El Coro Polifónico Provincial presenta "De Cuba traigo un cantar"
La agrupación dependiente del Ministerio de Cultura de Santa Fe mostrará un repertorio variado de música cubana, de la mano de la directora invitada Alina Orraca, una de las figuras de la escena coral de la isla. La visitante, acompañada por la titular del organismo, Virginia Bono, conversó con El Litoral sobre el programa del concierto, la conexión con los artistas locales, y repasó parte de su recorrido artístico.
La maestra Orraca desplegando intacta su pasión de toda la vida, bajo la atenga mirada de la referente santafesina. Foto: Flavio Raina
El Coro Polifónico Provincial de Santa Fe, bajo la órbita del Ministerio de Cultura, continúa su destacada temporada 2024. Este domingo 24 de noviembre, a las 20, el Teatro Municipal 1° de Mayo (San Martín 2020, Santa Fe) será el escenario para el 14° concierto del año, titulado “De Cuba traigo un cantar”.
La presentación contará con la destacada participación de la directora invitada Alina Orraca, una figura reconocida a nivel internacional por su trabajo con fundadora del Coro de Cámara de la Escuela Nacional de Arte de Cuba (ENA), de la Schola Cantorum Coralina (su grupo de trabajo personal) y la Coral Juan Pablo II. Bajo su batuta, el público santafesino podrá disfrutar de un repertorio vibrante que celebra la riqueza cultural y sonora de la mayor de las Antillas, a través de obras que conjugan tradición y modernidad. La entrada será libre y gratuita, sujeta a la disponibilidad de la sala y el orden de llegada.
De la mano de su directora titular, Virginia Bono, el Coro Polifónico ha consolidado una temporada 2024 marcada por la diversidad y la excelencia, llevando al escenario propuestas que recorren diferentes géneros y estilos.
El Litoral conversó con ambas conductoras, para conocer más sobre la propuesta, como así también del universo musical de la visitante y su patria.
Caminos compartidos
-¿Cómo se dio la conexión entre ustedes, y esta venida?
Bono: -Años de ser colegas y conocernos. Yo la conocí primero, porque es una de las grandes figuras de la música coral universal, y más en Latinoamérica. Después tuvimos la fortuna de encontrarnos en un festival América Canta que se hizo en Panamá: ahí nos conocimos personalmente, y enseguida encontramos los puntos en común.
Orraca: -Muchos puntos en común.
Bono: - Ella me invitó muy generosamente a trabajar con su coro en La Habana, en enero-febrero de 2020, justo antes de la pandemia: fue una experiencia maravillosa porque su coro es increíble, la Schola Cantorum Coralina.
Desde hace un tiempo Alina vive en Estados Unidos; a partir de ahí dije: “Fantástico: esta es la oportunidad para que nos pueda visitar en la Argentina”, y lo empezamos a planificar. El año pasado, cuando armé la programación del Coro Polifónico, ya tuve en cuenta que estábamos fijando una venida de Alina a la Argentina. Entonces se combinaron varias cosas: el trabajo con (el Estudio Coral) Meridies, la posibilidad de que la maestra dé una masterclass; y se incorporó a la agenda. Hace muchos meses que sabemos que Alina viene y que va a estar trabajando con el Coro Polifónico para este concierto.
Orraca: -Casualmente este año, cada una por su lado, fuimos invitadas al Certamen Internacional de Habaneras y Polifonías en Torrevieja, en España, como miembros del jurado. Ninguna sabía que la otra iba a estar. Cuando uno conoce a alguien afín, alguien con quien comparte muchas cosas (sobre todo espirituales, artísticas) ahí va todo entonces formándose: las ramificaciones que terminan siempre entretejiéndose y uniéndose.
A finales de julio estuvimos en el concurso de Torrevieja; ahí ya dijimos: “Tiene que suceder”. Siempre han sido experiencias maravillosas de trabajo, de aprendizaje mutuo; porque, aunque ella diga “la maestra Alina”, también la maestra Virginia es un paradigma de la música coral en Latinoamérica, en Argentina, en el mundo: ya está ofreciendo muchísimos cursos y talleres en distintas latitudes, no solamente en Latinoamérica.
Con ella aprendo muchísimo también; porque uno está constantemente (al menos yo pienso así) en el aprendizaje. Y más en esto de la música, porque siempre aprendes: a veces porque hay obras que no has hecho, y ves cómo trabaja la otra persona esa obra. Pero a veces te das cuenta de que no estabas perdida, que tienes tantos puntos en común y tú dices: “Mira cómo piensa, exactamente como pienso yo”.
-Te refuerza.
Orraca: -Sí: eso ha sido muy importante entre nosotras.
Bono: -La expertise de Alina fue un aliciente, una alegría poder planificarlo; pero además también la posibilidad de que se pueda escuchar música cubana de distinta índole y trabajarla con una especialista de su país, y presentar eso al público santafesino. En todas las actividades que se hicieron y en este concierto del domingo, que va a ser un concierto dedicado puramente a la música cubana.
El instrumento óptimo
-¿Cómo encontró al Coro? ¿Qué cosas fluyeron más fácilmente y qué cosas hubo que trabajar más?
Orraca: -Son dos coros excelentes, con la misma maestra y distintas formas de trabajar y de hacer. Ha fluido todo muy bien: con Meridies siento que estoy con Coralina, mi agrupación: es un coro donde uno hace toda la música que uno quiere hacer; que siempre está envuelto el pensamiento colectivo hacia lo que se quiere hacer; y se trabajan distintos géneros, distintos periodos de la música. Es un coro pequeño: por supuesto más moldeable, más rápido de trabajar con ellos.
El Coro Polifónico es un coro muy grande (no es “tan” grande: he trabajado allá en Cuba con coros de 400 voces); es un coro que tiene voces muy bien formadas, y que muchas veces cuesta trabajo unir, lo que nosotros le decimos el ensamble, el empaste del sonido. Casi todos son solistas, y a la hora de unir en un coro, donde todos tenemos que sonar como una persona, se hace un poco más difícil. Pero el grupo ha sido dócil, ha caminado en el trabajo, ha funcionado. Esa relación que uno tiene emocionalmente con el grupo pequeño es muy difícil tenerla con un grupo grande, pero ha funcionado.
El programa lo empezamos a pensar un poco ya en España. Tratábamos de que fuera un programa que tuviera un poco de todo: hay una obra grande que es un “Magnificat”, de un compositor bastante joven; que Virginia conocer porque era cantor de mi coro. Cuando ella fue, él quedó muy impresionado con el trabajo de Virginia; y muy humildemente le dijo: “Maestra, aquí yo tengo mi música por si usted la quiera hacer”.
Ahora cuando le dijimos a Alexis Rodríguez que iba a sonarse su música le dio mucha alegría. Él se fue a México a vivir: ahora está sonando su música en México; anteriormente venía en Cuba sonándola. Ya se ha ampliado el diapasón del lugar donde cantar.
Luego hicimos un centro, donde pusimos música original de compositores cubanos, y arreglos de música popular para coro. No muy rítmicos, no muy movidos, porque la maestra me decía: “Es difícil para nosotros los argentinos hacer todo ese ritmo que ustedes tienen, caribeño”. Yo le decía: “No es así, ya el mundo está globalizado: 20 años atrás podía ser, pero ya la gente baila salsa en todas partes. Y hace yoga: no conocíamos a los indios antes” (risas). Tomamos música sin demasiadas polirritmias, que son obras más difíciles.
Para el final, como ella me decía que al Coro le gusta la música sinfónico-coral, o la lírica, dije: “Vamos a hacer zarzuela cubana”: están “Cecilia Valdez” de Gonzalo Roig y “Amalia Batista” de Rodrigo Prats. Ahí hay muchos ritmos.
Bono: -Me sorprendió mucho, cuando visité La Habana, la conexión con la cultura española: me pareció mucho más fuerte que lo que existe acá en Sudamérica. Eso se ve en la música: es impresionante el género zarzuela propio cubano: no es copia de la zarzuela española. Muestra cómo un género se traslada a una “Nueva España”, o a una nación con una fuerte influencia española, con todo el glamour de lo que tiene la zarzuela. Y con el corte típico cubano: de hecho, va a haber percusionistas invitados que van a colaborar a darle ese toque caribeño.
Todo el programa está muy lindo y muy entusiasmante para el Coro, pero me parece que la zarzuela le va a mostrar a Santa Fe algo inesperado.
Orraca: -Los coros cubanos que hemos viajado mucho por el mundo, y hemos dado a conocer nuestra música, hacemos esas obras corales polifónicas o muy polirrítmicas, con grandes dificultades armónicas y rítmicas; complejidades importantes. Pero nuestros coros pequeños no acostumbran a hacer zarzuela, porque es un género lírico donde hay mucha rítmica, pero al ser teatral tienen complejidades los solos, pero los coros no tienen esa gran complejidad que tiene la música polifónica. Entonces la gente no conoce la zarzuela: van a tener la suerte de que de que les traigamos la zarzuela cubana a acá a Santa Fe.
Ambos solistas (Andrés Novero y María Alejandra Pistoni) son muy buenos; la solista que hace la Cecilia se ha metido dentro del personaje: baila, lo expresa.
Bono: -También es mostrar algo que quizás los cantantes líricos no lo tenían en vista como repertorio posible. Ahora pueden decir: “Voy a husmear en la zarzuela cubana, capaz que hay encuentro arias interesantes”.
Orraca: -Es un solo de soprano con muchos agudos, con muchas complicaciones expresivas. Está toda la rítmica, después hay un lirismo.
En cuanto a los músicos populares (Sergio “Checho” Rosa y Mariano Papini), Virginia me preguntó si le poníamos percusión: yo no soy percusionista. Creo que ningún director de coro que yo conozca en Cuba es percusionista, porque como tenemos tantos percusionistas, ¿para qué necesito tocar una percusión, si en realidad levanto el teléfono y puedo llamar a 25 personas?
Mi coro acostumbra a que cantan y tocan la percusión: a veces hay obras que tienen ocho instrumentos, que cuestan trabajo: porque hay una polirrítmica como afrorritmo, muy difícil; ellos estudian y llegan a cantar su voz (que a lo mejor no es la melodía) y tocar el güiro o la clave; o tocar cuatro claves a la vez, con distintos ritmos diferentes.
Empecé a poner en mis grupos de estudiantes: “¿Alguien sabe qué percusionista cubano vive en Santa Fe?”. No había. Y Virginia me dijo: “Tengo dos percusionistas, no te preocupes”. Realmente fue impresionante el reunirme con ellos: desde tener los instrumentos específicos, que son instrumentos cubanos.
-Que los lleva la instrumentación de la zarzuela.
Orraca: -Sí, pero el instrumental de la percusión en la zarzuela es más grande, porque tiene el orquestal y el popular. Entonces lleva por ejemplo las pailas cubanas, o timbales (no son usuales), que se tocan junto con la caja china y el cencerro.
El hermano de mis hijas (Mauricio Gutiérrez Upmann) es uno de los grandes buenos percusionistas jóvenes de estos momentos. Le decía: “Mauricio, dime qué ritmos van aquí, qué instrumentación”. Porque cuando veían las grabaciones me decían: “Acá va esto y esto”; “Sí, pero hay que reducir a dos personas”. Al final ha sido muy interesante trabajar con ellos, además que son excelentes músicos, están tocando muy bien la música cubana.
Se ve que al final sí se puede hacer la música complicada rítmicamente: Meridies está haciendo una de las obras más complicadas de la música coral cubana, que es “El guayaboso”, del maestro Guido López-Gavilán. Que se está cantando también en muchos lugares, no es un arreglo más tradicional: es música complicada, rítmicamente, sonoramente, armónicamente.
La Schola Cantorum Coralina en concierto, bajo la dirección de Orraca. Foto: Gentileza Granma
Los comienzos
-¿Cómo nació su inquietud por la música y la dirección coral? ¿Qué aprendizaje tuvo en las instituciones como la ENA y el ISA (Universidad de las Artes, conocida todavía por la sigla de su antiguo nombre, Instituto Superior de Arte)?
Orraca: -Siempre he sido bendecida. Empecé a estudiar música desde los cuatro años, porque hice un kindergarten musical. Y luego en el barrio había una maestra de piano donde mi mamá me mandaba con una vecina gallega, que me iba a buscar a la escuela porque mi madre trabajaba como profesora en la universidad. Me buscaba, me llevaba a la clase de piano, y ya cuando yo regresaba a la clase de piano, pues entonces llegaba mi mamá de sus clases.
A los siete años entré a la Escuela Nacional de Arte a estudiar piano, pero al final la mano no creció (no llego a una octava, y me dijeron: “¿Por qué no estudias dirección?”. A los 11 o 12 años más o menos decidí cambiar de carrera, pero no tenía edad para estudiar Dirección Coral, porque se empezaba los 16. Seguí en el piano, y me llevaban donde ensayaba el coro "de los grandes": los amigos que estudiaban Dirección Coral me llevaron a una maestra húngara, Agnes Kralovsky, que dio clases con la esposa de Zoltán Kodály. Excelente profesora, que formó a una generación muy grande de directores corales cubanos importante. Luego en el ISA estudié con la maestra Digna Guerra.
Intenté estudiar fuera, no se propició; otros compañeros menos lograron estudiar en Alemania, yo tenía beca para Alemania y vino la caída del muro de Berlín. Luego tenía una beca para estudiar en Dinamarca con Eric Ericson, pero nació mi hija y tampoco se propició.
Para los cantores y para el cubano en general era casi imposible poder viajar a otros lugares para recibir cursos, como hace cualquier persona. Entonces llevé siempre muchos directores de distintos lugares a Cuba: ingleses, estadounidenses, alemanes, ecuatorianos. Lo conformé con el ISA para que fueran cursos de posgrado; entonces esas personas venían y nos daban un diplomado de música sacra inglesa, por ejemplo; o de música del Renacimiento inglés; o de barroco, a través del “Magnificat” de Bach.
O del romanticismo alemán, con Werner Pfaff, por ejemplo: hicimos el “Réquiem alemán” (de Brahms), volvimos después a repetir y aprender música del romanticismo, de la música alemana en general. Al yo traer a esa persona a ofrecer cursos a Cuba, pues aprendí también: por supuesto, no fue no fue tan altruista totalmente; yo también me estaba salvando y aprendiendo con ellos.
Cuando empecé a viajar, teníamos muy poca información en Cuba; ya tenemos Internet, pero tardaron años desde que existió la Internet a que la tuviéramos. Empecé a salir ya desde el año 79, con el Coro de Cámara de la ENA: tuve la suerte y la desdicha de graduarme muy jovencita, con 17 años, prácticamente era una niña. Ahora yo veo una muchacha de 17 y creo que es una bebé; y yo era maestra de la Escuela Nacional de Arte. No pasó un año y mi maestra (yo estaba bajo su sombra) y mi maestra se volvió a Hungría: me quedé sola luchando con el aprendizaje, por ósmosis.
Después estudié en el ISA, pero igual teníamos la misma falta de información de música, o de equipos para oír la música: en nuestras clases de Historia de la Música teníamos una maestra maravillosa, que fue una gran directora de orquesta que trabajó muchos años en Brasil: Elena Herrera; y muchas veces hablábamos del barroco, por ejemplo, ella daba todas las características del barroco, y no había como escuchar la música. Después a lo mejor una noche nos podíamos reunir y escuchábamos la música, pero costaba mucho trabajo.
La primera vez que salí fue a Austria, fue un choque grande: tenía 21 años, pero era la maestra de personas que tenían mi edad, menos edad, y mayores que yo. En ese coro ya cantaban Conrado Monier y Beatriz Corona, que son dos grandes compositores actuales de la música coral cubana. Ahí aprendí muchísimo, porque empecé a ver todo lo que se hacía realmente en el mundo.
Luego empecé a ir a todos los lugares, a eventos, porque me invitaban a mí sola a dar talleres de música cubana; porque ahora se conocen mucho la música cubana: 30, 40 años atrás era totalmente nula la confrontación con nuestra música.
Soplo vital
-¿Qué actividad está llevando a cabo ahora, en Estados unidos?
Orraca: -Ya soy una señora grande, como dicen ustedes, retirada: ya me jubilé. Debía haberme jubilado a los 55 años, porque esa era la edad de jubilación en Cuba; cuando cumplí mis 55, por supuesto que yo decía: “No me voy a jubilar, imposible. Bueno, a los 60 lo voy a hacer”. Y pasaron los 60 y no me daba cuenta de que todavía estaba joven, estaba viva, estaba con deseo de proyectos. Seguí adelante: el último proyecto bien interesante que tuvimos con Coralina fue con Virginia, antes de la pandemia. Después de eso hicimos algunas obras sinfónico-corales con la Orquesta Sinfónica del Mozarteum y directores invitados alemanes.
Ya vino la pandemia, seguimos ensayando por WhatsApp; era muy difícil todo aquello. Hubo un periodo en que abrieron un poco las puertas: empezamos a hacer conciertos, hicimos un programa de televisión que está en YouTube: filmado en el Museo de Bellas Artes en La Habana. Y volvieron otra vez a cerrarse todas las puertas.
Había nacido mi nieta en Estados Unidos, y no había vuelos. Apareció un chárter por obra y gracia del Espíritu Santo, y un amigo me dijo: “Se venden mañana 15 pasajes. ¿Tú quieres ir a ver a tu nieta?”, y sucedió. Me fui allá a estar con mi hija y su bebé, y luego ya dije: “Bueno, ya tengo 64 años, voy a cumplir 65: he trabajado diez años por encima de lo necesario”. Para solicitar, eran 55 años de edad y 25 de trabajo, pero ya tenía treinta y tantos, casi 40. Y entonces dije: “Bueno, ya es hora de que me dedique a mí, a la familia, a tener mi vida tranquila”.
Allá estuve trabajando con el coro Voices of Miami, que dirige una chica que dio clase cuando era yo era jefa de cátedra en la ENA, Greisel Domínguez. Hice varias obras: monté toda la primera parte de “El Mesías”.
-Eso no es retirarse.
Orraca: -Dice mi hija (Anabel): “Mamá, si tú siempre has estado saliendo sola dando talleres; pues dedícate a ocuparte de tus problemas de salud, de descansar, de meditar, y hacer todas las cosas que has querido hacer durante tu vida; y dos veces tres veces al año (o cuatro, o las que salgan) pues vas y aportas felicidad y tus conocimientos a las personas”.
Eso fue lo que pasó ahora: hicimos lo de España, fue maravilloso estar en un jurado muy bueno, de buenos músicos, compartir inclusive con una profesora de canto lírico muy buena; e intercambiar, aprender el uno del otro a través de un género como es la habanera. Y ahora venir acá, pues ya es como que me hicieron el más grande de todos los regalos, que es renacer.
Como me dijo un amigo: “Es que tú eres como el Ave Fénix: de las cenizas vuelves a salir”. Pienso que van a surgir otras cosas para el año próximo; y así hasta que Dios me dé respiración, aire para vivir y posibilidades de respirar.
Y luego, pues nada: quedaré como una maestra cubana que dirigió coros, que disfrutó mucho la música. A mí me gusta mucho disfrutar lo que hago, y es lo que siempre le digo al coro: que nosotros no solamente le entregamos a las personas la música; le estamos entregando amor, pasión, tristeza, muchas emociones juntas. Y es lo que hay que tratar: que esa persona cuando salga haya recibido conocimiento, información, por supuesto; pero fundamentalmente haya recibido amor. Eso creo que es lo más importante.
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