Martes 12.3.2024
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A los que fueron niños antes de que un tal Harry Potter y sus mágicas andanzas por un colegio llamado Hogwarts se quede con toda la atención, seguramente le suenan nombres como “Capitán Nemo”, “Nautilus”, “Philas Fogg”, “Impey Barbicane” y “Capitán Grant”. O tiene algún recuerdo de un viaje apasionante por las profundidades submarinas en el interior de un monstruo similar a una Moby Dick de metal, del intento de un inglés excéntrico por recorrer el mundo en 80 días o de la alocada gesta de un grupo de científicos que se van a la Luna en el interior de una bala de cañón gigante para enfrentar a los selenitas y regresar a la Tierra como héroes.
Lo descrito en el párrafo previo, es producto de la imaginación de un solo hombre, un francés llamado Julio Verne, que atravesó todo el siglo XIX, se empapó de su espíritu positivista, confió plenamente en la ciencia y creó algunas de las novelas de aventuras más famosas de la historia. Y que vuelve a ser noticia en estos días porque forma parte del plantel de personajes del último libro del escritor argentino Sergio Olguín.
ArchivoNacido en Francia en 1828, Julio Verne fue un escritor prolífico y conocido en su época. Su obra alcanzó un prestigio enorme no tanto por sus atributos literarios, sino por sus exactas predicciones y descripciones de los avances de la técnica y las posibilidades derivadas de la ciencia. Esta particularidad se puede observar en varias de sus obras. Por señalar tan sólo dos ejemplos, en su novela “Veinte mil leguas de viaje submarino”, detalla una viaje bajo el mar a bordo de un submarino, mientras que en “De la Tierra a la Luna”, da cuenta de la llegada del hombre al satélite de la Tierra, un siglo antes del periplo del Apollo XI.
De hecho, esa novela de Verne fue “la primera anticipación del viaje espacial que no era pura fantasía, en el sentido de que logró que un viaje a la Luna pareciera un proyecto factible. Calculó en forma correcta la velocidad necesaria para salir de la tierra, e incluso indicó que los cohetes funcionarían en el vacío del espacio. El libro de Verne fue una inspiración fundamental para los grandes pioneros de la astronáutica” opinó Arthur C. Clarke, el escritor de ciencia ficción famoso por “2001, Odisea del Espacio”.
Archivo¿Profecías autocumplidas?
Julio Verne tenía un pronunciado interés por las innovaciones de la tecnología de su época, y esto se refleja en sus obras. En sus trabajos no solo deseaba entretener, sino difundir aspectos vinculados con la ciencia. De hecho, muchos de los inventos y descubrimientos que imaginó en sus historias se hicieron realidad. ¿Profecía autocumplida, sabiduría del autor, triunfo de la técnica? Lo concreto es que Verne imaginó cohetes y vehículos espaciales, describió la tecnología de submarinos, de trenes, barcos y globos aerostáticos.
Incluso, en varias de sus novelas, Verne hace referencia a la electricidad y a la energía como elementos clave de la trama. En “La isla misteriosa”, los personajes utilizan la electricidad para alimentar sus herramientas y maquinaria. En algunas de sus obras, Verne incluye referencias a la medicina y la biología. En "Un capitán de quince años", el protagonista, sabe mucho de medicina y anatomía, temas que Verne desarrolla con detalles que son avanzados para su tiempo.
Cuidado con caer en lugares comunes como “la ciencia es aburrida o tediosa”. El cúmulo de detalles técnicos desarrollado por Verne se introduce en tramas repletas de imaginación y aventura. En una época en la que el mundo estaba lleno todavía de lugares inexplorados, o de los cuales no se sabía tanto como ahora, los personajes de Verne viajan por el mundo y se dedican a explorar lugares exóticos, que incluyen el interior mismo del planeta Tierra.
Párrafo aparte: algunas de las obras de Verne, como “La vuelta al mundo en 80 días”, tienen algo de satírico al introducir al metódico inglés Fogg en contextos muy diversos, a los cuales se adapta mucho mejor su ayudante Paspartú. Por otra parte, personajes suyos como el capitán Nemo y su odio hacia la humanidad canalizado hacia el poderío destructivo del Nautilus anticipan algo de los villanos de la saga de James Bond.
ArchivoEl progreso y sus límites
Independientemente de sus indiscutibles aportes al género, sustentados en la base científica utilizada para explicar las hipótesis sugeridas en sus libros, la limitación que tienen las obras del escritor francés provienen de su extremada confianza en el espíritu positivista y en el progreso forzoso de las ciencias. Veía solo la parte positiva, no el lado oscuro. “Verne escribía para los adolescentes en folletines interminables destinados, en plena era positivista, a despertar vocaciones técnicas y científicas. Sus predicciones parten estrictamente de la ciencia de la época, la cual creía que ya no le faltaba nada por descubrir” sostiene, en este sentido, Pablo Capanna, especialista en ciencia ficción.
En “Los últimos días de Julio Verne”, el escritor Sergio Olguín parte del Verne real para desarrollar una historia ubicada en París, entre el final del siglo XIX y los primeros años del XX. “Donde aún conviven los tranvías a caballo y la inusitada velocidad de los nuevos automóviles”, señala la sinopsis. En ese contexto Michel Verne, hijo del escritor, recibe de parte de su padre un encargo: veinte mil francos a cambio de deshacerse de un cadáver. Esto da pie a una combinación de policial, relato de aventuras, terror y novela psicológica.
VR EditorasOlguín ambienta su novela en un mundo pasado, que dialoga con el mundo contemporáneo. Y demuestra que el influjo de Verne, el escritor que amaba la ciencia, sigue presente a más de un siglo de su muerte.