El multifacético artista falleció el 5 de noviembre de 2012. Una década después, Canal Encuentro propone un repaso por las películas que lo convirtieron en un cineasta fiel a su sello autoral, pero siempre atento a las demandas del público. Y en un creador de personajes que ya forman parte del imaginario colectivo, como el Juan Moreira que interpretó Rodolfo Bebán.
“Ese es nuestro oficio: testimoniar el llanto, testimoniar la historia, ser memoria”, señaló alguna vez Favio, reconocido como uno de los mejores realizadores de cine argentinos. Foto: Archivo El Litoral
Hace diez años, el 5 de noviembre de 2012, falleció Leonardo Favio. Con él se fue una voz que caracterizó una época, pero también una de las miradas más lúcidas de la cinematografía argentina de la segunda mitad del siglo XX. Atendiendo a este aniversario, Canal Encuentro dará inicio hoy a la noche a un ciclo de cine dedicado a la obra de Favio. Lleva por título “Amar y ser amado” y tendrá la conducción de Antonella Costa, la hija de Martín Andrade, amigo y colaborador del cantante y cineasta. Brindará la posibilidad de revisar tres obras clave de su trayectoria: “El dependiente”, “El romance del Aniceto y la Francisca” y “Juan Moreira”. Con un “bonus track”: una película de 1969 dirigida por Eduardo Calcagno en la que Favio actúa, “Fuiste mía un verano”. Evidente vehículo de lucimiento para sus canciones, pero a la vez un documento de incalculable valor para entender su carisma.
Favio, un referente artístico. Foto: Archivo El Litoral
Si se entiende la noción de “autor” de cine como aquel que ocupa una visión exclusivamente suya a un producto, el caso de Favio es paradigmático. En sus películas se desarrollan las cuestiones que lo preocupan y hasta obsesionan, pero desde un ángulo concreto y personal, concentrado sobre universos que guardan relación con lo popular. De hecho, como señala el propio canal Encuentro en la promoción realizada para el ciclo, Favio fue uno de los directores que logró, de una manera más acabada, representar la voz del pueblo y la identidad nacional, incorporando en sus trabajos imágenes y símbolos relacionados con la cultura argentina. Para eso, desde sus primeras películas de los años ‘60, se dejó influir por los movimientos renovadores del cine, desde la nouvelle vague (que revalorizó, precisamente, el concepto de autor) hasta el neorrealismo italiano (que posó la mirada en personajes y ambientes marginales) y el free cinema inglés y su intento de retratar historias inspiradas en lo cotidiano.
“El dependiente” (1969), es la primera de las películas que formarán parte del ciclo. Se podrá ver hoy en Encuentro a partir de las 23. Favio la dirigió después de “Crónica de un niño solo” y poco antes del estallido del Cordobazo, en una Argentina en convulsión. Ambientada en un pueblito, se focaliza en un hombre común (tanto que su apellido es Fernández), empleado en una ferretería que pertenece a Don Vila. Su sueño, mezquino, es que el dueño muera para heredar el negocio. A la vez, está enamorado de una joven mujer que vive con su madre y no sale nunca. Favio describe así una historia pequeña, protagonizada por seres que también lo son, pero en cuya rutina aparece lo siniestro. Y logra una atmósfera opresiva en la cual la sensación de encierro es evidente. “Don Vila vio en él al niño que había sido, y Fernández vio en Don Vila el viejo que sería”. A partir de allí, el único camino posible es la dependencia, algo que la película cuestiona.
“Juan Moreira” (1973), está programada para el jueves 10 de noviembre. En este caso, propone una revisión de la vida del gaucho renegado del siglo XIX para establecer un diálogo y trazar un paralelismo con la realidad política y social de argentina de la primera etapa de la década del 70. La figura de Moreira (interpretado por un treintañero Rodolfo Bebán) le permite a Favio sintetizar y visibilizar el lugar marginal en el que fue confinado el gaucho y también mostrar cómo se construye un mito, a partir del momento en que decide poner sobre sus hombros las reivindicaciones de toda una clase social. Además de ser su primera película a color, alcanzó dos millones y medio de espectadores. De esa forma, Favio ingresó en una etapa de aceptación popular que incluso se ahondará todavía más a través de su siguiente proyecto, “Nazareno Cruz y el lobo”, de 1975. Tal como señalaron los organizadores del ciclo, “el Moreira de Leonardo Favio logró una identificación real con el pueblo y quedó para siempre en la memoria y en la historia del cine argentino”.
“El romance del Aniceto y la Francisca” (1967) se podrá ver el 17 de noviembre. Este film (cuyo título completo es “Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más…”) demostró antes de “Juan Moreira” la capacidad de Favio para atender la demanda popular (consciente de la potencialidad del cine para conectar con el público) desde una mirada cargada de poesía que no elude el compromiso político. La historia, ambientada en un pueblito de Mendoza, la provincia natal de Favio, muestra como Aniceto vive una historia de amor con Francisca. Pero también seduce a Lucía. Son dos mujeres ubicadas en las antípodas. Desarrolladas como estereotipos, una es la “decente”, la otra la “apasionada” y la “sexual”. Una representa lo luminoso, la otra lo ominoso, extremos que atraen por igual, sobre los cuales el ser humano entra en tensión) que terminan compitiendo por el amor de Aniceto. “Despliega las obsesiones que marcan el cine de Favio: el espacio, el amor, la mirada, el trabajo”, explicaron desde Encuentro. A la vez, en espejo con lo que será después “El dependiente”, es un vívido retrato sobre la vida pueblerina del interior argentino en la primera mitad de los ‘60.
Cabe señalar, por último, que en el marco de las actividades Canal Encuentro proyectará un documental especial titulado “Corazón que destella colores”, que se vale testimonios de personas que lo conocieron y lo trataron, para mostrar facetas suyas poco exploradas. El film fue rodado en Mendoza, sobre todo, en Las Catitas, su lugar de nacimiento.