Viernes 17.9.2021
/Última actualización 12:35
¿Puede el arte cambiar el mundo? La posible respuesta a este interrogante no es simple, ni admite absolutos. En cada contexto, las concepciones cambian por completo. Lo cierto es que hubo, hay y habrá artistas que así lo sostuvieron desde sus distintas disciplinas. En el cine, uno de los que empuñó la cámara para exponer problemáticas y a partir de allí promover posibles cambios es Constantin Costa-Gavras, el cineasta franco-griego que sigue activo con casi 90 años (88 para ser precisos). Precisamente, este mes se estrenó en Argentina “A puertas cerradas”, su último film rodado poco antes de la pandemia, que trata de indagar en los motivos que desencadenaron la profunda crisis económica en Grecia. Para eso, se vale del libro escrito por el ex ministro de Finanzas de ese país, Yanis Varoufakis.
Pero la incorporación en sus películas de materiales vinculados con la necesidad de denunciar injusticias arranca en la filmografía de Costa-Gavras en los ‘60. A fines de esa turbulenta década estrenó “Z”, un film que mezcla thriller y drama para denunciar, desde una visión satírica y sombría, la corrupción política en la Grecia de los ‘60. Pero la resonancia universal de “Z” está cifrada en que la tragedia política que aborda (que reconstruye de manera ficticia las circunstancias del asesinato del político demócrata griego Grigoris Lambrakis, ocultado por el gobierno bajo el velo de un supuesto accidente) excede toda frontera. Con sus propios matices, cualquier país en convulsión puede tener su “Z”.
Únicamente Gillo Pontecorvo, casi en la misma época, fue capaz de desarrollar un tipo de cine con fuerte contenido sociopolítico y a la vez con ciertas dotes comerciales (“Queimada”, filmada el mismo año que “Z” tenía como protagonista a Marlon Brando). Pero Pontecorvo, fallecido en 2006, dirigió mucho menos. Lo cierto es tanto “La confesión” (1970) que narra las purgas estalinistas en Checoslovaquia como “Estado de sitio” (1972), que se ocupa de las intervenciones políticas norteamericanas en la convulsionada América Latina de los ‘70 demuestran la coherencia del director en cuanto a exponer los funestos resultados de la violencia política y la concentración de poder.
Coproducción Argelia-Francia; Reggane Films, O.N.C.I.C, Valoria Films Z ."Z".Foto: Coproducción Argelia-Francia; Reggane Films, O.N.C.I.C, Valoria Films
Ya en los ‘80, cuando las dictaduras militares de Sudamérica iniciaban su declive, Costa-Gavras rodó “Desaparecido” (1982). Con actuaciones de las estrellas hollywoodenses Jack Lemmon y Sissy Spacek, narra la odisea (en el sentido más kafkiano y dantesco que se pueda pensar) de un padre que trata de dar con su hijo, desaparecido tras el golpe de Estado del general Augusto Pinochet en Chile, en 1973.
Los poderes del nuevo siglo
En los ‘90 ante los cambios geopolíticos que se produjeron en el mundo entero, el director se ocupó de auscultar el papel de los medios de comunicación en “Mad City” (1997). En un film que guarda ciertos paralelismos con “Cadenas de roca”, la película de Billy Wilder de 1951, exhibe la manipulación de un periodista ante el caso de un vigilante de un museo que es despedido de su trabajo y decide secuestrar a un grupo de niños para recobrarlo. El film, sin dudas interesante por los temas que sobrevuela, no llega a los niveles de profundidad logrados por Costa Gavras en sus trabajos de las décadas anteriores. Palidece, por ejemplo, con respecto a “Wag the Dog”, que Barry Levinson estrenó ese mismo año partiendo de una premisa en la cual también se ponía en entredicho el rol de los mass media.
Universal Pictures Desaparecido ."Desaparecido".Foto: Universal Pictures
Tras “Amen” (2002), que denuncia la indiferencia de muchos sectores sociales durante el Holocausto, Costa-Gavras apuntó sus películas siguientes contra el individualismo, el poder concentrado de las grandes corporaciones y la degradación moral de una entramado social donde prevalece el afánde lucro. Todo esto lo expone tanto en “La corporación”, un thriller oscurísimo donde un ejecutivo es despedido de un fábrica y, luego de pasar tres años sin conseguir trabajo, decide aniquilar, literalmente, a la competencia de una forma ordenada y lógica.
Desde otra óptica, pero partiendo prácticamente del mismo diagnóstico, “El capital” (2012) pone de relieve el poder desmedido de las entidades bancarias. Alguien podrá señalar, no sin cierta razón, que estas últimas películas son maniqueas y resultan insuficientes para analizar fenómenos tan complejos como los actuales, pero lo concreto es que Costa-Gavras es un cineasta que en más de 50 años se mantuvo fiel a sus convicciones. Ahí están sus películas, legado incontestable, para confirmarlo.
The Bureau, Ciné+, Cofinova 8, K.G. Productions El capital ."El capital".Foto: The Bureau, Ciné+, Cofinova 8, K.G. Productions