Miércoles 8.1.2025
/Última actualización 13:36
“Sinopsis de ‘Tarico on the Rotemberg: Sean de termos y mabeles’: 40 años de Democracia ininterrumpida en Argentina merecen ser celebrados. Por eso, tras el éxito de ‘Vote 2023’, Ariel Tarico y David Rotemberg vuelven a unirse en el escenario del Politeama para una nueva catarsis sanadora. Dos humoristas presentan sus mejores personajes, imitaciones, canciones y monólogos de la radio y la tv en un espectáculo imperdible, en el cual repasan lo vivido -y sobrevivido- por los Argentinos, desde Alfonsín hasta hoy”.
Eso dice el diario La Nación. Es poco. No está mal.
No le hemos prestado la atención suficiente a un personaje activo de la vida sociopolítica de Argentina: Campanella. Una obra como aquella película (“El secreto...”) sirvió para mostrar cómo iban las cosas con su arte y algo mas: hizo su pequeño milagrito como director de actores. Un bufón reducido actoralmente como un personaje misógino, homófóbico, cuasi abusador de menores, estereotipado en el habitante de Buenos Aires mentiroso y corrupto se convirtió en actor, desaparecieron tics gestuales y de lenguaje diario. Francella con Campanella fue un actor. Allí se pudo ver su mano. Sin Campanella, Francella es solamente Francella, esto es obvio. Aclaremos: le alcanza para vivir, que lo aplaudan y su modo- ser feliz.
“Parque Lezama” lo mostró como el director adaptador de una fenomenal obra de teatro y acaso -dejemos una puerta abierta a la memoria- el responsable de un memorable trabajo de Brandoni, también de Blanco.
Es este Campanella el que invita a Tarico y su partner, el otro Rottemberg, a realizar un trabajo teatral con imitaciones, monólogos e imitaciones, situaciones teatrales e imitaciones. Campanella ve algo allí que lo entusiasma y presta su firma. El Director pone su rúbrica, eso es visible, en algunos cierres y en momentos de las pantallas auxiliares. La escena de Gasalla “maestra” si no es suya fue con su sonrisa. Define qué se quería con ciertos retoques... veraniegos.
Ariel Tarico, en lo personal, me obligaba a mirar la cadena privada TN en el horario de sus imitaciones. Puesto en horario central era el único soplo de ventana abierta y pensamiento popular sin cortapisas. Feroz analista. Admirable.
Tal vez ayude, si claro que ayuda, su aire angelical, casi inocente, casi... pero es debido a Tarico que en Argentina, desde un escenario, alguien dice las cosas en serio.
No es un cómico que necesita dos nalgas y un escote cerca para imitar a Alfonsín o Milei, eso ya pasó, es una torpe antigüedad, pero el tema general es ese: qué hicieron, qué hicimos porque, damas caballeros y niños, algo está claro: desde el 1983 a la fecha es el voto popular el que pone las cosas en determinado lugar. Sin cuerpos casi desnudos y sonrientes cerca suyo Tarico dice qué paso, qué nos pasó, qué le pasó y asume la culpa, la denuncia y el perdón, pero básicamente la denuncia: esto de lo cual nos reímos es lo que nos pasa, che, parece joda pero... hablemos en serio. Eso dice. Eso hace.
Escribía sobre el antiguo método de “capocómico”, monólogo y primera vedette moviendo la cola y sonreía: David Rottemberg, su acompañante (¿le diremos “partner”?) hace el reverso de Tarico, no es lampiño, no es angelical, es endiablado y obliga a otro tipo de escucha. En la platea hay un filtro diferente para uno y otro. Funciona.
En el escenario del teatro Neptuno, cuando se presentan a telón abierto parecería demasiado grande esa boca y uno desea un escenario mas directo, con la posible mirada a los ojos que aquí no sucede. Es una rémora, un reflejo condicionado del café concert y esa virósica argentina: el stand up que nos dejaron, al instalarse ambas como salida inevitable, distraídos del teatro del humor, del humor absurdo y la denuncia que trae. Tarico-Rottemberg. Sala grande. Sala llena. Después aplausos. “Listoooo”.
El mejor analista político y su compañero (de análisis) está en un teatro en Mar del Plata, con un trabajo mejorado y ampliado que supera al realizado, con escenografía prestada en Politeama (entiendo era la de Plaza Lezama).
Apenas lo vea dos veces Campanella meterá un par de tijeretazos. Con eso alcanzaría para que se conviertan en uno de los mas importantes soplos de vida silvestre en mitad de una temporada con tanta escenografía vetusta y sin día por día en sus textos, en las noches junto al mar.
Con Tarico no hay fantasía, hay guiños. Todos entendemos. Nadie sale herido y se dicen cosas verdaderamente fuertes. Iría de nuevo. Tal vez lo haga.