Jueves 22.8.2024
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Durante la Convención Constituyente celebrada en Santa Fe en 1994, un equipo del Taller de Cine de la UNL realizó una película sobre dicho acontecimiento. Entre mayo y agosto de ese año, se filmó en material cinematográfico de 16 mm un registro único de los hechos que acompañaron la Reforma y el rol descollante de Raúl Alfonsín. El equipo de filmación estuvo integrado por Raúl Beceyro, Marilyn Contardi, Pedro Deré y Guillermo Mondéjar en la dirección; Oscar Meyer, Sergio Delgado y Beatriz Sarlo en la asistencia de guión; Carlos Essmann en la fotografía y cámara; y Cecilia Beceyro en el sonido.
“Cuando nos dimos cuenta de que en Santa Fe se iban a reunir los políticos argentinos más importantes, en una ocasión única, se nos ocurrió la idea de hacer un film (se le ocurrió a Oscar Meyer, en realidad). No sabíamos muy bien cómo podría ser el film y nos pusimos a trabajar, la docena de personas que concurrían asiduamente al Taller, funcionando como una especie de equipo de guionistas. Se sobreentendía que el ‘guionista’ de cada una de las partes que tendría el film dirigiría el fragmento, así que desde el comienzo se pensó que el film iba a tener varios directores y sería, de esta manera, ‘un film colectivo’”, escribió Beceyro en el libro “Cine y región” al evocar las condiciones de producción de “La convención”.
El rodaje del documental en el interior de la UNL.Parte de esa decisión estuvo guiada, según reveló Beceyro en una entrevista concedida a El Litoral 30 años después, por la convicción respecto de la necesidad de documentar aquellos hechos. Querían evitar lo ocurrido con otros momentos históricos recientes en Argentina, como la vuelta a la democracia en 1983, de la cual existen varios registros de los medios de comunicación, pero no un documental competente que muestre el “detrás de escena” de aquel momento crucial para el país.
Las figuras políticas fundamentales de aquellos años eran Carlos “Chacho” Álvarez, que más adelante sería vicepresidente de la Nación; Eduardo Menem, hermano del entonces presidente Carlos Menem; y Raúl Alfonsín, que había gobernado el país durante la década anterior y ahora le tocaba ocupar el rol de convencional constituyente. El desafío de los cineastas fue mostrar a estos actores, que están representados en el film de maneras muy diferentes. Mientras Alfonsín y Chacho se prestaron para participar en algunas escenas de mayor intimidad, Menem solo pudo ser registrado detrás del intenso cerco de seguridad que lo rodeaba, dado su rol de poderoso de turno.
El ex presidente Alfonsín en el despacho de la UNL.Beceyro recordó que “Chacho” era la “estrella” política del momento, al punto que iba caminando por la calle y la gente le gritaba “Chacho viejo, nomás”. Mientras que el caso de Alfonsín era curioso: fuera de Santa Fe, era una especie de paria político como resultado del todavía reciente Pacto de Olivos, pero al mismo tiempo era muy escuchado dentro de la Convención. En ese sentido, adquieren un valor especial las secuencias de “La convención” que muestran momentos en soledad de Alfonsín, logrados gracias a la mediación de Luis Alberto “Changui” Cáceres, muy cercano al ex presidente radical durante su estancia en Santa Fe.
El equipo con Fernández Meijide.Filmar un acontecimiento en desarrollo
Las dificultades de registrar hechos que escapan al control de quienes filman y captar “la puesta en escena” que supone una asamblea como la que se reunió en Santa Fe resultaron desafiantes. Esto implicó una férrea organización para poder estar presentes día por día en el Paraninfo de la UNL, que había sido modificado para adaptar su capacidad al trabajo de los convencionales. A tal punto llegó el grado de compromiso de los integrantes del Taller de Cine, que Beceyro trató de llevar puesta siempre la misma campera, de modo que los encargados de la seguridad lo pudieran identificar con rapidez durante los momentos en que comenzaban a filmar.
Alfonsín, en los pasillos de la UNL.Hubo otros contratiempos, desde conseguir las cámaras para filmar en 16 mm, lograr un sonido de calidad y poder estar presentes durante los tres meses que se extendió la convención. Esto implicó una división de tareas bien detallada y una confianza en el grupo. “Yo hice una parte un poco mayor porque algunas de mis ideas habían sido aceptadas. Pero Marilyn Contardi tuvo la idea de mostrar lo que pasaba después de las sesiones, cuando se iban los convencionales. Y Guillermo Mondéjar propuso registrar el trabajo de la prensa. De hecho, hay muchos políticos que filmamos cuando le estaban hablando a los medios de comunicación”, expresó Beceyro.
El gran logro del film es que logra plasmar la “política”. Lo cual, según formuló Beceyro en varios de sus textos, no pasa por una elección temática, sino por disponer y seleccionar los materiales para “hacer entrar en la escena cinematográfica la propia escena de la política”. Pero también permite ver en acción a los hombres y mujeres que pusieron en marcha los engranajes para actualizar la Carta Magna de acuerdo a las necesidades de los nuevos tiempos.
Los equipos utilizados para lograr el documental.Como cierre, cabe recordar una anécdota narrada por Beceyro. “Hace poco tiempo se puso en contacto con nosotros María Álvarez, la hija de Chacho Álvarez, que es cineasta y está preparando una película sobre su padre. Y nos preguntó cómo consiguieron filmar así a Chacho, en su cuarto, mientras se prepara, apaga la luz y se va a la convención. Nos lo dijo como si ella tuviese problemas para filmar a su propio padre en circunstancias similares”. Esto da cuenta del monumental trabajo concretado por los integrantes del Taller.