Domingo 3.11.2024
/Última actualización 14:06
Aunque se crió en pleno corazón del barrio porteño de Belgrano, el músico Javier Sá nunca perdió el vínculo con la provincia de Corrientes, muy presente en su vida producto de su propia genealogía familiar. Y en su trabajo eso resultó gravitante: mezcló la herencia cultural del chamamé, tan típica del nordeste argentino, con innovaciones contemporáneas. En la actualidad, Javier lleva adelante la presentación de su tercer disco, que lleva como título “Mi pensamiento y mi corazón”.
En este nuevo trabajo, conviven clásicos del género chamamecero como “El Moncho” de Ramón Ayala o “El último sapukay” de Oscar Valles, con temas más nuevos como “Brindo por” de Aldy Balestra y obras propias como “Pireca se fue cantando” o la que da nombre al disco. “Elegí el título del disco, sin tener en cuenta la historia de amor que cuenta la canción con el mismo nombre y que está incluida en el álbum, porque sin darme cuenta, era la respuesta a la pregunta que me hicieron al comienzo de esta nueva etapa musical. ¿Por qué chamamé?”, confió en una entrevista con este medio.
Gentileza producción“Mis sentimientos necesitaban expresarse a través de este género que tiene tanto que ver con mi historia personal, mis raíces, mi familia, mi infancia y adolescencia. Y la razón le dijo que sí, que a pesar de que todo parecía estar en contra, la decisión de hacerlo era correcta, así que ahí fuimos. Por eso ‘Mi pensamiento y mi corazón’. La razón y el sentimiento. La convicción y la emoción. Ambas coinciden”, aseguró.
-En este álbum incluís tanto clásicos del chamamé como nuevas composiciones. ¿Cómo seleccionaste los temas y cómo fue esta combinación de lo tradicional y lo contemporáneo?
-Cada tema que incorporo al repertorio, ya sea para comenzar a grabar o para armar la lista de temas para una presentación, tiene que tener una historia personal conmigo. Por ejemplo, una canción que hayan cantado mi papá y mi tío Juan a dúo en la sobremesa familiar como El Moncho, de Ramón Ayala u otra na que tuve el privilegio de cantar en el escenario de la Fiesta del Chamamé como invitado del recordado Aníbal Maldonado, como El último sapukay del gran Oscar Valles. Y por supuesto, tomé coraje y me animé a mostrar lo que venía componiendo en la intimidad y que también tiene su historia, como Pireca se fue cantando, tema que está dedicado a otro tío mío, Javier Piriz, a quien le decían Pireca. Todas estas obras tienen la impronta que hemos conseguido en este tiempo de trabajo con los grandes músicos que me acompañan y que creo yo tienen una gran actualidad, respetando el sentimiento chamamecero y aportando nuestra mirada musical.
-Indicaste que, a pesar de los desafíos, sentías que el chamamé era el género que necesitabas para expresarte. ¿Qué obstáculos encontraste en este camino y cuánto tuvieron que ver con tu desarrollo artístico?
-Abordar al chamamé en esta época fue y es para mí un gran desafío, por varios motivos. El primero es que yo no soy correntino, nací en la ciudad de Buenos Aires. Y ya de entrada el chamamecero tradicional a un porteño que dice que hace chamamé lo mira un poco con desconfianza, al menos al principio. El segundo son los recursos. No es un género al que las principales compañías discográficas le pongan especialmente el ojo para la inversión, más allá de gigantes como Teresa Parodi o Las Hermanas Vera. Entonces tuvimos que apostar con lo poco propio para tratar de dar lo mejor que podíamos mostrar. Y un tercero es que el chamamé es un género que no está muy visible en la grilla de artistas de los principales festivales nacionales, como por ejemplo el de Cosquín o el de Jesús María. La oferta chamamecera de estos festivales es realmente muy escasa, a pesar de que hay grandes referentes de altísima calidad. No es una queja, que se entienda bien. Pero es una realidad. Y bueno, yo soy optimista por naturaleza. Entonces no los tomé como “obstáculos”, sino como desafíos. Por eso decidí jugármela por este género porque necesitaba expresarme a través de estas canciones. Porque me recuerdan a la infancia, a la adolescencia, a tantos seres queridos. Porque, como dice la canción de Aldy Balestra que también grabamos, expresa “lo que fui, lo que soy, lo que quiero ser”.
Gentileza producción-Este disco cuenta con la participación de músicos destacados y una orquesta de cuerdas del Teatro Colón. ¿Cómo fue esa colaboración y qué aportó cada uno de estos artistas a tu obra?
-“Para olvidarte” es una canción que compusimos junto a mi compadre, el posadeño Gustavo Maffini. Cuando compuse la melodía lo hice pensando en que la graben los chicos de Ahyre o Los Nocheros, pero las canciones a veces lo sorprenden a uno y esta fue una de ellas. Cuando se la muestro a los músicos para comenzar a ensayarla y ver los arreglos musicales, lo hice en ritmo de chamamé. Pero Ari Palacio (bajista, hijo de los integrantes del recordado dúo Rosendo y Ofelia) me propuso hacerlo en ritmo de rasguido doble.
-La grabamos así y quedó tan bella que Nicola Carrara, el ingeniero de grabación del estudio Camarón Brujo, me dijo medio en broma medio en serio, que solo le faltaba unas cuerdas del Teatro Colón.
-Me quedó dando vueltas la idea. Y nos pusimos manos a la obra. Casualmente, Mariano Fernandez, uno de los arregladores con los que trabaja el estudio, estaba disponible y le ofrecí que escribiera los arreglos para las cuerdas. Él a su vez se ocuparía de convocar y dirigir a los músicos en la sesión de grabación. Así fue que la mayoría de los convocados son músicos de la Orquesta Estable del Teatro Colón y quedó un temazo total. A mí se me caían las lágrimas de la emoción, al ver cómo todo ese sueño fue tomando forma y se hizo realidad.
Gentileza producción-“Mi pensamiento y mi corazón” se presentará el 9 de noviembre en un lugar icónico como Aura Tango. ¿Qué significa para vos llevar este repertorio a escenarios tan importantes y cómo esperas que el público reciba tu nueva propuesta?
-Me encantan los desafíos. Y presentarnos en un reducto netamente tanguero como Aura Tango sin dudas que es uno grande. Yo siempre digo que me considero un embajador de la música correntina, aunque nadie me haya nombrado. Y siento un orgullo especial al poder llevar el rico repertorio del cancionero chamamecero a quienes no lo conocen, o que tienen quizás algún preconcepto, algo que es muy habitual con el chamamé. Entonces con los muchachos que me acompañan nos preparamos para “enfrentar” tanto al público que gusta y conoce del chamamé como aquellos a los que hay que presentárselo por primera vez, para que se enamoren de este género, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, con una propuesta musical ecléctica y potente, clásica y moderna. Esperamos que eso sea bien recibido por quienes nos acompañen.