Charlene de Mónaco volvió a Sudáfrica para apoyar la lucha contra la caza furtiva
La princesa se ha desplazado hasta su país de origen en un viaje que ha incluido trayectos en helicóptero y abrazos a rinocerontes.
Charlene de Mónaco volvió a Sudáfrica para apoyar la lucha contra la caza furtiva
Jueves 20.5.2021
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Última actualización 18:50
La princesa consorte del principado lleva desde el día en que se casó con el príncipe Alberto demostrando que es independiente. La última ocasión que tuvo para hacerlo fue a mediados del pasado mes de marzo, cuando asistió en solitario al funeral del rey zulú, Goodwill Zwelithini.
Esta semana, ha compartido su última aventura en Instagram, demostrando su compromiso con el mundo animal y condenando la caza furtiva. La caza ilegal de rinocerontes para conseguir sus cuernos es muy común en países del sur del continente africano, como Botswana, Zimbabwe o la propia Sudáfrica; aún son un símbolo de riqueza y poder que hoy en día siguen siendo tristemente utilizados, mermando las poblaciones del mencionado animal. Durante su viaje, ha compartido en Instagram diferentes imágenes con los rinocerontes, en pos de la conservación de la fauna salvaje de las especies.
Charlène se ha vestido con un mono verde militar, un estilo muy acorde a su nuevo peinado rapado por los lados, y ha posado junto a otros profesionales que dedican su vida a salvar rinocerontes. “Gracias por no olvidarte de nosotros”, reza una de las imágenes de la princesa con un ejemplar. Han sido tomadas por el fotógrafo Christian Sperka, un profesional afincado en el safari sudafricano de Thanda para la organización Wildlife y ha ganado varios premios a nivel internacional.
Las fotografías revelan que Charlène se ha dedicado a observar rinocerontes desde un helicóptero, sus huellas en el suelo y a colaborar en una práctica que no se libra de la controversia: la de cortarle los cuernos a los rinocerontes para evitar la caza furtiva. Sin cuernos, los animales no son atractivos para los delincuentes que se dedican a matarlos, y es la única forma de desacelerar la gran cantidad de pérdidas, que ponen en peligro la supervivencia de la especie. Sin embargo, se trata de una práctica perjudicial para la salud de los rinocerontes y hay quienes consideran que se deberían encontrar otras soluciones.