A 18 minutos del sol es el tercer álbum solista de Luis Alberto Spinetta, lanzado en 1977, y alude al tiempo necesario para viajar de la Tierra al Sol si existiera la posibilidad de trasladarse a la velocidad de la luz. En 1977, después del peor año de la dictadura, había que encontrar un refugio. Spinetta quizás estaba hablando de esa sensación, una suerte de escape de la imaginación a otro mundo. La poesía, en definitiva la literatura, suele ser un refugio al que algunos acuden para vivir otras vidas, imaginar otros mundos, o bien como hizo Spinetta para escapar de una época sanguinaria. Octavio Melano pone a la literatura en ese lugar llamado refugio. Recuerda cuando llegaba a su casa y lo único que quería era sentarse a leer. “Me fascinaban especialmente las imágenes imposibles que esos conjuntos de letras generaban en mi cabeza. Palomas piratas en medio de una tormenta de hierro, parásitos enormes que se esconden en las almohadas, una horca que se ata sola sin importar cuantas veces la desaten”.
En 1986 The Smiths saca al mercado el single Ask (pregunta) parte de su letra dice: “La timidez es agradable, y la timidez puede detenerte de hacer todas las cosas en la vida que te gustaría” más adelante dice “Pasar los cálidos días de verano en el interior / Escribir versos aterradores”. Uno de los poemas del libro llamado “Una Plegaria” tienen su eco en las palabras del autor: “Ese poema muestra la razón por la que el libro existe y creo que expone un poco de la esencia de lo que para mí es Remolinos verdaderamente: un extraño, monstruoso y honesto espejo”. El escritor escribe para los otros, para mostrar de alguna manera su arte. “Remolinos surge de eso, esa necesidad de abandonar los límites del interior y dar lo que uno escribe al mundo”.
Para Roberto Bolaño, el poeta lleva una vida “excesiva y arriesgada”. Es un adolescente (cita a Rimbaud y a Lautréamont como ejemplos), un adolescente rebelde y frágil, que se juega lo poco que tiene en algo que no conocemos casi nada, la poesía, y que suele perder esa apuesta. El poeta es, pues, un perdedor, pero un perdedor magnífico y feliz. Comenta Melano acerca de su idea respecto a la poesía: “Me gusta creer que soy de los que se tiran al mar, cierran los ojos y solo los abren cuando este los deja en alguna nueva playa de significantes”. Luego añade: “Siempre que escribo voy descubriendo las mismas temáticas y figuras (el existencialismo, el suicidio, los amores convalecientes, etc.) Esto no significa que no escriba con otras intenciones y que no pueda uno desafiar esa tendencia a ciertos temas, pero definitivamente hay algunas corrientes que suelo navegar más que el resto”.
Remolinos responde a tres aspectos que son simbióticos, lo político, lo social, y lo estético. “Todo arte se hace con una mirada política, social y estética, incluso si a veces el autor es inconsciente de ello. Prima la cuestión estética, eso es verdad, uno busca ciertas métricas, ciertos juegos con el texto y con el lector. Pero también en mí están cargados ya un montón de factores respecto a lo social, y lo político que se filtran sin escrúpulos sobre lo escrito” cierra Melano.
-Tu formación académica es el teatro. ¿Cómo se da esa vinculación con la poesía?
-La inmediatez del teatro y la brevedad de la poesía comparten una transmisión sensible que me resulta única, indescriptible y seductora. El “¿Quién nos dirá de quién en esta casa, sin saberlo, nos hemos despedido?”, de Límites me toca los mismos nervios que un “y cada semana de alegría me trajo una semana de dolor” de Ricardo III. Los griegos le llamaban enargeia, la sensación de una realidad tan brillante como insoportable. Para mí, son el teatro y la poesía las artes que mejor pueden reflejar esa enargeia, este encandilamiento de las emociones, ese quéseyo que se percibe cuando un actor dice la frase justa, cuando una estrofa resuelve en algo que lo conmueve, cuando los dioses bajan a la tierra sin disfraz.
-¿Cuál es el lugar del escritor en el siglo XXI? ¿Cuáles son los límites de la poesía?
Creo fervientemente que el lugar del escritor en la actualidad es incomodar mediante la forma. Forzar al lector a pensar, aprender, hacer de la nada de las letras un mundo en su mente. No debe claudicar a la comodidad y la explicitud de estos tiempos. Hoy en día parece que el mensaje gana sobre la forma, pero es esa forma las que le da una validez al mensaje, sino uno no es más que un predicador de ideas que los otros, o ya saben, o no quieren saber. En la realidad en la que vivimos esto es fácil de decir más casi imposible de hacer, pero quien cree que la escritura es solo un placer está siendo trágicamente engañado por la ignorancia.
Respecto a los límites de la literatura, internet y la posmodernidad los han dejado estirados y difusos, uno puede escribir un libro entero para que se pierda en el ciberespacio y hacer una pequeña oración para una historia de instagram que entremezcla el corazón de miles. Si esta debe seguir desarmándose o volver a cierta rigidez que antes parecía tener, es cuestión del porvenir y sus misterios.
El arte de tapa le pertenece a Francesca Scaiola y se ve un poste de luz con cables, aparentemente negros, de: cable, internet, de luz, seguramente; pero eso sí, todos enredados que van y vienen en todas direcciones, como Remolimos. Fito Páez en el año 1990 compone el tema “Fue Amor” en su letra dice: “Estos días que corren, mi amor, es aquí que nos tocó vivir, enredados en los cables de ENTEL, de algún sueño, vamos a salir”.
“Cualquier cosa es buen material para la poesía. Cualquier cosa. Lo he dicho una y otra vez” decía William Carlos Williams en su libro Paterson. En Remolimos se puede divisar como la elección del collage que hace Melano como método, no es un capricho vanguardista, sino la consecuencia de querer expresar algo sobre el estado de las cosas, por ejemplo, en muchos de sus poemas aborda los consumos culturales, a decir: Billy Idol, Bécquer, Bellucci. O bien refiere a la existencia: Una plegaria, cosmogonía, Poema cuántico, Mañana. O sobre el amor y las mujeres: Remolinos, Mi ex decía que era muy críptico, Lowlands. El resultado: un vaivén entre lo autorreferencial y todo eso que rodea al individuo; llámese cultura. En definitiva un libro que, “Como una marea que crece sin que uno se dé cuenta”, dice Melano, se vuelve enorme y es, en definitiva, una cantidad de poemas y textos cortos, que compilados, y titulados, se transformaron en Remolinos.
Sabe, a veces esos ojos que veo en el espejo
me recuerdan a los de un animal herido que no decide
si amar u odiar a aquel cazador que viene
Octavio Melano (Rosario, 2001). Concurre a un taller de dramaturgia dictado por la escritora Patricia Suárez. Cursa la carrera de dirección teatral en la Escuela Provincial de Teatro y Títeres de Rosario. Asiste a talleres y seminarios de Arístides Vargas y Edgardo Dib. Presentó las obras de su autoría "La Real de Avellaneda" y "Una Nostalgia". Publica su libro debut, "Remolinos" (2023).
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