Sábado 23.7.2022
/Última actualización 10:51
De los argumentos imaginados por la escritora británica Daphne Du Maurier derivaron grandes películas. La más icónica es “Rebeca, una mujer inolvidable”, de Alfred Hitchcock, un prodigio de utilización del recurso del fuera de campo para construir en la mente de los espectadores un personaje ausente, angelical o diabólico según quien lo evoque. Pero también sus historias dieron pie a filmes como “Frenchman's Creek” (1944) de Mitchell Leisen, “The Years Between” (1946) de Compton Bennett, “Hungry Hill” (1947) de Brian Desmond Hurst, “My Cousin Rachel” (1952) de Henry Koster y “Don't Look Now” de 1973. Este último trabajo, dirigido por Nicholas Roeg, se tradujo en estas latitudes como “Venecia rojo shocking” y se podrá ver esta noche a partir de las 23.30 en la sala del Cine América (25 de Mayo 3075) dentro del ciclo “Clásicos del Terror”.
Paramount PicturesCon el protagonismo de Donald Sutherland y Julie Christie (ambos en una cúspide interpretativa luego de intervenir el primero en “Klute” y “M.A.S.H” y la segunda en “Doctor Zhivago”, “Darling” y la genial “Del mismo barro”) desarrolla diversas ideas visuales que apuntan a transmitir desasosiego. El argumento, que no alcanza a transmitir las sensaciones que llenan cada fotograma de “Don't Look Now”, señala que un matrimonio de mediana edad busca refugio en Venecia para intentar superar la trágica muerte de la pequeña hija de ambos. En la ciudad italiana, donde el personaje de Sutherland tiene la tarea de restaurar una iglesia, entran en contacto con dos ancianas que aseguran estar en comunicación con la niña muerta. Mientras tanto, un peligro indefinible acecha detrás de la melancólica belleza de los canales.
El director Nicholas Roeg (que en el albor de los ‘70 había presentado las rupturistas “Performance” y “Walkabout”) acierta en su intención de transmitir angustia e incomodidad a partir de la puesta en escena y de la estructura formal de la película. El desarrollo no lineal (la película juega con las nociones de pasado, el presente y el futuro) y las continuas elipsis suponen un desafío, a la vez que introducen al espectador en los vericuetos de esa pareja que, en la superficie, parece haber superado el trance pero en el fondo busca alternativas para exorcizar un dolor que no cede. En cierto modo, esa Venecia que en el imaginario popular está asociada a la vida y al romance pero que aquí se traduce en muerte y oscuridad, es un reflejo del derrumbe interno de los protagonistas. El hecho de que al arquitecto John Baxter (el personaje de Sutherland) le encarguen la refacción del templo en ruinas contiene, en este sentido, un fuerte poder metafórico. A su vez, el agua adquiere una dimensión simbólica particular: la niña muere ahogada y, paradójicamente, sus padres buscan consuelo en una ciudad donde lo acuático es central.
Paramount PicturesLo que funciona mejor en “Venecia rojo shocking” (para ser justos, la traducción del título que se hizo en España, “Amenaza en la sombra”, hace más justicia al espíritu de la película) es su ambigüedad. Esa imprecisión, traducida en creciente incomodidad, está presente desde el comienzo, cuando emerge el obligado interrogante respecto a si las ancianas realmente poseen cualidades para comunicarse con el más allá o son advenedizas con intenciones oscuras. También en la propia conducta de Baxter, que grita “¡Christine está muerta!”, pero luego tiene visiones de su supuesto fantasma y lo persigue por las calles. Esa sensación también se extiende al desarrollo del filme, que hace equilibrio entre el thriller psicológico y el puro terror. Atmósfera turbia que se amplifica con los callejones oscuros que recorre Baxter.
Paramount Pictures“Don't Look Now” / “Venecia rojo shocking” / “Amenaza en la sombra” es un filme irrepetible por su habilidad para sugerir antes que mostrar. Así como en la versión cinematográfica de “Rebeca” (1940) el fantasma de la fallecida mujer parece sobrevolar por todos los rincones del antiguo caserón, en este caso la sensación de peligro es casi palpable en las callejuelas venecianas, pero nunca se corporiza. Lo sobrenatural, en rigor, nunca asume una forma determinada, sino que está todo el tiempo insinuado y de ahí el horror que genera. Basta recordar el mítico final, donde Baxter finalmente se encuentra frente a frente con lo que él considera es el espectro de su hija, pero en realidad se trata de un ser real y destructivo.
Pasaron casi 50 años y el género de terror tuvo giros diversos, al punto en que hoy parece difícil poder conmover o sugestionar a un público adiestrado a lidiar con los sobresaltos. Sin embargo, la obra maestra de Roeg mantiene por completo su capacidad para inquietar.