"Corintios 6.18": Monseñor Storni revive en el teatro
La obra escrita, dirigida y protagonizada por Brian Bolsón, con asistencia de Camila Borda, recrea los años del polémico arzobispo al frente de la diócesis santafesina, con hechos que vieron la luz a lo largo de los años. En diálogo con El Litoral, los creadores repasaron la historia y el proceso de llevar a escena una temática que sigue siendo controvertida.
Bolsón como Edgardo Gabriel Storni, celebrando misa en una sesión fotográfica que ya despertó polémica antes del estreno. Foto: Gentileza Martina Senn
“Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”. Así dice el apóstol San Pablo en su “Primera epístola a los corintios”, cita de la cual toma su título “Corintios 6.18”, obra teatral escrita y dirigida por Brian Bolsón. La misma se estrenará este sábado a las 21 en Multiespacio Valeri Montrul (San Lorenzo 2513) y cuenta con las actuaciones de Josefina Baragiola, Alberto Bilbao, Eduardo Cabrera, Emiliano Feruglio, Desiderio Penza, Fernando Zalazar, Camila Borda (también asistente de dirección) y el propio Bolsón, con Martina Senn (quien realizó la producción fotográfica) como suplente estable.
Se propone como una “crónica teatral basada en hecho reales ocurridos en el Arzobispado santafesino entre los años 1983 y 2002”, que “atraviesa todo el principado de Edgardo Gabriel Storni frente a la diócesis de Santa Fe de la Vera Cruz”; partiendo del 15 de agosto de 1982 cuando, en circunstancias nunca aclaradas, un camión embistió el auto que manejaba Monseñor Vicente Zazpe, quien fallecería al año siguiente.
Las anticipadas se consiguen a $ 5.000 ($ 4.000 para jubilados y estudiantes); en puerta costarán $ 6.000 ($ 5.000 con el descuento).
Para adentrarse en esta particular historia, El Litoral conversó con Bolsón y Borda, también repasando el trabajo de puesta.
Personaje controvertido
-¿Cómo salió meterse con un tema que sigue siendo espinoso para la sociedad santafesina?
Bolsón: -Tengo 34 años, o sea, nací en el 90. Hice jardín en Santa Lucía, padre (Edelmiro) Gasparotto; la primaria y la secundaria en el Colegio Sagrada Familia. Con un contacto con sacerdotes de cerca; con una familia religiosa, de ir los domingos a misa, mi hermana muy comprometida con movimientos dentro de la Iglesia. Ya entrando en la adolescencia, antes de mi partida de la Iglesia, dentro de un movimiento scout.
En los últimos años previos en mi partida fui sacristán de una iglesia en Santo Tomé: pude tener las llaves de la parroquia, colaboré muchos años, con un contacto directo con sacerdotes, porque en la casa parroquial había dos curas. En esa convivencia uno conoce el lado humano del sacerdote, que es una persona común y corriente, que tiene necesidades fisiológicas como cualquier ser humano.
Borda: -No deja de ser persona por ser sacerdote.
Bolsón: -El párroco contaba que una vez dijo “permiso, voy al baño”, y una mujer grande le preguntó: “Ah, ¿ustedes van al baño?”.
Y también el lado político: también es un rol social y un rol político. Entablé hasta el día de hoy una amistad con un cura con el que yo hablaba del celibato, pudimos ahondar un poco más en esos temas.
Por otro lado, una vez escuché que hay un fenómeno: que todos vivimos, por ejemplo, una crisis económica, siendo niños y después cíclicamente ya siendo adultos. Más o menos algo así me sucedió a mí: colegio privado en los 90. bajo el poder de un arzobispo muy conservador; recuerdo, por ejemplo que hubo chicas que quedaron embarazadas y que los directores las expulsaban.
Cuando me siento investigar, dije: “Ah, ahora me cierra todo esto”. A Storni nunca lo traté, pero me acuerdo de cuando íbamos a Corpus Christi (obligados por los directores de los colegios) de él hablando. Todo eso me atravesó inconscientemente como para poder hacerla.
Y desde un punto de vista artístico, la gente que suele ir a ver mis obras o inclusive mis amigos, me dicen: “¿Por qué obras que pasan en Buenos Aires?”. Todas mis obras transcurren en ciudades de Buenos Aires. Fue como un reclamo: “¿Por qué no haces algo de Santa Fe, o algo más local?”. Yo me rehúso; numerosas veces voy a Santo Tomé con mis obras, y todas las obras pasan ahí: si conocen a Margarita que es la cajera del supermercado.
-Algo que disfrutan los cuatro que saben quién es Margarita.
-Es una cuestión de chauvinismo. Entonces pensé por qué no hacer algo que sea en Santa Fe, pero que sea incómodo. Cuando la gente se entera pregunta: “¿Por qué de Storni, habiendo tantos curas que podés hacer la vida?”.
Borda: -Porque es interesante.
Bolsón: -El teatro es incómodo.
-Lo otro sería como las “Vidas de santos”: “mirá qué bueno era”. Storni es el elefante en la habitación, que nadie lo nombra: tuvieron que salir periodistas de Buenos Aires a sacar el tema.
Bolsón: -Se destapó gracias al libro de Olga Wornat, que eran cosas que ya se sabían; se blanqueó esta situación. Pero también es una figura controvertida, porque hay mucha gente que lo defiende a monseñor Storni; se olvida o decide hacer la vista gorda en las cosas que son difíciles de ocultar.
La obra iba a ser orientada principalmente en el escándalo sexual; pero luego me topé con que desde el análisis es una persona muy interesante, es un personaje atrayente: responde a un sistema social de esa época, donde todos éramos católicos más que por convicción, por apariencia. Y donde la Iglesia tenía un peso muy fuerte, hasta la llegada del socialismo: el tipo elegía los funcionarios del intendente, de los gobernadores. Por medio de amenazas contundentes de excomunión, luchó contra tres grandes leyes: la de reproducción asistida, la de divorcio vincular, y la construcción de los casinos.
Borda: -Es increíble que a la gente le moleste lo del abuso, pero te deje de lado esto, de un sacerdote no tiene nada que ver en la política, y podía mandar o decidir quién gobernaba, o qué leyes, o cómo se destinaba la plata. Bueno, no hablemos de los abusos, hablemos de esto. No sé si la Iglesia estaba haciendo un buen partido por ese lado, porque ellos se tenían que preocupar por otras cosas, no por si se hace un casino o no.
Poder eclesiástico
-Storni llegó porque muere Vicente Zazpe, que era una figura totalmente contrapuesta.
Bolsón: -Monseñor Zazpe no era tercermundista; en los hecho lo era, pero tomaba una lejanía. Le hablaba a la gente y tenía un compromiso social muy grande. Tuvo un accidente y al tiempo al año falleció; donde no está del todo claro qué es lo que pasó ahí.
-Otra cosa que no se habla; de Enrique Angelelli ya se sabe más que fue asesinato.
Bolsón: -Zazpe marcó una grieta. Voy a citar un cura con el que estoy hablando mucho últimamente con fines artísticos, porque nos han prestado colaboración algunas cosas es la obra: “La cercanía que tuvo Zazpe con el pueblo se perdió cuando asume Monseñor Storni”.
Borda: -Storni buscaba un estatus, apuntaba a la alta sociedad y olvidó la parte de Zazpe, que le prestaba más atención a las minorías, al pueblo. Storni quería llegar a una élite, a ciertas personas y listo.
-Era una especie de obispo medieval.
Bolsón: -Era un reflejo de la sociedad. Cuando dejé la Iglesia me seguía enterando por la tele o por redes sociales que se hacía la procesión a la Basílica de Guadalupe. Desde hace un par de años, no sé si es por el algoritmo de mi celular o qué, pero no me llegan tanta información. Es algo social, por parte del socialismo también: cuando llegan las ideas progresistas, la Iglesia pierde poder. Como cuando después de la Guerra de Malvinas el temor al militar perdió fuerza, se toleró hasta que se llamó a elecciones.
Acá fue algo parecido: la gente empieza a sentir vergüenza del accionar de Storni, los que lo defienden ya no lo pueden defender, porque es indefendible; y ahí pierde poder.
Borda: -Se decanta por su propio peso: la gente que es 100% cristiana queda y la que no estaba por convicción dice: “Ya no sirve seguir sosteniendo esto”. La Iglesia agrupa gente que necesita una guía; como ahora se está buscando una guía en otras religiones u otras miradas, la Iglesia queda un poco de lado también.
Bolsón: -Ante el problema que se arma desde que se hace pública la carta del padre (José) Guntern, llamándolo a la reflexión, hace dos cosas que están en la obra: la primera, organiza una contraofensiva contra el padre Guntern.
-Lo encerraron en una pieza.
Bolsón: -Le dijeron: “Firmá, pensá que te podés morir. Dale, atorrante, firmá de una vez”. Storni dijo que no estaba en el Arzobispado ese día; en realidad estaba, pero en otra pieza.
En segundo lugar, ni lerdo ni perezoso, se refugia en Roma, porque tenía contactos fuertes en el Vaticano.
Nunca renuncia como sacerdote, renuncia al Arzobispado: pero diciendo que él no se hacía cargo de nada, porque ni siquiera su conciencia lo jugaba. Después se va a Córdoba: ¿quién no es feliz en Córdoba, las montañas y qué sé yo? Y la justicia vuelve todo a fojas cero.
Máxima tensión: el “apriete” al sacerdote José Guntern, tras hacerse pública la carta a Storni por las denuncias de seminaristas. Foto: Gentileza Martina Senn
Desarrollo
-¿Cómo se baja todo esto a tierra?
Bolsón: -Para empezar, teniendo en cuenta las limitaciones que te da el teatro: el teatro no deja de ser gente que se sienta a ver. A diferencia del cine, que podés estar comiendo pochoclo, la atención está más puesta en lo que se está montando. Con una película en tu casa, uno pausa, va al baño y vuelve.
Borda: -Acá hay que tener un hilo, mantener al público atento y concentrado dos horas.
Bolsón: -Me quedó mucha información que me fascinó haber leído, pero como tiene que haber una trama se sacan.
La obra tiene una mirada muy intestina del caso de Storni: empieza con el atentado a Zazpe, cuando él asume; sigue todo el entramado político que él tenía con el intendente de ese momento, con el gobernador de aquel momento. No hay nada explícito, pero se narra un poco toda la parte escandalosa: en Calamuchita intenta besar a un seminarista, que habla con el padre Guntern; y recala en la investigación de Monseñor (José María) Arancibia. Todo lo que ocurre por fuera, no lo muestro. Todo el reinado de Monseñor Storni fue en su despacho: salía a reuniones sociales, a la celebración del Corpus Christi y volvía; todo queda ahí.
La Iglesia se ampara en el derecho canónico: todo lo que ocurre dentro de la Iglesia lo resuelve un sacerdote que es abogado o legista. Por eso elijo destacar la figura de Monseñor Arancibia, que era como un Sherlock Holmes: ha resuelto situaciones de malversación de fondos, era una persona que tenía una cintura y una espalda para llevar adelante esta investigación desde el derecho canónico. Cuando lo llamaban periodistas, cuando la investigación de Storni se abre con abogados, de la querella, Arancibia nunca se presenta a declarar.
Camila Borda, asistente de dirección y actriz, en una obra donde los roles centrales son, por definición, todos masculinos. Foto: Gentileza Martina Senn
Equipo artístico
-¿Cómo fue armar el elenco?
Bolsón: -Puse el foco en que nadie es parecido a nadie. Aparecen (Carlos) Reutemann, (Jorge) Obeid, Arancibia, Daniel Germano, (José María) “Tati” Vernet. A Storni lo hago yo, que tampoco soy parecido.
Me decían: “Me voy a ver videos”. No, porque si no serías Martín Bossi haciendo un personaje.
-No se trata de imitación.
Bolsón: -Claro, hacé tu versión del personaje.
Borda: -Aparte con que estén nombrados ya se entienden quiénes son y qué rol cumplen.
Bolsón: -Convoqué a gente que ya ha trabajado conmigo en su mayoría; y el physique du rôle estaba: es gente grande, de 40 a 66 años. Les dije: “No me creo que son curas ni ahí”. No me gusta el cliché de la voz: “Hablame normal”, no busquemos una caricatura.
-Que no sea Peperino Pómoro.
Bolsón: -Claro.
Borda: -También les conllevó aprender vocabulario, o empaparse un poco más de cómo hablan los curas, qué movimientos tienen, qué palabras se usan; costó un poco al principio.
Bolsón: -Con transustanciación se trababan, con diócesis, arquidiócesis. También un cura está en contacto espiritual todo el tiempo con Dios. Hay un momento en el cual recreé imaginariamente una charla entre Arancibia y Guntern en la que se debate políticamente sobre la figura de Jesús; bueno, me tengo que creer que son dos personas eruditas en el tema, y no son actores.
-Siempre tenemos una conversación sobre la disciplina y profesionalismo, aunque nadie vive de esto.
Bolsón: -Estoy muy conforme con el grupo, porque es un buen caballito de batalla: es gente que entiende cómo funciona esto; si vos te extendés una hora más se quejan pero lo hacen, por una cuestión vocacional.
Me gustaría destacar que tenemos un grupo que además de ser profesional es generoso: hay chicos que disponen de autos y que por ejemplo nunca tuvieron problemas en buscar escenografías en lugares alejados. Es un grupo que está predispuesto.
Borda: -Es muy humano: desde ensayar en una casa, con todo lo que conlleva, a disponer de la movilidad de llevar y traer gente. Un grupo muy solidario.
Nunca me pasó en otra obra depender tanto de terceros. La sesión de fotos fue muy controvertida: fue en una iglesia, pedí permiso para utilizar todos los objetos que había ahí; demandó una comunicación constante con los sacerdotes. Que se intente prohibir algo en pleno siglo XXI es complicado.
-¿Hubo problemas?
Bolsón: -Sí, pero estaban dentro de mis planes. Es algo social: la gente ve mal que una persona se vista de sacerdote y use un cáliz que está consagrado para la actividad, pero en el momento no se hace la transustanciación. Y no se enojan porque haya mucha gente en la calle o porque hay niños revolviendo la basura, que la Iglesia tiene que estar ahí.
El segundo problema fue: “Mmm, Storni, guarda con lo que vas a decir; después de esto no te van a ir a ver más”. En el Arzobispado están bien enterados, y me gustaría que vayan.
Borda: -Si están asustados con lo que puede pasar, algo están demostrando. Yo iría a ver la obra y diría: “Sí, apoyo, lo representaron muy bien, está bueno que cuenten estas cosas”.
-¿Cómo es el trabajo entre ustedes, con el director en el rol protagónico?
Bolsón: -Se trata de delegar, siendo que hay un criterio distinto, y confiar en que las cosas salgan. Es difícil, la clave está en confiar en la persona en la que delegás.
Borda: -Brian para armar un personaje tiene su metodología: no te lo va a mostrar hasta el último día. Queda plenamente en confiar en que lo va a saber llevar adelante. Este año no tengo tantas escenas con él, pero todos sabemos que hay que confiar en que él lo va a mostrar.
Él la escribió, el la dirige; por ende sabe qué es lo que quiere y adónde quiere apuntar. Por ahí cuando miro las escenas estoy: “Me parece que esto sale muy lento”, voy opinando en base a lo que se ve, y después él lo diagrama en su cabeza lo que quiere.
Bolsón: -Es común ver lo del “policía bueno y policía malo”: “Sé que Brian me puede contestar de esa manera, voy a hablar con Camila, que me pueden responder de otra”. Ilusos (risas).
Sumar espacios
-¿Cómo siguen después de las cuatro funciones en Valeri Montrul?
Bolsón: -El plan es continuar el 4 de octubre en el Centro Cultural de Santo Tomé, y 5 y 6 en el Centro Cultural Provincial. El año que viene empezaremos el año con la obra de este, algo que ya venimos haciendo.
Tenía mucho miedo, por cuestiones de público conocimiento, en cuanto a la plata, cobrar una entrada no barata; y sin embargo la gente va igual. Eso te deja un poco de tranquilidad en cuanto volverla a hacer el año que viene.
Borda: -La agenda siempre queda abierta: si surge alguna fecha, encantados. Sabemos que de julio a diciembre noviembre está la tentativa de que aparezcan fechas. Siempre estamos buscando algún que otro lugar para seguir mostrándola.
Staff
Fotografía: Martina Senn.
Diseño de Gráficas: Kum Gorosito.
Luminotecnia: Federico Toledo.
Diseño de vestuario: Florencia Tourn.
Maquillaje: Agostina Koratti.
Actor de voz: Gianfranco Salomón.
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