Nació hace 24 años en la capital de Santa Fe como María Eugenia Benavídez, pero probablemente si la llaman por la calle con ese nombre no se dé vuelta: hace tiempo que responde al nombre de Amandicia, el que ella eligió para enfrentar al mundo.
La cantante nacida en Santa Fe capital sorprendió con su voz y su personalidad el concurso musical de Telefe, logrando que el jurado pugne por tenerla en su equipo. El Litoral aprovechó para contactarse con la artista, que ya cuenta con un kilometraje como profesional pero al mismo tiempo tiene mucho para desarrollar hacia adelante.
Nació hace 24 años en la capital de Santa Fe como María Eugenia Benavídez, pero probablemente si la llaman por la calle con ese nombre no se dé vuelta: hace tiempo que responde al nombre de Amandicia, el que ella eligió para enfrentar al mundo.
Radicada en Buenos Aires para formarse como artista y entertainer de a bordo en cruceros, nunca perdió contacto con su ciudad de origen. Siempre volvió para presentarse con diversas formaciones como Amandicia & La Brillante, en dúo con el guitarrista Oscar Castellano y como invitada constante del trío electrónico Cinturón de Bonadeo: con ellos grabó una versión de “Some Velvet Morning” (la canción que Primal Scream grabó junto a la modelo Kate Moss en 2003).
El pasado miércoles causó sensación en La Voz Argentina con su versión de “Stayin’ Alive” de los Bee Gees, logrando que el jurado se pelee por ella; incluso se elevaron las apuestas cuando su comprovinciana, la Sole Pastorutti, bloqueó la opción de Lali Espósito para sumarla a su equipo (intuyendo, con la sapiencia del “Tifón de Arequito”, que Amandicia elegiría el Team Lali). Finalmente, la santafesina recaló en el equipo supervisado por Mau y Ricky Montaner.
El Litoral contactó a esta joven figura plena de un potencial que conquistó al jurado, tanto a ciegas por su voz como de frente por su personalidad.
-¿Cómo tomaste la decisión de participar en las audiciones de La Voz Argentina?
-En realidad no sé, fue medio intuitivo: desembarqué del barco en el que estaba trabajando una semana antes de que sean las audiciones, y una amiga me dice: “Presentate, andá”. Le digo: “Pero no sé ni cuándo es, no sé ni cómo ni qué hacer, ni qué cantar”. En líneas generales siempre tanto cosas más del “lado B”: más del soul, del jazz, del R&B, del funk; y por lo que general no son canciones muy reconocidas. Entonces una tiene un público que es cada vez más acotado. Pero dije: “Bueno, está bien, voy a ir. Llegué a Buenos Aires, las audiciones son de acá a una semana, tengo cuatro días. Voy, ya fue”. Así tomé la decisión, no fue algo planeado en absoluto.
-¿Cuál fue tu formación como cantante y música?
-A los 17 años terminé la secundaria y dije: “Quiero hacer algo que tenga que ver con la expresión artística”, y le dije a mi mamá: “Me quiero ir a Buenos Aires”; me contestó: “No, no vas a poder, cómo, a ver”. Bueno, tomé un año de trabajo para ahorrar plata y cuando cumplí 18 me vine a vivir a Buenos Aires sin becas de estudios, sin nada, casi sin plata (porque aparte imaginate, una piba 17 años todo lo que puede llegar a ahorrar; igual no fue lo suficiente como para venirme a Buenos Aires).
Vivía en hostels y empecé a buscar para tomar audiciones: en el primer lugar donde estudié fue en el estudio de Ricky Pashkus, teatro musical. Después en la Fundación Julio Bocca me gané la beca y empecé a trabajar, me quedé a vivir en Buenos Aires. Después me gané otra beca, la Beca PI en la fundación Julio Bocca, y a partir de ahí empecé a tomar clases particulares con diferentes personas, con las que yo pensaba que podía ir afilando mi instrumento, que es la voz.
-En Santa Fe grabaste y compartiste escenario con Cinturón de Bonadeo y cantaste con formaciones como Amandicia & La Brillante. ¿Qué búsquedas artísticas te fueron movilizando a lo largo del tiempo?
-En el momento de Amandicia & La Brillante lo que me movilizó fue trabajar: fue una formación que hicimos pospandemia; éramos un grupo de músiques que necesitábamos laburar. Dijimos: “Bueno, hacemos este team para salir a buscar trabajo, mover fechas y generar contenido”, y así fue: fue hermoso. Después en otros momentos es simplemente hambre de saber otras cosas, de ahondar en otros géneros, con otra gente. Siempre fui una persona muy curiosa, entonces como que me invitan a una nueva aventura y voy siempre.
-Viajaste como cantante de a bordo en cruceros, una experiencia enriquecedora pero también compleja por lejanías y aislamientos. ¿Qué aprendizajes te dejó esa faceta de tu trabajo?
-Además de cantante en realidad fui animadora a bordo, lo que implica un par de otras actividades, no solamente cantar. Tiene que ver mucho con el contacto con el público, tiene que ver con desenvolverse, hablar en público, hostear eventos, hablar en diferentes idiomas (hablo cinco idiomas: inglés, francés, italiano, portugués y español) y me sirvió mucho para agilizarme en el sentido social. Yo antes era una chica bastante más bien tímida, y esto me hizo me hizo como sacarle un poco de capas a mi cebolla (risas).
Además de que me curtí viajando y conociendo gente, teniendo situaciones que eran distintas a la que acostumbraba; conocer otras culturas, conviviendo con personas con las que vos estás “trabajando para” y “trabajando con”. Entonces lo que más me curtió fue la empatía humana, en algún sentido, y también en cómo me desenvuelvo socialmente creo que eso es lo máximo.
También me encontré en muchos momentos en los que estaba yo sola: porque claro, una tiene un montón de amigues tiene familia; pero en ese momento estás ahí con un montón de gente que está en la misma situación que vos, pero vos estás sola. Que a la vez no estás sola, porque como tenés tanta gente que está en la misma situación se hacen relaciones muy fuertes de amistades: tengo amigas que ahora no me separé nunca más, porque te conocés hasta el fondo.
-¿Cómo atravesaste los aislamientos pandémicos, y cómo te afectó en términos artísticos?
-Tuve varios aislamientos en diferentes lugares: en Argentina fue el primero, que lo hice mitad en Buenos Aire y mitad en Santa Fe. Después tuve otra aislamiento que fue a bordo, que fue bastante más duro porque estás sola en una cabina: estuve 27 días sin salir de un cuadradito, en dónde realmente la música en general, también el cine, me gusta mucho leer, eso fue lo que me salvó; fue como mi cable a tierra durante el aislamiento en el barco.
Y durante el aislamiento en Argentina me sirvió mucho para estudiar, estudié mucho. Soy una persona que está todo el tiempo en vorágine, todo el tiempo haciendo cosas, “yendo, yendo”. En ese momento cuando me tocó parar estuvo bueno, porque me dio lugar a conocerme como persona, y eso me hizo crecer mucho más como artista. Entonces fueron dos stops que son medio bisagra en mi personalidad y en mi forma de expresarme artísticamente.
-Decís que Amandicia no es un nombre artístico sino una identidad construida. ¿Cómo fue el devenir de María Eugenia Benavídez a la Amandicia de hoy?
-Fue un trabajo duro, “de conmigo” y “para mí”. “De conmigo” digo porque trabajé mucho conmigo misma y en escucharme genuinamente qué era lo que yo quería; porque muchas veces pasaba (y me pasa) que estamos construides por y hacia una cosa; y cuando realmente empezás a entender que no es lo que vos realmente querés hacer, y te sacás la mochilita del mandato, ocurren cosas maravillosas. A mí me pasó esto con mi identidad: para mí que me digan Amandicia y no me llamen María Eugenia es un cariño pero es algo que planteo, que manifiesto y que pido que lo hagan. Me siento respetada cuando me dicen Amandicia, y eso me gusta mucho. Siento que ese fue el devenir: fue quererme y escucharme, y trabajar en ello.
-Como dijo Montaner, cuando estás adentro querés llegar al final y en lo posible ganar. ¿Qué objetivos te movilizan para el día después de La Voz?
-Me moviliza mucho trabajar de lo que me gusta hacer, porque eso me hace feliz. Entonces no quiero estar todo el tiempo pendiente de la plata, de las cosas, del sistema en general. Tengo muchas ganas de trabajar, tengo muchas ganas de hacer lo que me gusta con mucho amor; y siento que es cuando más fructífero se vuelve. Ya vengo dedicándome a esto, entonces lo que pienso para el día después de La Voz es seguir trabajando duro: en qué es lo que quiero comunicar, en qué es lo que quiero seguir haciendo. Me di cuenta de que hay un abanico de posibilidades muy grandes (risas), porque me di cuenta de que no hay un límite: el día que pasé el límite que yo tenía me di cuenta que no tenía límite. Entonces nada: a la orden de lo que venga para mí.