Martes 6.12.2022
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Para mediados de los 90, el actor Jack Nicholson era una de las estrellas de Hollywood más conocidas por el público y uno de los actores más valorados de su generación por su ductilidad para construir personajes disímiles pero con un rasgo en común: su indocilidad, su ruptura con lo establecido, su rebeldía. Esto, obviamente, con un amplio espectro de matices. Pero tanto el Randle Patrick McMurphy que compuso en “Atrapado sin salida” como el J.J. Gittes de “Barrio chino”, el Charley Partanna de “El honor de los Prizzi” y el Frank Chambers de “El cartero llama dos veces” van en contra de las reglas establecidas. Ya sea para desestructurar a una rígida enfermera, descubrir una red de corrupción, quebrar un matrimonio o enfrentar al poder de la mafia.
Foto: TriStar PicturesSin embargo, Nicholson nunca se encasilló. Aprovechó su flexibilidad interpretativa para introducirse en géneros diversos, con resultados igual de diversos. Es innegable que posee una veta cómica que, bien conducida, puede alcanzar la genialidad. Ya en “La fuerza del cariño” y en “Heartburn” reveló su capacidad para moldear galanes fuera de norma. Y en su composición del Guasón en “Batman”, mostró que podía ir de lo bufonesco a lo oscuro. De modo que cuando James L. Brooks, quien lo había dirigido en “La fuerza del cariño”, lo convocó para la comedia romántica “Mejor… imposible” (“As Good as It Gets” en el original), Nicholson estaba en una de las cumbres de su carrera, con una trayectoria monumental a sus espaldas y mucho por dar a sus 60 años.
En la que, a la postre, sería una de las películas más queridas de los ‘90, el actor encarna a Melvin Udall, un escritor que padece un trastorno obsesivo-compulsivo (que en este caso, al igual que en la obra teatral ‘Toc-Toc’ está trabajado con liviandad, eludiendo la angustia y depresión que implica para quien lo padece) pero que además se caracteriza por su irritabilidad, su trato desagradable, su desdén hacia sus vecinos y su arrogancia. De hecho, el trailer del film lo presentaba así: “TriStar Pictures lo invita a que conozca a un individuo realmente abominable”.
Melvin es un escritor de novelas románticas que tienen muchísimo éxito editorial, pero se revela en sus actitudes cotidianas como machista y homofóbico. Todos estos aspectos están realzados por el guión, para establecer el contrapunto con los demás personajes con los que se cruza. En efecto, la trama se urde a partir de la obligada ayuda que debe brindar a su vecino (un artista gay) a través del cuidado de su perro. Y a partir de su progresivo enamoramiento con una camarera llamada Carol que lo atiende cada día en el restaurante y que acarrea su propio calvario como madre soltera.
Foto: TriStar Pictures“Mejor… imposible”, que llegó a los cines por primera vez el 6 de diciembre de 1997, se nutre de un guión impecable de Mark Andrus y James L. Brooks, donde todo fluye. Hay toques de rom-com (por el amor que se gesta entre Melvin y Carol), de buddy movie (película de colegas, a partir de la relación de amistad entre opuestos que se gesta entre Melvin y su vecino), de road movie (hay un viaje que va a cambiar la percepción de los personajes), de drama (Melvin contra su trastorno de ansiedad) y hasta pone de relieve ciertas problemáticas sociales (Carol abandonada por el sistema de salud) pero todo eso está muy bien dosificado. Nunca el guión pierde su norte.
Foto: TriStar PicturesPero son los actores los que elevan este film a la categoría de clásico. Helen Hunt es creíble como una madre de mediana edad que tiene que llevar adelante un hogar en soledad. Y Greg Kinnear rehúye de los estereotipos para construir a un artista homosexual a quien estafan por su ingenuidad. Pero la película le pertenece por completo a Nicholson, quien tiene escenas que están grabadas a fuego, como aquella en que camina por una vereda neoyorquina tratando de no pisar las líneas, la que se encuentra a una pareja en la mesa del restaurante que ocupa a diario o tocando el piano para un perrito. Nicholson realizó un papel tan verosímil y divertido que no solo se llevó un Oscar, sino que en los años posteriores se probó varias veces más en el rol de comediantes, en trabajos tan interesantes como “Locos de ira”, “Alguien tiene que ceder” y “Las confesiones del Sr. Schmidt”. Demostró que, con sus particularidades, podía ser un buen “rey de la comedia”.