El humor argentino no volverá a ser el mismo desde hoy. Es que Marcos Mundstock, figura clave del grupo humorístico y musical Les Luthiers, murió a la edad los 77 años, luego de una larga enfermedad.
El artista, considerado como una de las mentes creativas del conjunto humorístico, falleció luego de atravesar una larga enfermedad. Así lo informaron sus compañeros a través de un comunicado. “De ahora en más, cada uno de nosotros deberá empezar a transitar el doloroso camino de aprender a convivir con su ausencia”, dijeron.
El humor argentino no volverá a ser el mismo desde hoy. Es que Marcos Mundstock, figura clave del grupo humorístico y musical Les Luthiers, murió a la edad los 77 años, luego de una larga enfermedad.
Así lo informó el grupo a través de un comunicado. “Después de más de un año de lidiar con un problema de salud que se tornó irreversible, Marcos, nuestro compañero y amigo, finalmente partió. De ahora en más, cada uno de nosotros deberá empezar a transitar el doloroso camino de aprender a convivir con su ausencia”, dice el texto entregado a la prensa.
"Nos quedará el recuerdo de su voz, única e inconfundible. Y de su presencia sobre el escenario, con su carpeta roja y frente al micrófono, que cautivaba al público antes de decir una sola palabra. Nos quedará su profesionalismo. Su autoexigencia, su ética de trabajo y su respeto extremo por el público, valores que todos compartimos y que él defendió desde el momento de la creación misma de Les Luthiers", continúa.
Y concluye: "Nos quedarán tantas cosas de Marcos, que aun en medio de la tristeza y el dolor que estamos viviendo, no podemos dejar de agradecer a la vida, y de sentirnos privilegiados de haber recorrido con él todo este tramo del camino".
El arte del buen humor
Mundstock estuvo con el grupo desde los comienzos. Junto con el fundador del conjunto, Gerardo Masana, creó el personaje del ficticio compositor Johann Sebastian Mastropiero, en cuya supuesta vida y obra se basan muchas de las piezas musicales que interpretan. Reconocido por su voz de bajo, se destacó por relatar los textos introductorios de la mayoría de las obras de cada espectáculo.
Un bello homenaje le ofreció a Mundstock el diario El País que aseguró en su portada: “Marcos Mundstock es probablemente el ser humano que más ha visto reír a otros. Les Luthiers han ofrecido más de 7.600 presentaciones durante sus más de 50 años de trayectoria. Las risas promedio en cada uno de esos espectáculos rondan las 444 por función. Y a ellas han asistido unos 10 millones de espectadores”. Hoy, su nombre es tendencia en Twitter donde todos los usuarios se lo despiden y otros prefieren quedarse con las sonrisas que provocó con sus ocurrencias.
En los últimos años unió a su labor en el grupo algunas apariciones en televisión y la interpretación de papeles en películas argentinas para cine, como “No sos vos, soy yo”, “Roma”, “Mi primera boda”, “Metegol” y “El cuento de las comadrejas”, una remake de “Los muchachos de antes no usaban arsénico” dirigida por Juan José Campanella. Hace poco había anunciado abril había anunciado su retirada temporal de los escenarios por indicación médica debido a un problema de salud que venía padeciendo desde 2019.
Humor santafesino
Marcos Mundstock nació en una fecha patria (nada menos, el 25 de mayo) en 1942, en Santa Fe. Y alguna vez contó: “Mis padres eran judíos polacos, de la Galizia, una zona que ahora está en Ucrania. Se vinieron antes del nazismo y se salvaron, pero toda la familia paterna murió en los campos de concentración. Mis padres llegaron a la Argentina a principios de los 30, mi papá era relojero, había aprendido su oficio en Lviv. ¡Y claro que me influyó la cultura que traían! En mi casa se escuchaba música clásica, también yidish e italiana. De esa mezcla me viene el gusto por tantas cosas. Además, a mi papá le encantaba contar chistes, en casa se cultivaba el humor judío, la autoironía”.
Su debut en el humor fue en la Asociación Cultural Israelita I. L. Peretz: “A mis ocho años hubo una función donde el personaje central era el maestro, que entraba y nos sorprendía durmiendo junto a otro pibe. Yo le tenía que decir en idish: ‘Jaime, ¿estás durmiendo?’. Y cuando lo dije, hubo una carcajada en la sala. ¿Qué pasó acá? Descubrí un cierto poder que tenía que ver con las forma, la manera, de decir la frase. Años después empezaría a reivindicar mis comienzos como actor infantil en el colegio idish. Es curioso cómo habiendo luchado durante años por tener carreras más sólidas, muchos años después y ya siendo un humorista y actor de cierto prestigio, empecé a darme cuenta de que en realidad lo que me salió fácil de entrada a los ocho años era esa capacidad de actuar. Después de unos años dije: 'Mirá vos, si me salía más o menos fácil, ¿para qué di tantas vueltas en la vida?’”.