Miércoles 6.12.2023
/Última actualización 16:54
El Cuarto Soda es una banda de rock homenaje a Soda Stereo que en pocos años se ha convertido en una de las más importantes y respetadas de la escena musical argentina y latinoamericana. Fue fundada hace seis años por el baterista Gabriel Muscio y el bajista Pol Walls, cuando Walls vio al cantante y guitarrista Brian Tolenti cantando en el subte de Buenos Aires y decidió tomar su contacto. Ese encuentro fortuito dio origen a este proyecto que desde entonces ha recorrido diversas ciudades de Argentina, Chile, Colombia, Uruguay y Paraguay, con un éxito arrollador.
Regresarán a Santa Fe el jueves a las 21, en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572), en el marco de su tour “Los 80s en Stereo”. Las entradas están a la venta en la boletería del local (de 18 a 0) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
Antes del show, El Litoral conversó con Muscio sobre este viaje de fanáticos “soderos” que se convirtió en un proyecto soñado.
Con la gente
-Esta es la segunda visita del año, abrieron el año en el Luz y Fuerza y ahora lo cierran en Tribus. ¿Cómo vivieron la recepción del público en el anterior show en Santa Fe?
-Fue un show muy al palo, como decimos nosotros. Eso nos da ganas de regresar, que todo siga retroalimentándose: la respuesta del público y también la performance nuestra. Todo tiene que ver con todo. Me parece que vamos por el segundo capítulo, y ya cerramos el año en Santa Fe; así que también para nosotros es una coronación.
-En abril llevaron más de 6.000 personas en la gira por el NOA, en Catamarca, Salta, Tucumán y Santiago del Estero. ¿Cómo salió la propuesta de esa gira, por plazas que no todas las bandas recorren?
-Nosotros queremos llevar este espectáculo a la mayor cantidad de gente posible; no solamente ser ombliguistas y pensar en Buenos Aires o en Capital. Me parece que los shows que más se disfrutan justamente son para este tipo de público que tal vez no tiene la posibilidad de haber seguido a un grupo, Soda en este caso.
Brian es oriundo de Posadas, Misiones: a partir de ahí tenemos esta inquietud siempre de recorrer la mayor cantidad de provincias posibles. Además porque nos encanta salir a las rutas, es parte del trabajo nuestro, se disfruta muchísimo; el tema es que a veces el cuerpo no da para todo (risas). Llegamos hace una semana de México, antes habíamos tenido una gira muy extensa por el sur, estuvimos en Colombia; hicimos un show grande en el Gran Rex también hace unos días. En la medida de lo posible vamos a seguir haciendo shows por la mayor parte de Argentina.
-La gira que los trae se llama “Los 80s en Stereo”. ¿Cómo se armó la síntesis de esa década para armar el concierto?
-Básicamente desde la sensibilidad de un fanático, y también interpretando lo que cada disco de Soda significó en un momento determinado. Por ejemplo, de “Nada personal” vamos a tocar los temas más característicos, porque en el show explotan. Y así de cada disco: quirúrgicamente extraemos lo más representativo y ahí armamos la primera etapa del show; después hay otro momento, otro bloque, revisitando el resto de la obra de Soda Stereo: canciones de “Dynamo”.
Pero básicamente la primera parte es la década de los 80, que es cuando Soda el gran salto de masividad en Latinoamérica. Esa década es parte importantísima de la historia de Soda Stereo, fundamental.
Gabriel Muscio, Brian Tolenti y Pol Walls, rememorando los tiempos en que Charly Alberti, Gustavo Cerati y Zeta Bosio trajinaban los escenarios. Foto: Gentileza producciónCanalizar un espíritu
-Hay una búsqueda desde lo sonoro, que también incluye los instrumentos, los equipos. En tu caso tenés una batería electrónica Roland DDR30. Es todo un aprendizaje, pero también hay mucho de investigación y de inversión.
-El otro día hablaba con los chicos, porque cuando fuimos a tocar a México el backline lo puso la productora mexicana; y ahí tuve que volver a tocar con la configuración de tom arriba de 12, con “chanchas” (floor toms) de 14 y de 16; que es el set que usó Charly en la última gira, “Me verás volver” de 2007.
Hablando de mi rol de baterista en El Cuarto Soda, es un desafío aún mayor: cuando hacemos los 80, suelo tocar con la Roland más los toms; que es una configuración completamente distinta a la que uso para votar temas de “Canción animal”. Entonces hay que acostumbrarse a tocar en distintas configuraciones: es como si un guitarrista un día toca con una guitarra de seis cuerdas, otro día con una de cuatro; un día con una guitarra eléctrica, al otro día con una acústica.
Lo lindo, y el desafío de Soda Stereo, es que cada disco, a nivel artístico, era completamente diferente al siguiente. Entonces hay que armar en base al espectáculo que se va a recrear: tengo que armar cuatro baterías. Y de la que voy a llevar a Santa Fe, una parte era de Charly Alberti: la batería original que usó en la 9 de Julio, cuando tocaron para 250..000 personas; la que usaron cuando fueron a tocar a “Fax”, el programa de Nicolás Repetto, la que usaron en la gira de “Dynamo”.
Pude conseguir parte de la batería de Charly así que esa es la que voy a llevar a Santa Fe. Es set que me sirve para todo el show, que hago parte de los 80 y el otro bloque con la misma batería; si no tendría que armar dos baterías.
-¿Cómo es ese proceso, tanto de cada uno como a nivel grupo, de buscar: “Mirá, acá se ve...”? Rehacer toda esa ingeniería inversa de reconstruir lo que lo que Soda hizo en algún otro momento.
-Exactamente. Porque no es lo mismo escuchar una música como fanático, como oyente, que después, siendo músico y armando un tributo a Soda, empezar a desmenuzar, a deshilachar; a meterse de lleno la composición. Es un laburo muy lindo, pero también es un desafío: las canciones de Soda están tan bien hechas (por eso Charly García dijo que Gustavo era “un arquitecto de la música”) que son demasiado simples y demasiado complejas al mismo tiempo.
El beat de batería, por ejemplo, es sencillo no es virtuoso, pero es complicado de tocar con la intensidad, con el groove y con la onda con que lo tocaba Charly; y con la identidad. Entonces lo que tratamos de hacer, además de recrear la estructura y los arreglos, también tratar de interpretarlo con esa misma onda, con esa misma autoridad. Para eso tenemos que tratar de jugar un rol donde las canciones son nuestras: como un juego, como algo lúdico: decimos “esta canción es mía. me la apropio y la ejecuto”. Si no, es un cover más.
Creo que parte de la identidad de El Cuarto Soda es tocar las canciones como si fueran nuestras: tomarnos un atrevimiento (con mucho respeto, obviamente, porque somos fanáticos). Pero eso la gente lo capta: se produce como una magia, somos como una especie de médium; donde están las canciones de Soda, el vestuario de Soda, los instrumentos de Soda. Como lamentablemente no se puede ver más a Soda en vivo (salvo que tengamos el auto de “Volver al futuro” y regresemos al 85), tratamos de emular eso: generar una cuestión también casi teatral Y que la gente está inmersa, se introduzca en este ambiente donde tal vez está viendo un espectáculo que en un momento vio y que quiso volver a ver; y bueno, para eso está El Cuarto Soda. Y el que no lo vio nunca, también lo va a ver (risas).
Una vida de preparación
-Los 80 son una un período en el que por ahí hay menos registros de conciertos (tanto de Soda como de otros artistas), pero son conciertos generalmente muy recordados: hablaste de la 9 de Julio, también lo fue Viña del Mar. ¿Cómo se incorporan esos elementos al show, tanto en lo visual como en los arreglos, y si hacen alguna versión parecida a algún vivo?
-Había un VHS de Soda en Obras en el 86; me acuerdo que iba al videoclub y a cada rato alquilaba ese VHS, y soñaba con tener esa batería. También con los vestuarios, la estética, el sonido de Soda en esa época. Y después encontré estos tres locos, y dijimos: “Vamos a recrear eso”. Lo pudimos lograr: lo hicimos en La Trastienda; tratamos de tener las mismas ropas. Pero eso lo hacemos desde lo fanático: nos gusta tanto Soda que queremos ser Soda.
Después cada uno tiene su carrera artística: yo toco con uno de los fundadores de los Fabulosos Cadillacs, Sergio Rotman, en sus discos solistas. He tocado con muchos músicos, pero en este caso es como que nosotros queremos ir a ese lugar donde rememorar ese momento donde dijimos: “Queremos ser músicos. ¿Por qué? Porque yo quiero tocar como Charly Alberti, quiero tener la misma batería, quiero estar en ese mismo escenario”.
Pasó el tiempo y con El Cuarto Soda estamos generando eso, pero los primeros promotores y los primeros críticos somos nosotros mismos. Yo iba al Parque Rivadavia acá en Capital; hace muchos años vendían casettes piratas de bandas nacionales. He comprado 20 casettes piratas de Soda Stereo, y me metía con los Walkman a escuchar detalle por detalle de diferentes recitales: el audio del bombo y los arreglos que hacía Charly. Es como que me preparé toda la vida para llegar a este momento.
Entonces vos me decís: “Una banda homenaje llegó al Gran Rex, llegó al Luna Park, cómo hicieron, ¿es fácil o es imposible?”. Pero resultó fácil, porque yo tengo más de 40 años, desde los 11 escucho Soda, y a partir de los 15 que quise ser músico y empecé a buscar información, a prepararme. No sabía que iba a pasar esto, uno puede saber lo que va a pasar con su vida; pero soy consciente de que me estaba preparando para esto.
-Más allá de los seis años que tiene la banda, El Cuarto Soda lleva toda la vida preparándose para lograr todo esto.
-Te voy a contar algo, que es muy loco y muy lindo al mismo tiempo. Cuando compré mi primera batería (súper pedorra, muy barreta, muy básica) la había pintado de negro y le había escrito en el parche del bombo el logo de Remo. Ponía el VHS de Soda Stereo en Vélez, armaba mi batería detonada, miraba la tele, lo miraba a Charly y tocaba. Y hoy me encuentro saliendo de gira con parte de esa batería, la que miraba por televisión. Es algo muy loco, que casi no tiene explicación.
A mí me llegó el dato a través de un fan destacado de que Eduardo Bergallo (uno de los técnicos de sonido de Soda Stereo) vendía parte de la batería. Me dijo: “La tenés que tener”. Y la Roland electrónica me la vendió Santiago Palacios, un chico que vive en Miami, que también colaboró para que (Fernando) Samalea compre algunas baterías allá; fue amigo de Gustavo. Me dijo: “Gaby, tengo esta batería que no la uso más. y la tenés que tener vos”. Todos los planetas se alinearon (risas).
Un paso más allá
-Hablabas del Gran Rex que hicieron el 10 de noviembre, un año después de haber hecho el Luna Park. ¿Cómo viviste la noche del Rex, y cómo está viviendo este momento de girar mucho, por los países en que giraba Soda?
-Te puedo hablar de la noche del Rex y también te puedo hablar de la semana previa: fue súper estresante, porque no es sencillo armar un Gran Rex, tenés que ajustar los detalles al máximo, de iluminación, escenografía; la banda tiene que estar súper ajustada. Fue maravilloso, pronto va a salir en YouTube.
Lo que hicimos fue recrear o intentar llevar al público a una situación más ligada a la etapa de “Dynamo”, en la que los Soda se metieron en un viaje de Manchester: escuchar a Happy Mondays, a My Bloody Valentine, bandas que no eran populares. Soda en esa época seguía siendo una banda popular, pero no sonaba como tal: la búsqueda artística era muy de nicho. Soda Stereo quería sonar como Curve o como My Bloody Valentine; difíciles de absorber y de digerir para el público que no es tan melómano: porque las guitarras tienen demasiado volumen, demasiada distorsión, la voz de Gustavo está más metida en la mezcla: no es “De música ligera”.
Pero Soda Stereo también era eso, y eso es lo lindo. Era “Persiana americana”, era “De música ligera”, pero también era “Secuencia inicial” o “Toma la ruta”; eran canciones complejas, como Como “Nuestra fe”, que es un tema medio disco que dura siete minutos y que tocamos entero. Queríamos explicarle a la gente que nos viene a ver (que espera los hits) que Soda es mucho más.
Con respecto a la gira, lo que nos pasa es que fuera del país son más fanáticos que en la Argentina de Soda Stereo: no sabés cómo los aman en Colombia, en México; gente con remeras, por amor a Soda y a Gustavo. Dejó un legado, trascendió fronteras, se instaló; y hoy sigue siendo una banda moderna, actual. Y es un orgullo para nosotros poder llevar ese legado.