Series y nostalgia: el encanto intemporal de "Los vengadores" y su próxima resurrección
Los años ‘60 fueron testigos de icónicas series que se grabaron en la memoria colectiva. Entre ellas, “Los vengadores” destacó como paradigma de sofisticación, a través de las aventuras de John Steed y Emma Peel. El producto tendrá una nueva versión, planeada por la productora francesa StudioCanal.
Patrick Macnee, con su infaltable bombín, fue el corazón de la serie durante ocho años. Su compañera más conocida fue Diana Rigg, pero también hubo otras. Foto: Associated British Picture Corporation (ABPC)
Los que eran pibes en los años ‘60 tenían, gracias a la televisión, muchos motivos para ser felices. Es que fue una época dorada para las series televisivas, el nacimiento de personajes que todavía hoy resuenan en mentes y corazones, transcurrido más de medio siglo. Los viajes en el Enterprise de “Star Trek”, la fantasía y el terror de “The Twilight Zone”, las piñas de “Batman” acompañadas por frases como “Pow!”, “Bam!” y “Zap!”, las aventuras de los náufragos de la “Isla de Gilligan”, la extravagancia de “Los locos Addams” y los complicados encargos de “Misión imposible” contribuyeron a crear un “paraíso” irrecuperable. En ese punto idílico, un pilar fundamental fue “Los Vengadores”, la serie de espionaje (si es que cabe esta simplificación) protagonizada por Patrick Macnee como un agente secreto británico.
Associated British Picture Corporation
El punto de partida de cada capítulo llegaba con un pedido de Macnee, una especie de James Bond refinado y dueño de un encanto “british” mucho más acentuado que el 007: “Señora Peel, nos necesitan” (“Mrs. Peel, we're needed” en el inglés original). A partir de allí, se desplegaba una nueva aventura, no exenta de toques de comedia y acción, con entornos urbanos y rurales ingleses como contexto, en especial Londres y sus alrededores. Si bien el anclaje con ambientes convencionales de Gran Bretaña eran evidentes, la serie solía desplegar la acción en escenarios fantasiosos y hasta en algún caso surrealista, lo cual le daba un tono diferente al conjunto. Al igual que otras producciones de la época, no se veía sangre y tampoco había una intención de realismo social, únicamente se veían exponentes de las clases inglesas más acomodadas.
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La serie, producida por la ABC, apareció en 1961. En esa instancia, Patrick MacNee estaba secundado por la actriz Catherine Gale. Después se incorporó Diana Rigg en el rol de Emma Peel y con ella, que se mantuvo hasta 1968, cuando su lugar fue ocupado por Tara King, la serie alcanzó su mejor contextura y su garantía de inmortalidad. Básicamente, Steed y sus compañeras (sobre todo Rigg-Peel) investigaban un abanico enorme de casos, que podían ir desde intrigas políticas (al fin y al cabo, eran los tiempos de la Guerra Fría y los espías estaban a la orden del día) hasta crímenes extraños y situaciones que ponían en jaque la seguridad nacional (de nuevo aparece la circunstancia histórica: la amenaza nuclear estaba latente todo el tiempo y en todos los lugares).
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Sofisticación e inteligencia
Más allá de la materia de la investigación de turno, el poder de la serie radica en sus personajes, imbuidos de la moda y la estética general de los años 60, dotados de enorme carisma y capaces de desarrollar una enorme química entre sí. Mientras Steed aportaba sofisticación, Emma Peel ponía en juego su inteligencia y su pragmatismo para resolver situaciones. Guillermo Courau, en un artículo publicado en 2020 en La Nación, pone énfasis en ese aspecto: “Aunque el segmento millennial relacione su nombre a la saga de superhéroes de Marvel, John Steed siempre estará ahí, listo para tener una pelea feroz sin que se le caiga el bombín, detenerse en medio de un caso para cortar una flor, o brindar junto a su compañera con una copa del más fino champagne”.
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Sergio Kiernan, en un artículo publicado en Página 12, brinda algunas características de la serie que refuerzan ese refinamiento que resultó decisivo: “en ese universo, Steed se mueve en un majestuoso Bentley que apenas puede doblar una esquina, usa paraguas aunque brille el sol, es un eximio espadachín, enólogo, melómano, anticuario, que tiene un millón de libras en efectivo guardado en su casa en cajas de zapatos blancas. Emma Peel es su opuesto complementario: moderna en el estilo pop, vive en un departamento de colores psicodélicos, maneja un pequeñísimo convertible italiano, sabe karate, medicina y bioquímica, pinta y jamás dice que no a una copa de champán”.
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Si a todo lo descrito se suman villanos excéntricos, con personalidades llamativas, el cóctel diferente pasa a ser directamente exquisito. Es que los villanos de “Los vengadores” estaban dotados de tanto estilo y elegancia como Steed y Peel, aunque sus intenciones eran malévolas. Científicos locos, maestros del crimen, creadores de tecnologías avanzadas y dispositivos extravagantes, conspiradores políticos, maestros del disfraz, todo eso podía convivir en el mundo de la serie. Y aunque el bien triunfaba, no se dejaba de poner en evidencia cierta ambigüedad moral al desplegar villanos con motivaciones complejas y héroes no apegados completamente a las buenas prácticas. Con algunos grises, como la vida misma.
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Un fallo ¿Y después?
A finales de los años ‘90, en un contexto de creciente interés por las series de televisión de la década de 1960, anclado en parte en la nostalgia y en la tendencia cultural de revisar y reinterpretar obras del pasado, se intentó emular el éxito de “Los vengadores” a través de una película que resultó un fiasco. ¿Por qué ocurrió esto, cuando el material original era oro puro? Parte de la explicación tiene que ver con el cambio de tono que intentaron los realizadores. Si el producto original tendía más hacia la comedia peculiar, esta vez la idea fue poner el acento en la acción y en algunas premisas más cercanas a la ciencia ficción, tal vez para aprovechar cierta revitalización que tuvieron los superhéroes en los ‘90. La alquimia no funcionó. Tampoco contribuyó la escasa química que desarrollaron Ralph Fiennes y Uma Thurman en los roles protagónicos. Un vínculo entre opuestos que, por otro lado, era clave para la desenvoltura de “Los vengadores”. La trama confusa y escasamente conectada con el espíritu de la serie terminó de condenar a la película.
Hace pocos días, el sitio Deadline reveló que la serie sesentista tendrá una remake a cargo de la productora francesa StudioCanal, en colaboración con Wall to Wall, subsidiaria de Warner Bros. Mickey Down y Konrad Kay, harán los guiones de la tira, y Ben Taylor (director de “Sex Education”) conducirá el proyecto. No hay muchos detalles del proyecto, pero lo seguro es que Steed, ataviado con su famoso bombín y con su paraguas a cuestas otra vez se tendrá que ocupar de desbaratar conspiraciones. Habrá que ver cómo hará el personaje para ganarle la pulseada al peor enemigo de todos: el paso del tiempo.
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