Lunes 26.7.2021
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En el albor de la década de 1950 Walt Disney era una marca registrada. La compañía consagrada al desarrollo de dibujos animados había gestado obras maestras de incontrastable jerarquía. “Blancanieves y los siete enanitos” (1937) fue el innovador ariete, reconocido por el público, la crítica y la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Y lo que vino después rozó lo milagroso. “Pinocho”, “Fantasía”, “Dumbo”, “Bambi” y “La bella durmiente” marcaron pautas que luego fueron seguidas por todos los que intentaron introducirse en el terreno de la animación. A tal punto calaron en el alma del público, que todavía hoy las infancias de todo el planeta se maravillan con aquellos personajes, que le ganan la pulseada a los productos generados a través de nuevas tecnologías.
Walt Disney PicturesFoto: Walt Disney Pictures
De modo que para 1951 la factoría tenía que encontrar desafíos a la altura de la circunstancias. Desde los años ‘20 el propio Walt Disney tenía entre ojos “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll y sintió que era el momento adecuado, así que se propuso la tarea de adaptar este clásico tan incorporado en la cultura popular. Para eso debió valerse de una decena de guionistas que tenían que adaptar para la pantalla una obra cuya característica es la utilización del absurdo y la sátira en el contexto de la Inglaterra victoriana. Winston Hibler, Ted Sears, Bill Peet, Erdman Penner, Joe Rinaldi, Milt Banta, William Cottrell, Dick Kelsey, Joe Grant, Dick Huemer, Del Connell, Tom Oreb y John Walbridge intervinieron en la escritura y dejaron su impronta en la cinta que tuvo su premiere en Londres el 26 de julio de 1951 y su estreno en Nueva York dos días después.
Walt Disney PicturesFoto: Walt Disney Pictures
Personajes que calan hondo
En un comienzo similar al del libro, el filme arranca con una aburrida Alicia que asiste a una clase de Historia al aire libre. Medio adormilada, de pronto ve a un conejo blanco con un reloj, algo que le llama la atención. Sale corriendo tras él, entra en la madriguera y llega así al País de las Maravillas, donde se cruza con personajes extraños que (más en el libro de Carroll, menos en la más edulcorada caracterización de Disney) simbolizan aspectos de la sociedad inglesa, al tiempo que con sus alocadas acciones establecen un contraste con la impecable lógica infantil de Alicia. Algunos de ellos son El Gato de Chesire, el Sombrerero, la Oruga, la Morsa, el Dodo, Tweedledum, Tweedledee, la Reina de Corazones y el Sombrerero.
A la Reina, personaje inspirado en un naipe de la baraja francesa, le corresponden algunas de las mejores frases, de gran vigencia en tiempos en que se discuten temas como la acumulación de mucho poder en pocas manos: “¡que les corten la cabeza!” y “es mucho mejor ser temida que amada”. En el otro extremo, el Sombrerero aparece representado como un loco (en la caracterización que hace Disney esto está explotado para atraer a través de gags visuales al público infantil) pero en realidad sus afirmaciones son las más sensatas: “en un mundo de locos, tener sentido no tiene sentido”.
Walt Disney PicturesFoto: Walt Disney Pictures
Cuando trasladó a la pantalla otras películas inspiradas en textos famosos, como “Blancanieves”, “La Cenicienta” o el mismo “Pinocho”, los dibujantes de Disney trabajaron con mucha libertad y hasta fueron capaces de dar a esos personajes facciones que luego quedaron incorporadas en el imaginario colectivo. Pero al momento de diseñar a los personajes de “Alicia en el país de las maravillas” hallaron una dificultad: las ilustraciones de John Tenniel para los libros de Carroll, que tenían un peso difícil de eludir. Imitarlos no era posible, de modo que la factoría debió rediseñar casi por completo personajes y escenarios.
Esa decisión, más ciertas modificaciones argumentales y la inclusión de canciones basadas en versos y poemas del original de Carroll, no fueron bien recepcionadas por parte de los estudiosos de la obra del escritor británico. Vieron en ese rumbo un intento de Disney de “americanizar” una obra eminentemente británica y suavizar el contenido. Ward Kimball, histórico animador de Disney fallecido en 2002, sostuvo que el problema central de la película es que contó con demasiados creadores y directores. “Es el caso de cinco directores, cada uno intentando resaltar más sobre el otro, hacer su secuencia más memorable, más grande y más loca aún si cabe, esto hizo que el producto final se resintiera bastante”.
Pese a la fría recepción en su estreno, el film fue ganando puntos con el paso del tiempo, hasta convertirse en obra de culto. “La frenética versión de Disney de la obra de Lewis Carroll puede que carezca del ilógico encanto del libro, pero contiene una de las más grandes secuencias proto-psicodélicas del cine”, señaló la revista Time Out. Esto mucho antes de que el término se popularizara, hacia comienzos de la década del ‘60.
Las aventuras de Alicia creadas por Carroll fueron llevadas al cine decenas de veces, con giros sorprendentes. Mucho antes de la versión de Disney, en 1910, el pionero Edwin S. Porter hizo un cortometraje inspirado en las obras. De la década del ‘30 data una versión de Paramount Pictures dirigida por Norman Z. McLeod, que contó con un trabajo de guión a cargo de Joseph L. Mankiewicz y William Cameron Menzies, más tarde respetados directores. En 2010, Tim Burton hizo una adaptación desde su particular punto de vista, en la cual sumó a sus artistas fetiches: Johnny Depp y Helena Bonham Carter.
Cuando Walt Disney pensó en su propia versión, imaginó a la actriz Ginger Rogers, ya entonces un ícono de la pantalla sobre todo por sus trabajos en dúo con Fred Astaire, para prestar la voz al personaje principal. Pero finalmente se decidió por Kathryn Beaumont, quien según cuentan las crónicas se vestía como Alicia para entrar mejor en el personaje cada vez que tenía que grabar los parlamentos.
Walt Disney PicturesFoto: Walt Disney Pictures
En 1951 el film fue nominado al Oscar por su banda sonora musical y compitió por el León de Oro en el Festival de Venecia. No ganó ninguno de los premios, pero 70 años después tiene los pergaminos suficientes para ser un clásico del mundo de Disney.