Cruz (h)
El árbitro del clásico santafesino dirigirá con Maidana y Belatti como líneas y Pitana de cuarto árbitro. “Tener a Néstor de cuarto es como jugar con Messi en el banco”, dijo.
Enrique Cruz (h)
Fernando Rapallini tendrá una compañía de lujo en el clásico del domingo. Ni más ni menos que Maidana y Belatti en las líneas y Pitana de cuarto árbitro. Es decir, la exitosa terna argentina mundialista, que viene de dirigir la final en Rusia de Francia con Croacia, estarán acompañando al hombre que salió sorteado para convertirse en el árbitro número 23 que, en el vasto historial nacido en 1948, tendrá la fortuna de entrar en ese listado de privilegiados que acceden a convertirse en protagonistas del Colón-Unión que tanto apasiona a la ciudad.
—¿Cómo te enteraste, Fernando?
—Me avisó un amigo. Yo estaba trabajando y este amigo me dijo que había sido publicado en el portal de AFA. Sabía que estaba en el emparejamiento con Néstor Pitana, ni más ni menos. Es un partido hermoso y espero disfrutarlo.
Fernando Rapallini llegará este sábado a Santa Fe “para estar con tiempo, descansar bien y concentrarme a pleno para el partido”, señaló en las declaraciones que hizo en “La Primera” de Radio Sol.
—¿Qué supone tenerlo a Pitana de cuarto árbitro?
—¿Algo dirigió, no?... Es como tener a Messi en el banco... Es un orgullo muy grande estar en un sorteo con Néstor, que viene de hacer una tremenda copa del mundo. Y el otro orgullo es que Belatti y Maidana, sus compañeros mundialistas, me secunden. Voy a tener las espaldas bien cubiertas.
—Vos sabés que en el ‘98 le pregunté a Elizondo quién podía complicarlo más y me dijo: “Darío Cabrol”. Sorprendió porque en un equipo estaban Trotta, Moner y en el otro Morant, Rodríguez Peña. O sea, jugadores de temperamento. ¿Y ahora?
—Por supuesto que cuando hacemos la planificación del partido, sabemos quién protesta más y quién menos, quién tiene sensibilidad para caerse adentro del área, cuáles son las parejas de conflicto. Lo que no quiero es decirlo, porque pareciera que nuestro preconcepto se convierte en perjuicio. Y si lo digo, cuando caiga en el área y no le cobre penal porque estoy convencido de que se tiró, van a tomar esta nota y van a decir: “¿vieron?, lo tenía visto”.
—Está bien que no lo digas, pero sabés interiormente quién te puede complicar el partido...
—No caí de un árbol como un kinoto. Dirigí varias veces a Unión y a Colón y voy con una serie de preconceptos, pero me lo guardo para adentro. Es como el técnico que guarda el equipo para que el rival no se entere.
—¿Cuál es más complicado: el que se tira simulando o el que protesta?
—Ahí me encanta... En el fútbol argentino es más complicado el que simula y lo hace muy bien. Algunos son “burros” y quedan expuestos... Los jugadores practican eso de caer arriba del arquero, simulando una infracción. El que protesta queda expuesto y puede darse cuenta el hincha y el periodista de lo que está pasando. En la otra jugada, la de la simulación, nosotros tenemos décimas de segundos para decidir... ¡Sabés la cantidad de jugadores que me blanquean que entrenan la manera de tirarse...!
—¿Hiciste alguno de los cursos que hubo por la utilización del VAR?
—La semana que viene viajo por primera vez a Asunción. El tema del VAR es el siguiente: mínima interferencia, máximo beneficio. O sea, el árbitro tiene que dirigir como si la tecnología no existiese. Hay que entrar a la cancha con la libertad absoluta de cobrar lo que se ve; y si hay un error flagrante, el VAR me va a llamar y me va a decir que cobré un penal un metro afuera, por ejemplo, o que hubo una mano que no vi, como le pasó a Néstor. Lo que se dice es: vení que te vas a dar cuenta solito cuando lo veas. El VAR llama para jugadas claras y objetivas, para salvar una situación, no para cuestiones interpretativas.
—Hay un tema en el que no hay algo explícito y definitivo, como es el de las manos adentro del área. ¿Coincidís?
—Por supuesto. Es un gris... Mirá, cuando un jugador va al piso, lo primero que tengo que evaluar es la intención. Si no hay intención, tengo que seguir evaluando otras situaciones y empezar a ver si la posición es natural o antinatural. Por ejemplo, si el jugador se tapa la cara adentro del área, no es penal. En cambio, si se tiró al piso y apoyó la mano al costado del cuerpo para no romperse la cadera, tengo que evaluar que él está asumiendo el riesgo de tirarse al piso y sabe que apoya la mano. Y entonces es penal... El error del árbitro forma parte del juego, métanse eso en la cabeza. Hay muchos grises en el fútbol. No tenemos la tecnología ni las 14 cámaras y por ende debemos cobrar lo que vemos y en fracción de segundos.
—¿Ves algún punto de conflicto en los dos entrenadores?
—Son súper correctos los dos... Pasa que hay algunos que son más protestones que otros. En el caso de Leo y Edu (por Madelón y Domínguez) son dos tipos de bien, tienen un recorrido importante y quieren lo mejor para sus equipos. No van a estar preocupados si dirijo bien o mal. Que un técnico no comparta algún fallo del árbitro es algo natural, pero resulta que nosotros no podemos criticarlo si hace bien o mal un cambio. Estas son las cosas que tiene el fútbol... Pero ya arreglamos con Néstor que él se va a ocupar, como cuarto árbitro, de lo que pasa afuera.
—¿Cómo te definís?
—Soy un árbitro de dejar jugar si los jugadores proponen eso. Soy de La Plata, el clásico Gimnasia-Estudiantes se vive igual, me tocó dirigir el de Rosario, son experiencias hermosas. Son ciudades futboleras, se viven muy apasionadamente, se respira en cada esquina, en cada café y Dios quiera que salga todo bien.
Aquel entredicho con el “Flaco” Conti
Muchos recordarán, pues no pasó mucho tiempo, aquel partido de Colón en Mendoza ante Godoy Cruz con Fernando Rapallini como juez. Los jugadores acusaron “maltrato” en sus declaraciones post partido y hubo una jugada en la que se pidió foul a Vera, que terminó en gol de Godoy Cruz.
“Rapallini nos hablaba a nosotros de manera diferente a la manera en que lo hacía con ellos. Se lo hicimos saber, después pidió disculpas, pero fue así casi todo el partido”, dijo Conti en aquel momento, luego de la derrota.
—¿Qué pasó, Fernando?
—Lo hablé con Conti cuando lo volví a dirigir en cancha de Colón, contra River. Le pregunté por qué y me dijo que se equivocó. En ese partido, hubo un compañero que me “carajeó” y yo le contesté de la misma manera. Entonces Germán, como capitán, me vino a decir por qué lo traté así y le contesté: “Si él me carajea, yo lo carajeo”. Después me pidieron un foul en perjuicio de Vera que no fue. Se lo expliqué a Edu Domínguez, y luego a Germán (por Conti) le dije que tuve un ida y vuelta, pero no al nivel del maltrato.
—¿Cómo te llevás con los jugadores?
—Bien... Con la inmensa mayoría me llevo bien... El jugador quiere que vos le expliqués por qué cobrás lo que cobrás. Tengo buena onda con los jugadores, les permito que me hablen, pero que sea bien.
“Con Gustavo Rossi, que es un amigo y jugamos juntos muchos partidos, tengo una relación excelente. Con Manuel Sánchez también. El ‘Flaco’ es de primera, compartimos habitación en una pretemporada y también varios partidos. Menos que con Gustavo, pero con ambos me llevo muy bien”. Fernando Rapallini. Árbitro del clásico santafesino