Roberto Schneider
Crítica de la obra “Mis palabras”, dirigida por Marcelo Allasino, que se presentó en el Centro Cultural La Máscara de Rafaela.
Roberto Schneider
Descubrir el talento de un autor casi desconocido es para un director una fuente de inspiración que estimula su incesante capacidad creativa, sobre todo si el material con el que trabajará le pertenece. Evidentemente es lo que ha sucedido a Marcelo Allasino con “Mis palabras”, la obra de la que es autor y dirige que pudimos apreciar en el Centro Cultural La Máscara, de Rafaela. Un universo doloroso y creativo palpita y borbotea en torno de los seres creados por el autor, como las sustancias etéreas emanadas de un laboratorio alquímico.
Los dos personajes desean apoderarse uno del otro. El es un joven profesor de literatura y ella una joven con problemas de relación, de crecimiento. La idea del abuso está latente en todo momento, pero no es lo único que el autor dibuja. Allasino se sumerge en ese mundo y su sensibilidad lo acompaña. Desde la abrumadora presencia de la soledad, el vacío y una triste y confusa cotidianeidad se destila el encuentro de esos seres humanos en el mundo. Afanes redentores, violentos desencuentros, incomunicación y también un contacto con la pasión hila el crecimiento. Hay en “Mis palabras” un concepto del teatro en profundidad, un texto demoledor y bello, dolorosamente poético, que habla sobre la sinrazón del ser humano, sobre nuestras miserias, nuestras penas y nuestros instantes sublimes.
La pieza permite establecer la presencio de personajes de carne y hueso, verdaderos, con historias y motivaciones, con hastíos y anhelos, víctimas y verdugos, como todos. Y hay un desarrollo dramático que participa de la emoción, de las ideas y del interés hasta dejar al espectador comprometido, sin palabras, dolorido. El montaje se inicia a base de tantos y se abre a diversas vías que terminan por cerrarse. Pero es un balbuceo -tal vez buscado- que nos introduce en los cada vez más complejos estratos de ambas personalidades para terminar componiendo una historia rica y compleja, construida sobre la base de aristas y sutilezas: el enfrentamiento del ser humano con son su universo más íntimo.
Una apuesta difícil la de reivindicar el teatro de la palabra en un tiempo de imágenes espectaculares, la de plantear problemas profundos en una época de banalidades consumistas, la de hablas de los individuos en días de guerra y de tensiones sociales. Es por todo esto y mucho más que debe celebrarse “Mis palabras”. Es un reto del que Marcelo Allasino sale más que airoso. Es quien con su aceitado equipo de colaboración oficia el milagro de la transmutación. Agostina Prato y Nahuel Monasterio son los protagonistas del montaje y ofrecen un duelo interpretativo excelente. Son dos verdaderos monstruos de la actuación y se sacan chispas de creatividad en escena; Nico Diab es el excelente responsable de la música y puesta sonora en vivo; Leandra Rodríguez ilumina magníficamente y Uriel Cistaro es el autor del certero vestuario. Todos unidos en aras de ofrecer un espectáculo excelente.