Jueves 16.6.2022
/Última actualización 11:11
“En octubre de 1994, tres estudiantes de cinematografía desaparecieron en los bosques próximos a Burkittsville, Maryland, mientras rodaban un documental. Un año después, se encontró el material que habían grabado”. Tal es la, hoy legendaria, leyenda que aparece en el inicio de “El proyecto de la bruja de Blair”, que se estrenó en Estados Unidos en julio de 1999 tras su paso por los festivales de Sundance y Cannes. Y que se convirtió en un éxito de taquilla descomunal gracias a la creatividad de sus directores, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, quienes con un grupo de actores desconocidos diseñaron una estrategia publicitaria innovadora basada en el todavía incipiente uso de Internet y a un boca a boca que se extendió, con matices, a todos los puntos geográficos.
La cinta, que este viernes por la noche a las 23.15 se podrá ver en pantalla grande en la sala del cine América (25 de Mayo 3075) en el marco del ciclo titulado Clásicos del Terror, constituye una bisagra para la evolución del género en la medida en que demostró (como señaló el crítico Steve Jay Schneider) que el uso de técnicas documentales también podía servir para generar miedo entre los espectadores. Pero también señaló nuevos rumbos para el cine independiente en general al poner de relieve que era posible lograr con muy pocos elementos, sin figuras conocidas, en un terreno agreste y en un tiempo brevísimo, un producto rentable en lo económico y satisfactorio en términos estéticos.
A casi 24 años desde su primer contacto con el público no hay riesgo de “spoiler” al señalar que todo lo que cuenta el film es completamente falso. No existe ese presunto documental del que se habla al principio, sino que forma parte del minucioso plan creado por Myrick y Sánchez. Sin embargo, la gran mayoría de los espectadores de ese momento creyeron que la historia de los tres estudiantes de cine que desaparecieron mientras rodaban un documental sobre una supuesta leyenda de una bruja cuyo espíritu habita un bosque de Maryland, era cierta. La película logra ese efecto gracias al uso de la cámara en mano y de una técnica de montaje tan eficaz como la puesta en escena.
Artisan Entertainment, Haxan FilmsLa idea de falso documental, en rigor, ya había sido sobrevolada por directores como Orson Welles (“Fraude”) y Woody Allen (“Zelig”) algunas décadas antes del estreno de “The Blair Witch Project”. Pero la incorporación de la premisa de un supuesto “metraje encontrado”, entrelazada con la capacidad de los directores para asustar sin respiro únicamente a través de ruidos, sombras y objetos desparramados por el bosque que remiten a una presencia diabólica, resultó innovadora. En este sentido, hay una interesantísima construcción del fuera de campo: tanto los realizadores como los actores siguen el lineamiento (que maestros como Fritz Lang, Alfred Hitchcock y Jacques Torneur conocían de memoria) de todo aquello que no se muestra genera mucha más inquietud que lo que aparece con claridad.
Artisan Entertainment, Haxan FilmsEl influjo que tuvo “The Blair Witch Project” en los años siguientes es difícil de medir. Pero de su éxito se valieron Jaume Balagueró y Paco Plaza para jugar y experimentar en “REC” y todas sus continuaciones, que capturaron la atención del público español. También Matt Reeves para diseñar “Cloverfield”, que muestra una invasión de Manhattan por parte de un monstruo parecido a Godzilla, pero visto desde una cámara doméstica. Y la cuasi delirante “Trollhunter”, donde un grupo de estudiantes noruegos trata de destapar una conspiración del gobierno que implica la existencia de una población secreta de Trolls viviendo en cotos de caza en la zona del polo norte del país.
Artisan Entertainment, Haxan FilmsNo es exagerado plantear que el efecto de la película de Myrick y Sánchez fue tan significativo para el género del terror como un par de décadas antes lo habían sido “La masacre de Texas” de Tobe Hooper y “Halloween” de John Carpenter. Pese a los años transcurridos, hay un consejo que sigue vigente para todo el que decida ir a verla al cine: no vaya solo.