"La Confesión de Molière + 2051 Odisea del exteatro": un clásico del futuro
La obra escrita por Silvia Beltrán, con dirección de Adrián Airala (creador también de una subtrama que la contiene) se estrenó el viernes 12 de julio, con las actuaciones de Javier Bonatti, Demián Sánchez, Gabriel Prieto y Marisa Ramírez. En diálogo con El Litoral, la autora repasó el proceso de gestación de una reivindicación del arte que atraviesa las eras.
“En la Argentina de 2051 la leyenda de Molière ha conseguido mantener vivo el fuego del arte en estado de rebelión”, imaginan los creadores. Foto: Gentileza Teatro de la Abadía
El pasado viernes 12 de julio se estrenó a sala llena, en el Teatro de la Abadía (Estanislao Zeballos 3074), “La Confesión de Molière + 2051 Odisea del exteatro”, una obra pensada y escrita a partir de uno de los personajes más destacados de la historia del teatro.
Escrita por Silvia Beltrán (que en 2018 estrenó “La Zócala”, cuyo texto formó parte de la VIII Bienal Internacional de Dramaturgia Femenina en La Habana, luego de haber sido seleccionada en el concurso de dramaturgia femenina “La escritura de la/s diferencia/s”), está dirigida por Adrián Airala, y cuenta con las actuaciones de Javier Bonatti, Demian Sánchez, Gabriel Prieto y Marisa Ramírez.
Reza la sinopsis: “En la Argentina de 2051, muchas personas siguen deseando acudir al teatro y ver una obra de manera convencional, sin saber que la actividad teatral ha dejado de ser una creación humana. Pero por fortuna, la leyenda del gran Molière, con sus pasiones intactas, ha conseguido mantener vivo el fuego del arte en estado de rebelión”.
Y agrega: “‘La Confesión de Molière + 2051 Odisea del exteatro’ es una fusión intensa de dos obras y de dos épocas muy distantes entre sí, que explora aquello que es permanente, que está inserto en nuestra propia naturaleza humana y que se repite en el tiempo, en el devenir de los siglos, a pesar de todo”.
En diálogo con El Litoral, Beltrán repasó su proceso creativo y la impronta que Airala y los actores le aportaron a la propuesta.
Una obra dentro de otra
-¿Qué te llevó a centrarte en la figura de Molière para esta obra?
-Como se lo comenté a una periodista amiga, se me ocurrió focalizar en esa figura un día, viendo casualmente en YouTube a un grupo de teatro de un colegio secundario haciendo “El enfermo imaginario” de Molière. Se me ocurrió buscar, y encontré que prácticamente nada o muy poco se ha hecho sobre el mismo Molière, tanto en teatro como en cine. Y me dediqué a leer sobre su personalidad y sobre su vida. Una vida vertiginosa, singular, inmolada completamente al arte.
-¿Cómo surgió la idea de fusionar dos épocas tan distintas como el siglo XVII y el año 2051?
-Bueno, esa idea no es mía, sino del director de la obra. Cuando lo busqué para proponerle dirigirla, él a su vez me propuso hacerla desafiar el tiempo colocándole una suerte de “contenedor”, que él mismo escribió y que se llama “2051 Odisea del exteatro”. Me pareció una idea atrevida y provocadora, como un gran paréntesis encerrando una obra como “La confesión...”, que responde al género de teatro clásico.
-¿Cuánto tiempo te tomó desarrollar y escribir “La confesión de Molière”?
-Como hacen muchos escritores la escribí de un tirón... y luego la fui cambiando hasta sentirla como realmente me retumbaba en mi interior.
-¿Cuáles fueron los mayores desafíos al rearmar y reformular la obra?
-Eso se consigue leyendo y buscando y estudiando la época, el registro del lenguaje, los conflictos sociales imperantes en la Francia del 1650 que condicionaron a ese genio que fue Molière en su bohemia cuestionada, en su deseo de vivir solamente para ser, como lo dice en la obra, “un bicho totalmente infectado por el arte”.
Beltrán (a la izquierda) y Airala (con el brazo en alto) junto a los actores, en el saludo final. Foto: Gentileza producción
Fidelidad
-Mencionaste que podías darle muchos finales a la obra. ¿Cómo decidiste cuál sería el final más apropiado?
-Pude darle otros finales, porque la ficción nos abre muchas puertas y yo, si bien quise ajustarme a lo que en realidad ocurrió, no tenía la intención de hacer un documental, ni una tesis actuada. Pero a pesar de eso... decidí que el final fuera el que realmente fue, hace tantos y tantos años.
-¿Cómo lograste combinar elementos clásicos con problemáticas contemporáneas en la narrativa?
-Precisamente quisimos mostrar ese hilo existencial que vemos inalterable: el tiempo pasa, los siglos se cumplen, las culturas son diferentes, los lugares son otros, la gente habla de otra manera, pero los conflictos, las pasiones, las dudas, las disputas, las interacciones humanas al final tienen el mismo sustrato. La humanidad se repite a sí misma, las personas se plantean los mismos dilemas, en el eterno retorno que todos conocemos.
-¿Qué tipo de investigación realizaste para capturar el entorno doméstico y el lenguaje de la época de Molière?
-Mi investigación no tuvo un sistema. Fue devorar todo lo que encontré al respecto. La internet es en sí misma una biblioteca profunda, generosa y fascinante.
-¿Cómo influyó la integración de sonidos ideados a partir de Inteligencia Artificial en la obra?
-La idea de incorporar el uso de la IA en el sonido de la obra fue de Adrián. Una sofisticación que a mi modo de ver la enriquece y le marca el futurismo que necesitamos para dar más contundencia a las diferencias de época.
Prieto, Sánchez, Ramírez y Bonatti, el cuarteto actoral convocado para lucirse en esta puesta. Foto: Gentileza producción
Frente a la platea
-¿Qué impacto genera el uso de esta tecnología en la experiencia del público?
-Al público pareció impactarle y sorprenderle hermosamente. Fue algo muy logrado y le dio una excelencia diferente al espectáculo.
-¿Qué destacarías del trabajo de los actores en sus respectivos roles?
-Los actores estuvieron increíbles, qué puedo decirte yo... Son talentosísimos y cada uno de ellos está magnífico en su papel.
-¿Cuál fue la respuesta del público en el estreno?
-Se agotaron las localidades. La sala estaba repleta. Hacía mucho frío y la gente de todas maneras fue a vivir esa noche de teatro cálido, en una Sala preciosa como es la de La Abadía. Fue muy emocionante advertir que no cabía ni un alfiler. Y nos sorprendió ver que después de casi 90 minutos, luego de los aplausos y los saludos, la gente se seguía quedando, charlando sobre el espectáculo. ¡Nadie se terminaba de ir!
-¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto que nos puedas adelantar?
-No lo estoy trabajando concretamente ahora porque hace meses que esta obra ocupa todas mis ansiedades. Pero posiblemente el año próximo me decida a sacar a la luz otra obra más, que tengo pendiente y que aún estoy terminando de editar.
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