Miércoles 24.5.2023
/Última actualización 22:56
Es difícil imaginarlo, dado el prodigioso dominio cultural que ostenta en la actualidad, pero a fines de la década de 1980 la usina de dibujos animados más poderosa de la historia, Disney, estaba en crisis. El contexto había cambiado notablemente a partir de los dos decenios anteriores y los creadores del estudio no lograban “ponerse al día”.
Con algunos (poquísimos) atisbos de genialidad, los filmes gestados por la firma después de “Robin Hood” (1973) y “Los Rescatadores” (1977) no fueron capaces de conectar con un público que había perdido la ingenuidad y requería historias más acordes a los nuevos tiempos.
Foto: Disney“El zorro y el sabueso” (1981), “El caldero mágico” (1985), “The Great Mouse Detective” (1986) y “Oliver y su pandilla” (1988) resultaron, en general, fracasos de público y crítica. Como en el relato de F. Scott Fitzgeral, “El curioso caso de Benjamin Button”, habían nacido viejas. El esplendor de antaño, logrado en base a obras de la jerarquía de “Pinocho” y “La bella durmiente” parecía irrecuperable. Pero todo cambió en 1989.
En ese año, en el cual podría ubicarse cronológicamente el inicio del “renacimiento” que vivió Disney en la década de 1990, se estrenó “La sirenita”. Que, gracias a la habilidad de sus directores, no sólo resolvió el problema del alejamiento con el público, que se volcó masivamente a las salas, sino que a la vez estableció los rasgos fundamentales de la fórmula que seguiría Disney para generar sus futuras películas animadas.
Foto: DisneyEl eje central de la película es el cuento clásico de Hans Christian Andersen. Sin embargo, la adaptación fue lo suficientemente dúctil para incorporar a una de las primeras “princesas” de Disney en romper con la tradición. Es que Ariel, la pelirroja protagonista, es una figura femenina fuerte: se rebela ante los mandatos, es decidida, independiente y tiene aspiraciones propias que contradicen, inclusive, su propia naturaleza. Una ruptura total respecto a Cenicienta, Blancanieves o La Bella Durmiente, todas ellas pasivas.
Pero la cosa no termina ahí. “La sirenita” supuso también la incorporación de una serie de innovaciones técnicas, como la fusión de técnicas tradicionales y digitales. Eso posibilitó efectos visuales hasta entonces nunca vistos y un ritmo más fluido, que los espectadores agradecieron.
Pero también fue clave la banda sonora, que desplegó canciones que todavía, tres décadas y media más tarde, siguen vigentes en el imaginario popular, como “Bajo el mar” y “Parte de tu mundo”. Dos creadores geniales tuvieron que ver con esto: Alan Menken y Howard Ashman. Todo ese bagaje hizo de “La sirenita” un producto de impacto cultural duradero.
En la misma línea de acción que viene impulsando en los últimos años, Disney retomó al personaje de Ariel para una versión de acción real que se estrenará esta semana, concretamente el 25 de mayo. El elenco incluye a Halle Bailey como Ariel, Javier Bardem como el poderoso Tritón y Melissa McCarthy como la malvada Úrsula.
El director Rob Marshall creó un mundo submarino fotorrealista que se contrapone a otro “real”, que tiene como contexto la tierra firme. Para lograrlo, apeló a técnicas digitales en el caso de los escenarios submarinos, mientras terrestres fueron construidos físicamente.
Además, uno de los aspectos característicos de esta nueva versión es que, a diferencia de la versión de 1989, refleja la diversidad. Es que en el elenco aparecen actores de diversas procedencias: europeos, afroamericanos y de ascendencia china y surcoreana.
El conflicto sobre el cual se encolumna la historia es (igual que en el cuento original) el deseo de Ariel, la más joven de las hijas del Rey Tritón, de experimentar la vida en la tierra, fuera de su entorno acuático y todo los problemas que eso conlleva. ¿Será un éxito como lo fue la versión de 1989? Habrá que esperar, pero están todos los ingredientes necesarios.