Viernes 9.9.2022
/Última actualización 10:04
Francis Ford Coppola fue parte de la camada de directores que, en la década del ‘70, renovaron el cine americano desde la autoconciencia (“saber que se sabe y saber qué se sabe”, en términos de Ángel Faretta). Para esos cambios estructurales, hubo una película clave: “El padrino” que este año cumplió 50 años y demostró, con su reestreno en los cines, su vigencia a partir de los nuevos contextos. Es que, como las obras teatrales de William Shakespeare, va tan al fondo de la condición humana que seguirá funcionando por los siglos de los siglos en su vínculo con los espectadores. Sin embargo, el mayor logro de Coppola es alcanzar ese nivel de reflexión a través de un relato (absorbente, entretenido y modélico) sobre una familia de mafiosos que debe reencontrar su rumbo.
Al Pacino en "El padrino 2".El universo de la “mafia”, la “cosa nostra” o el “crimen organizado” fue desde “Little Caesar” (1931) y “Scarface” (1932) para adelante un terreno desde el cual el cine (en especial el generado en Hollywood) construyó sentidos. A tal punto que cualquier lista, por arbitraria e injusta que sea, sobre las “mejores películas de la historia” incluye casi siempre un puñado de obras pertenecientes al subgénero de “mafiosos”. La fascinación por ese ámbito en el cual la ambición, siempre exacerbada, tiene consecuencias trágicas se mantiene intacta. El éxito de filmes como “El irlandés” (2019) o la reciente miniserie “The Offer”, que reconstruye el proceso de creación de “El padrino”, lo demuestran en forma cabal.
Como un nuevo capítulo del tour de clásicos que ofrece cada semana Cine América Santa Fe ofrecerá proyecciones de “El padrino 2” (1974), “El padrino 3” (1990) y “Casino” (1995), los días lunes, martes y miércoles. Una tríada de películas que, con matices, aborda la misma temática: la ascensión al poder y el declive en el hampa. En las dos últimas partes de “El padrino”, es el seno de la familia Corleone el lugar donde se dirimen las disputas. En la de Scorsese (que, en algún punto, da continuidad a “Buenos muchachos” de 1990) el lugar donde se ponen en conflicto las ambiciones de los personajes es Las Vegas, donde las familias dedicadas al crimen organizado colocan la mirada para establecer nuevos negocios.
Martin Scorsese junto a Robert De Niro en el rodaje de "Casino".“El padrino 2” es, a estas alturas, un mito de la historia del cine. Una de esas cotas imposibles de igualar, donde Coppola (con total dominio creativo) posa la mirada sobre los complejos mecanismos que desarrollan los Corleone para sostener su imperio, siempre bajo ataque. Pero a la vez observa la intimidad de hombres y mujeres que ven cómo se desmoronan sus lazos familiares, a la vez que una soledad teñida de tragedia parece inevitable.
En “El padrino 3”, más controversial en tanto amplifica los escenarios, Coppola demuestra hasta qué punto la corrupción que Michael Corleone trata de expiar a través de su nexo con la Iglesia Católica, está instalada en todos los órdenes sociales, a tal punto que se vuelve universal. A su vez, refuerza la premisa de que los infortunios del protagonista son la consecuencia lógica de sus conductas pasadas. Tal como está señalado en la terrible escena de la confesión de Michael: “tus pecados son terribles y es justo que sufras”, le dice el obispo.
Michael Corleone en el ocaso: "El padrino 3".“Casino”, que tiene a “Ace” Rothstein (Robert De Niro) como eje central, se estructura a partir del desembarco de una familia de mafiosos en Las Vegas. En ese ambiente (donde se mezclan tahúres, prestamistas, traficantes de drogas, matones, políticos y empresarios) la codicia desmedida y la paranoia terminan por destruirlo todo. La violencia es más gráfica que en “Buenos muchachos” (algún crítico lo atribuye a la “tarantinización” del cine de los ‘90 tras el advenimiento de “Perros de la calle”), pero el desarrollo de los personajes es igual de brutal.
Tanto la de Scorsese como las dos de Coppola, son películas cuya potencia no ha menguado y que merecen ser revisadas en la pantalla grande.