El éxito le llegó muy temprano en su vida, y su fama de romántico glam rocker todavía lo acompaña. En su paso por Los Mammones, CAE hizo un repaso de su vida, de su carrera, y aprovechó para contar algunas de sus anécdotas menos conocidas con famosos.
“Mi abuela tenía peluquería en Floresta, y mi viejo en Villa del Parque, en la calle Cuenca, en una galería”, comenzó a relatar el músico antes de aclarar que una de las empleadas de su papá tenía una historia de amor con Norberto “Pappo” Napolitano: “Él iba, con la excusa de cortarse las puntas. Ahí lo conocí, y me firmó mi primer autógrafo, que todavía lo guardo. Me puso “Desgraciadamente, Pappo”. Después compartimos escenario en Miami, le ‘encantó’ compartir escenario conmigo y con Los auténticos decadentes, estaba ‘contentísimo’”.
Jey Mammon cazó al vuelo la referencia a los creadores de “Vení Raquel” y “Un osito de peluche de Taiwán”, y quiso saber si era cierta una leyenda que asegura que CAE los ninguneó. El artista contó lo que realmente sucedió: “Nos encontramos en el bondi 117. Un día subo y veo unos pibes que tenían facha de músicos, y me puse a charlar con ellos. Cuando me estoy por bajar me dicen ‘che, un día venite a tocar con nosotros, te esperamos’. Me pasaron los datos y pegan un sticker al lado del timbre del colectivo con el nombre de la banda. Cuando vi que se llamaban ‘Los auténticos decadentes’, tiré el papel”.
Pero de todas las anécdotas, la que más llamó la atención fue la mala experiencia que vivió con Wanda Nara, cuando ella estaba decidida a grabar un disco con canciones de su autoría: “Ella vino con su manager y su novio, llegó dos horas tarde, y yo por esperarla me había guardado dos barritas de cereal. El novio y el manager me las morfaron. Encima no me pagó. Fue imposible que pegue media nota”.
Preocupado por terminar su trabajo a pesar de todo, CAE decidió apelar a otros recursos: “De última dijimos: ‘La grabamos y le ponemos Auto-Tune, un programa que sirve para afinar la voz. Pero para que funcione tenés, aunque sea, que arrimar a la nota, y ni siquiera”.
El cierre de la anécdota no pudo ser más bizarro: “Le dije a mi mujer lo que me estaba pasando, y me contestó: “Si querés te lo canto yo”, aclaro que ella no es cantante. Entonces la hice cantar a mi mujer, después se lo mostré a Wanda y me contestó: ‘Quedó perfecto, no parece mi voz’”.