Miércoles 5.4.2023
/Última actualización 16:04
“Este libro revela el secreto de un plan suspendido para realizar lo que hubiese podido ser una segunda parte del robo del siglo al Banco Río de Acassuso. Algo que no se hizo nunca en el mundo. Un hecho que quedaría en la historia como el eje de una bisagra sobre el que giran dos acontecimientos singulares” (Palacios, Larrosa, Estévez, 2022, pág. 7).
Así, Rodolfo Palacios, José Luis Estévez y Jorge Larrosa abren la puerta a “El segundo robo del siglo. El plan secreto para volver a asaltar el Banco Río” (2022), de reciente factura por Editorial Planeta. Con destreza, oficio y minuciosidad, como “una mosca en la pared” dirá la contratapa, los autores cuentan la historia del Doc y sus ñeris (entre ellos, El Uruguayo), trayendo insumos de producciones previas, como “Sin armas ni rencores. El robo al Banco Río contado por sus autores” (Palacios, 2014) y “Postales tumberas” (Larrosa, 2009), pero entramando una composición armónica y potente, fruto de seis manos trabajando juntas.
Tres
Entrevistados por El Litoral, Estévez (abogado penalista) y Larrosa (fotógrafo y poeta de la zurda) desgranaron el proceso que devino en el libro, los interjuegos realidad-ficción y el por qué de la pregnancia del hecho en la cultura popular argentina. El primero de ellos, sintetizó uno de los puntales la obra: “Hay allí una visión del mundo descarnada, real, sin hipocresía, que interpela también a dos escalas que en la sociedad se fueron distorsionando: la de valores adherida a la desproporción del obrero cuentapropista del robo, y la de las instituciones depredadoras de las naciones débiles. Lo que para mayor desproporción se muestra en quién paga el IVA y quién no”.
-¿De qué modo confluyen Rodolfo, Jorge y José Luis en la obra?
JL: -Rodolfo sería como un editor literario.
JLE: -Le da color a cosas que son opacas y velocidad a otras que se mueven poco.
JL: -José Luis se encargó de la parte jurídica (tratar de no complicar a nadie en lo que estábamos escribiendo).
JLE: -Yo soy demasiado estructurado para la literatura, pero pude aportar visiones sociales que tienen que ver con lo legal y realidades que no conocen las personas en general, y que están cerca de lo cotidiano.
JL: -Y yo, bueno, invento al mejor estilo de Robin Wood, con todo respeto y salvando las distancias.
JLE: -Jorge es minucioso e incisivo, su prosa introduce al tema de una manera completa.
-Jorge, ¿qué puntos de encuentro hallás entre “Postales tumberas” y “El segundo robo del siglo?
JL: -Los códigos de los ñeris. El respeto.
Ficción, realidad
-Casi como un homenaje a la “Tesis sobre el cuento” de Piglia, la historia transcurre entre la superficie y el mundo subterráneo. ¿Qué posibilidades estilísticas, narrativas les dio el enfoque bimodal?
JL: -Es como en un momento, como al azar decimos: “Ahora empieza la ficción arriba y la realidad abajo”. Fue una forma de decir “empezó el partido”.
Lo de Piglia es algo así como monografía de contar dos historias al unísono haciendo un profundo estudio de notables escritores. No olvidemos que habla de Poe, Borges, Quiroga, Chéjov y otros tantos; en cine es una constante de Tarantino. Sería simple escribir “mientras tanto”, pero carece de eco.
JLE: -Acerca del camino bimodal que mencionas, resulta casi obligatorio graficar la tensión que aparece entre la fuga de los ladrones y los perseguidores. Esto se desprende en primer lugar de la realidad, ya que en la desproporción de fuerzas, prácticamente el único aliado que tienen los ladrones a partir de que caduca el ardid, es el tiempo.
-¿Y la ucronía?
JL: -Comenzar con el robo al banco, ese que ocurrió realmente, ese que en cierta forma causó sorpresa en la sociedad, por llevarse tanto dinero sin provocar heridos. Caer después por lo impensado, por confiarse. El robo que provocó la admiración de todos, hasta de los policías. Ese robo real es la puerta de entrada al robo imaginario porque lo ocurrido en el real no permitió realizarlo.
El pasado real es la intro al presente ficto.
El Doc
-¿Qué recuerdos o postales les quedaron de aquellas entrevistas con el Doc?
JL: -El reconocimiento a la otredad, el respeto, por lo menos a mí. A medida que el tiempo pasaba, crecía la confianza. Llegó el momento que íbamos de una por alguna duda que teníamos y él nos atendía solícitamente.
-El Doc se presenta como el personaje de una película. Un humanista. Un sobreviviente ileso. ¿Qué es lo que más les fascinó de él?
JL: -El Doc se presenta como un hombre común. Su tranquilidad para contar, no había cambios emotivos aún en lo más desgarrador y angustiante. Todo era horizontal. Hasta la vida humana.
JLE: -El Doc es un tipo que no descansa. Se enorgullece de que sus compañeros lo apreciaron y lo aprecian, de tener fuerza para ayudar a muchos. Lideró y participó en toda clase de reclamos por la mejora de las condiciones carcelarias, pero en especial para abolir injusticias jurídicas que pudieron ser saldadas parcialmente con el 2x1 y la derogación del decreto ley automotor que penaba más a quien robaba un auto que a quien cometía un homicidio.
Su mayor satisfacción es haber conseguido romper un cerco de injusticias y contribuido a darle la libertad a sus iguales entre los que estaban muchos de sus compañeros. Es un sobreviviente pero yo no diría que ileso, no solo porque tiene en su cuerpo varios impactos de balas, sino porque de tantas batallas y tantas muertes nunca se sale ileso. Creo que lo sobresaliente del Doc es su compromiso con sus raíces.
Presentación del libro en la Librería del Fondo y Centro Cultural “Arnaldo Orfila Reynal” con la moderación de Bebe Contepomi. Foto: Gentileza PlanetaPrincipios
El robo tuvo una dimensión artística que los tres autores no desconocen, más bien indagan cual arqueólogos del sentido. Ella se manifiesta, por ejemplo, en algunos guiños y ecos literarios (Pizarnik, Aira, Guillermo Martínez), la utilización de armas de juguete y la leyenda final escrita en un cartel sobre la bóveda: “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es solo plata y no amores”. Pero no queda ahí.
Leamos juntos. “No era un robo exprés con un poco de ruido, un pum-pum y se iban a los tiros. Era una sinfonía” (2022, pág. 29). “Lo concibieron como lo hubiese hecho Picasso con su mejor obra si no se conformara con ella: borrar y pintar de nuevo, con la certeza que se lo podía hacer mejor” (pág. 9). “Un acto mágico sin público ni aplausos. Una actuación con el telón bajo. Y una desaparición destellante” (pág. 19). Y, sobre el Doc: “A simple vista, el hombre parece de otro tiempo. Tiene la estirpe y la apariencia de los cantantes de las antiguas orquestas de tango. Bigote, gomina, traje gris, camisa blanca, corbata con arabescos y zapatos brillosos. Pero en este momento, viernes 13 de enero de 2006, no está para cantar ni para bailar, aunque para desempeñar su rol delincuencial estudió teatro y lo ensayó como si todo fuera una puesta en escena sin público” (pág. 14).
-¿Cómo creen que confluyen y se articulan los principios antropológicos-filosóficos (Kant, filosofía oriental) y estéticos (Sábato, artes plásticas, teatro) para dar forma a los “robos del siglo”?
JLE: -En cuanto a Kant y a la filosofía oriental, es claro que en ambos casos se pondera como base el equilibrio de las acciones. Kant postula que el valor a la moral radica en las máximas, o principio de acción, pero a la vez admite que una máxima puede o no ser moral. Lo importante es elegir un plan de conducta. Esta postura de Kant se acopla con la filosofía oriental en lo que hace al equilibrio y la coexistencia de las energías del bien y del mal. Tomando estas dos posturas podemos ver que el Doc y sus compañeros no pretenden escudarse en preceptos morales, ellos son ladrones asumidos, pero en sus valores tratan de imponer un orden por el cual se establece realizar su cometido con el mínimo daño posible. Ellos mismos se imponen reglas de juego con límites a los que deben responder.
Lo de Sábato fue una coincidencia, porque su familia tenía una caja de seguridad en el banco asaltado, pero también existe una coincidencia en lo que podemos concebir como una obsesión por el juego de túneles, en la nuestra desde el punto de vista físico, y en la obra de Sábato lo psicológico.
Primos hermanos
-¿Por qué consideran que genera tanta empatía en la “generación rockera” como dice Calamaro?
JLE: -Yo creo que el punto de contacto de los ladrones con la generación rockera está en la rebeldía, en eso de correr los límites que impusieron tres tipos super corruptos para someter a la humanidad, y que hoy empeoró por los acumuladores compulsivos de dinero. Además, coinciden en poner el cuero en cada epopeya. No dejemos de lado el hecho de que las fronteras de la moral y la estética la mueven los transgresores y así avanza el mundo. Mientras que la transgresión y el delito son primos hermanos. Si fuera por los tibios no existiría el rock, tal vez ni siquiera la música. También debemos tener en cuenta que la empatía es mutua.
JL: -Son gustos del Rock. En el tango hay letras que homenajean el delito. Gieco también escribió. Los Redondos o en los sesenta aquel Paco Camorra, de la séptima Brigada.
JLE: -También hay un punto de contacto entre Andrés y el Doc: ambos tocaron con las principales bandas de la Argentina.
Otra mirada
-¿Cuál es la importancia de los “ancestros” en la configuración de una ética marginal (Gauchito Gil, Juan Moreira, Bairoletto, y los nuevos nombres con que el Doc bautiza a sus compañeros y a sí mismo)? ¿Cuáles son los pilares de esa ética marginal?
JL: -Creo que los que nombras tenían más cercanía con lo político. No se trata de ética marginal, sino de códigos. Sin códigos no hay fusión. Escribimos un robo a un banco sin ideologías políticas. Las citas a Brecht no son porque seamos anticapitalistas. Contamos un robo como lo imaginamos de acuerdo a lo que ya estaba listo para hacerlo.
JLE: -Cuando no impera la ley, sólo puede haber ética cuando la precede y la abarca una mística. De ahí que es muy importante la referencia a los ancestros y la identificación con personajes conocidos y respetados. Imbuido de valores (aunque esto ponga furioso a los justicieros), un ladrón que se precie de serlo va a considerar que dispararle a una persona “al pedo”, es un acto de cobardía, o si hay alguien que por el asalto entra en riesgo, el “laburo” debe abortar, pues de cualquier manera se puede hacer otro asalto después. Esto es a modo de ejemplo ya que en esto también entra en juego el respeto y la lealtad a los compañeros, el compromiso con la familia, etc. Fijate que los héroes populares también se mueven dentro de una ética y por eso se los admira y se los reconoce más allá de que viven al margen de la ley, y en este sentido para no extenderme cito lo de Martin Fierro: “la ley es campana de palo”, pues todos sabemos que eso de la ley es algo muy relativo e injusto.
-En la página 25 se lee: “Aquí contamos una historia en la que hubo un robo y una fuga. Los bancos han unificado ambas cosas: al robo de divisas de una nación lo llaman fuga, y no tiene sanción penal, ni siquiera -al menos en nuestra patria-tiene sanción moral. ¡Arriba buitres y canutos off shore!” (2022:25). “El segundo robo del siglo” discute fuerte con el sentido común instalado por los medios. Apuntando al corralito como el verdadero robo del siglo; desde una mirada paródica al periodismo argentino; y denunciando la industria del delito (y la violencia de las fuerzas de seguridad), funcional a los poderes de turno. ¿Qué dimensiones hay que tener en cuenta y de qué modo se puede derribar o enfrentar al menos tanta opinión instalada acríticamente desde los centros de poder?
JLE: -Creo que la violencia y la distorsión de la realidad que está instalada y además está en permanente instalación no tiene contra por el momento. Trabajan permanentemente sobre lo irracional, sobre las emociones negativas para continuar con los negocios. Yo creo que los que tenemos otra mirada del mundo debemos hacer nuestro aporte y apostar a que algunos acontecimientos hagan crisis y marquen un punto de inflexión que haga visible la forma en que vamos hacia el precipicio. El corralito es un buen ejemplo del verdadero robo del siglo, pero es sólo un ejemplo porque la sangría a que están sometidos los países cooptados, los países débiles es permanente.
La industria del delito es funcional a toda una serie de sistemas. Mientras renegamos con un “negro de mierda”, porque le dan un plan para que se compre un choripán, un “rubio de mierda” se lleva el valor de 40 millones de planes y nos saluda mientras le rendimos pleitesía. En esta última década prácticamente duplicaron la población carcelaria, colocaron millones de sistemas de monitoreo en las cárceles, en las calles, en las rutas, etc., la dotación de personal de seguridad no para de crecer, con todo lo que eso conlleva: uniformes, armas equipos de comunicación, vehículos, logística, administración de recursos y mil cosas más, como los programas televisivos o radiales. Para que todo eso funcione es necesario mostrar algún idiota que mató a una viejita para robarle la jubilación, y no mucho más que eso.