Lunes 6.2.2023
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El próximo jueves 9 de febrero los espectadores de cine argentino contarán con un privilegio que les permitirá, por una hora y media, volver a mirar el mundo con ojos de niño. Es que se repondrá en las salas “Mi vecino Totoro”, una de las producciones más emblemáticas de Studio Ghibli, la usina japonesa de dibujos animados creada en 1985.
Dirigida por el legendario Hayao Miyazaki (fundador del mencionado estudio junto a Isao Takahata), fue estrenada en Japón el 16 de abril de 1988 en paralelo con otra de las grandes obras de Studio Ghibli como “La tumba de las luciérnagas”, precisamente de Takahata. En Argentina no tuvo, en su momento, estreno comercial.
A diferencia de otras producciones de Ghibli, donde la aventura es el eje principal, “Mi vecino Totoro” tiene un ritmo más reposado, aunque la carga dramática es muy fuerte. Está focalizada en Satsuki y Mei, dos niñas que se mudan a una casa de campo con su padre, que es profesor universitario. La idea es vivir cerca del hospital donde la madre se recupera de una grave enfermedad. En ese ámbito bucólico, las pequeñas traban amistad con Totoro, una gigantesca y afable criatura que habita en el bosque.
Foto: Studio GhibliAutobiográfica y sensible
Es probable que la conexión que logra el film con el público (en especial el infantil) tenga relación con que está inspirada en la propia infancia del director. Es que, según reveló en una oportunidad, cuando él y sus hermanos eran niños, su madre sufrió una enfermedad que la obligó a permanecer hospitalizada durante mucho tiempo. Inclusive Miyazaki admitió que la película “hubiera sido demasiado dolorosa para él si los dos protagonistas hubieran sido niños en lugar de niñas”, según señala el sitio sensacine.com.
Además de ser una reflexión sensible sobre la infancia, la maternidad, la enfermedad y la amistad, “Mi vecino Totoro” problematiza el vínculo de los seres humanos con la naturaleza y lo vincula con la libertad. En este sentido, cabe señalar que el diseño visual del personaje de Totoro encuentra anclaje en la figura de animales como los tanukis (también conocidos como mapaches japoneses), los gatos e inclusive los búhos. La película es, al mismo tiempo, una puntillosa descripción de la vida rural en el Japón de los 50, en el cual se crió Miyazaki.
Foto: Studio GhibliLa penetración cultural de los personajes diseñados por Miyazaki para el film es incalculable. Tanto es así que Totoro se convirtió en la “mascota” del Studio Ghibli. Pero hay otro parámetro: los guiños a la obra que se incluyeron en dos películas de Disney de los últimos años, como “Toy Story 3” (2010) y “Zootopia” (2016). En el primer caso, la figura de Totoro aparece como un juguete más, en el segundo, como la imagen elegida para una golosina. Sin embargo, el mejor medidor es la vigencia que tiene a casi 35 años de su primer contacto con el público. Es atemporal, en tanto logra conectar con las emociones más profundas. No es flor de un día.