"Encerrados, de esta salimos mejores": el mundo es una familia
La obra escrita por Maxi Ahumada y Juanma Berlanga, con dirección de Hernán Rosa, repasa el tiempo del aislamiento pandémico, mostrando lo mejor y lo peor de las personas. El Litoral conversó con uno de los autores y el director para adentrarse en esta puesta con pasta de éxito local.
Elenco: Roberto Francucci (comisario Mandinga), Hernán Rosa (tío David Abrahamovich), Soledad Almirón (Sara Abrahamovich), Eduardo Fessia (abuelo Franco Cortipasta), Camilo Céspedes (Franquito), Rosario Lucero (Sarita) y Juan Manuel Gruber (Anselmo). Foto: Gentileza producción
Después de 17 funciones consecutivas a sala llena en LOA Espacio AGM, “Encerrados, de esta salimos mejores” desembarca en la sala mayor del Teatro Luz y Fuerza (Junín 2957). Se trata de la primera comedia coescrita por la conocida dupla periodística de Maximiliano Ahumada y Juan Manuel Berlanga, con dirección de Hernán “Bocha” Rosa. La función en la sala sindical será el próximo viernes 9 de agosto, a las 21.
Se la presenta como “una comedia santafesina que te hará revivir a carcajadas el aislamiento de la cuarentena por el Covid. Entre teorías desopilantes, masa madre, videollamadas y calles vacías, esta obra refleja nuestra realidad reciente con humor y humanidad”. El elenco está integrado por Camilo Céspedes, Soledad “Chola” Almirón, Eduardo “Gringo” Fessia, Rosario Lucero, Juan Manuel Gruber, Roberto Francucci y el propio Rosa.
Las anticipadas ya están en venta a través del sistema Ticketway. Como anticipo, El Litoral conversó con el director y uno de los autores para adentrarse en la creación y la andadura de esta comedia que no para de crecer.
Período especial
-¿Cómo surgió la idea de escribir esta obra?
Berlanga: -La idea fue de Maxi. En realidad, dijo: “Vamos a escribir un guión para una película”. Yo dije: “No, escribamos una obra de teatro, así la podemos mostrar; porque cómo hacemos para una película, si el proceso se nos da”. Nos sentamos; como máximo tenían ningún tipo de experiencia de teatro, más que ir a ver un par de obras, primero definimos la idea. Él la quería hacer sobre la pandemia, decía: “No hay nada artístico sobre la pandemia con humor. Metámosle para adelante, tratemos de escribir algo para reírse de la pandemia; pero con la situación de lo que provocó el encierro”.
Lo primero que hicimos fue trazar la línea de lo que queríamos hacer, y nos pusimos a ver otra vez “Esperando la carroza”, “La Nona”, cosas de (Armando) Discépolo; aproveché Teatrix para ver mucho, leímos un par de cosas. Y ahí apareció la idea de escribirla en ese formato: no sé si es un sainete criollo, costumbrista.
Siempre tuvimos en claro que el objetivo era: “Escribamos algo para que la gente que no va al teatro en Santa Fe, a ver teatro independiente, vaya. Tentemos a ese público a que vaya a ver algo, que se ría y que se sienta identificado”. Sabiendo que por nuestro perfil iba a ir gente que no va al teatro. Si la hacíamos, porque hasta ahí era escribir y “vamos a ver”.
-¿Cómo fue escribir a cuatro manos?
Berlanga: -Escribimos toda la vida juntos, más de 20 años; no en este formato: escribiendo contenidos periodísticos. Arrancó como cualquier proceso periodístico: con investigación, buscar los sucesos que ocurrieron: qué pasó en la Argentina, en el mundo en Santa Fe. Y a partir de ahí estructurar el texto y los personajes, todas esas situaciones. Así que empezó con lo que estamos más o menos acostumbrados a hacer y bueno, después fuimos armando.
Lo que sí la escribimos muy rápido: en un mes y algo la escribimos y después ya fue todo junto al Bocha.
-La obra tiene un montón de incorrecciones políticas, cosas que están en el límite de “no, mira lo que dijo”.
Berlanga: -El objetivo era que todos se sientan interpelados, porque se reconocen o porque reconocen a otros; y que, así como tienen algo que les guste, que tengan un chirlo en el medio de la risa. Las incorrecciones políticas o sociales son las que pasan adentro de cualquier casa; después está la selección: en qué personaje lo ponés, quién está loco y quien no. Todas las incorrecciones políticas también se denuncian en el mismo texto: esa era un poco la idea, hacer una incorrección política y marcarla, denunciarla.
-Alguien puede decir: “Que el tío David, que es un chanta, no sea judío, porque van a decir...”.
Berlanga: -Fueron judíos que están contentos; fueron hinchas de Unión y están contentos: pasamos los pruritos (risas).
-El cuadro de Unión del 89 es como el “Arma de Chéjov”: si está en escena desde el comienzo es porque va a ser usado. Hay una bolsa de Unión.
Berlanga: -Una bolsa de mandados, un escudo, todo.
Hay un triple acierto del Bocha como director: primero leyó la obra, con la advertencia de que estaba sin tiempo para hacer las cosas rápido; la leyó en diciembre y dijo: “Tenemos que empezar a ensayar en enero para estrenar en abril”.
Después el casting de los personajes me parece espectacular. Y después un talento en la dirección.
Rosa: -Gracias.
Berlanga: -Es una obra que propone algo súper picado, después tenés que ponerlo en 3D en el escenario.
El estreno en LOA, en la primera de 17 funciones a sala llena. Ahora se le animan a Luz y Fuerza y empiezan a pensar en el Teatro Municipal. Foto: Gentileza producción
Poner en movimiento
-¿Cómo fue el momento de agarrar?
Rosa: -Detecté rápido que era una comedia muy efectiva, apelando a un público promedio que consume un determinado tipo de humor, que ya es políticamente incorrecto: el humor en sí, si no, no es humor.
-Tiene que raspar un poco.
Rosa: -Y a alguien le tiene que hacer ruido, para bien o para mal. Es necesario: si no, no sé qué tipo de humor estarás haciendo.
El texto era comedia, se lo “comedió” mucho más: había escenas de drama y se convirtieron en comedia. Mucho ritmo; cuando la leí dije: “Con este, con esta y con esta, si tengo esa base de actores, sale rápido”.
Después fue bastante casual, o causal, la llegada de Juan Gruber y Rosario Lucero: no los había visto nunca trabajar, tenía referencia por una compañera de trabajo que los conocía de la Escuela de Teatro.
-¿Cómo fue la convocatoria?
Rosa: -Texto, “leelo, ¿te gusta?”. A los principales: Chola, Camilo, que fueron los primeros que llamé. Ya teniendo esa base los otros dijeron que sí. Con Juan trabajé en “Noche de reyes”, pero hacía un personaje muy chiquito, no eran dimensionables sus capacidades. Bien los dos: por más que haya sido corto el tiempo de ensayo, hubo un proceso rápido, muy lúdico también por parte de los chicos. No fue fácil, porque uno dice “con estos actores resolvés”. No es que resolvés en función de tu idea: vos tirás una idea y te la convierten en diez arriba de escena; son un elenco muy creativo. Entonces nivelar lo que pretenden los autores desde el texto más lo que te ofrecen los actores y tu idea, son tres líneas que hay que equilibrar ahí, no es tan sencillo.
Identidades
-Los papeles de los pibes son interesantes porque son los que abren algunas puertas de para dónde va la Argentina, o cosas que pasaron después de que la obra cierra.
Berlanga: -Sí, y hay también un gancho generacional con el público más joven. Los chicos laburaron muchísimo con él sus personajes, muy basados en el mundo del streaming, del videojuego, del animé, y de todo ese ese submundo que nosotros los más jovatos no lo junamos tanto. Pero se nota en la sala cómo se ríen los más chicos de las cosas que hacen los actores más chicos, porque de alguna manera están representados en eso. Incluso hasta con palabra en chino, que vos decís “no sé qué dicen”, y los pibes saben porque son parte de un animé.
Además está toda la carga, todas las capas que pensamos en la comedia: capas ideológicas, políticas, de fútbol, de pasiones y de edades. Y tener en la misma casa a una piba, que es defensora de todos los derechos que viene conquistando “la revolución de las hijas” con un abuelo “viejo facho”, y etiquetado también de loco. Ella con una tendencia más zurdita, y la madre más peronista, y el tío más del otro lado: todo eso es lo que nos daba toda esa situación. Igual que el novio, Anselmo: un conspiranoico total, que cree en los reptilianos que no cree el virus y todas esas cosas.
-Un terraplanista, libertario en potencia.
Rosa: -Hay de todo y para todos. Es un poco la Argentina, esa miscelánea que es una familia que decís: “Tengo desde un trosko hasta el más facho sentado en la misma mesa”, y en el medio tenés de todo. Y también en el momento de generar el humor que pretendíamos, al que “le falta metáfora” y es bastante directo (y no nos importa, porque es algo a lo que apuntábamos: una comedia abierta y que se entienda) uno dice: “¿Dónde están los límites?”. Cuando empecé a despotricar, como en el caso de Franco Cortipasta contra los chinos. O la vacuna rusa, que te vuelve comunista. Escuché decir todas esas cosas; no en la calle, en los medios: había gente conspiranoica por el mundo diciendo esas barbaridades.
Lo que nos pareció en un momento fue decir: “Che, ¿qué hacemos con esto? ¿No está muy directo?” No, es parar la oreja a qué está pasando en el mundo. Tenés pibes que hoy hacen streaming, tienen millones de seguidores y bajan línea. La vacuna china no, porque te volvía comunista, y había gente protestando. Bueno, el final de todo esto es la toma del Capitolio con muertos y todo, por parte de estos conspiranoicos.
-Un repartidor le dijo: “¿Qué hacés, coronavirus?” a un supermercadista chino y terminaron a las piñas.
Juanma: -En 17 funciones la obra fue creciendo, como cualquier obra: te vas adaptando al público. Pero lo que nos ocurre, después de todas las funciones, es cómo los distintos públicos se ríen del mismo modo función tras función en cada momento de la obra. El tipo de risa: el momento en donde es una risa a más no poder y se desborda la sala; la risa de "uh, cómo va a decir tal barbaridad”.
Lo que nos pasó en todas las funciones de LOA fue que hacíamos funciones los sábados, doble función porque se llenaba, y el domingo vendíamos una función completa, al otro día; o para la otra semana, porque en el asado del domingo, o donde se juntaban, era: “Andá a verla”. Y se produjo ese fenómeno que no entendíamos.
Devolución
-Todas las obras mutan. ¿Cómo fue mutando en virtud de esa devolución que iban teniendo?
Rosa: -Está descontrolada la cosa. Mi personaje lo iba a hacer Federico Kessler, que después lo operaron, entonces se bajó (están en la técnica ahora); pero lo va a hacer en breve, va a ser David. Y yo me quiero dedicar a ver, porque al no poder ver estos son unos desbocados: le dejás la escena al Gringo y hace un show aparte; Camilo es otro que se pone hiper creativo, y donde encuentra algo que funcionó con el público... Lo que funciona puede quedar; habló en potencial porque si ya es mucho se saca, por más efectivo que sea. La obra había encontrado un equilibrio, sabemos dónde; bueno por ahí te vas un poquito más arriba, por ahí se vuelven a esas bases.
Berlanga: -La gente se ríe constantemente y tiene momentos en que se desborda y que necesita decirle algo al de al lado con el que fue, para comentarle. Los chicos arriba del escenario le fueron encontrando ese timing de dejarlos hablar. Y empiezan a reírse arriba de algo que dijo en la platea alguien que quedó como el Chavo, diciendo algo.
Empezó a pasar eso en la escena donde la Chola Almirón, que es docente, que se prepara para dar clase por la computadora, sale con el pijama abajo. Empezó siendo una escena muy rápida, hasta que nos dimos cuenta: todo el mundo rememora que alguna vez hizo un streaming o un vivo por cualquier plataforma y que salía con pijama abajo.
Humor directo
-Vos Bocha entraste al elenco por necesidad, y el personaje está tremendo: cuando David se hace el santiagueño y todo eso suma un montón.
Berlanga: -Fue muy loco verlo ensayar como director y como actor en todo ese tiempo.
Rosa: -El Fede ya tiene su mirada sobre el personaje, ya entendió de que viene. Fue uno de los que más cuestionado el personaje de entrada: “Che, ¿y el estereotipo?”. Le contesté: “Esto no somos nosotros, es pensando con distancia: ¿qué le pasa a la gente con esto, al argentino promedio? ‘No son ustedes, estos judíos, son otros que conozco’. Ah, bueno, está bien”.
Entendemos que también es parte del actor y del director tomar cierta distancia. Si vos a mí me decís: “¿Qué tipo de humor te gusta?”, me delira pensar en los Monty Python; pero no puedo hacer eso. Es este humor, de otra forma: más argentino. No sé cómo explicarlo, pero es efectivista.
-Volviendo a lo de “sin metáfora”, se dieron el gusto de mucho humor de vestuario, de “WhatsApp de vagos” (que es un vestuario virtual).
Berlanga: -Totalmente. Y puesto en las actrices, además, para que provoque más sensación de que eso ocurre, Hemos tenido un montón de devoluciones y de críticas muy lindas de la obra; muy profundas incluso, porque la obra (al margen de la risa) tiene un trasfondo de discusión política, ideológica, que está ahí. Y charlar con quienes vieron eso y se dieron cuenta como estaba armado, es muy interesante.
Pero a mí la técnica que más me gustó, de todas, fue la de una mujer carnicera de oficio que nunca había ido al teatro. Y cuando al otro día mandó un audio diciéndole a otro (que que me lo reenvió) dijo: "¿Sabés lo que me gustó? Que arriba del escenario dicen las mismas boludeces que nosotros decimos en casa". Y ese era el objetivo: lograr que se encuentren, que se vean: que vean al papá, la mamá, la tía, el hijo, el abuelo; y que sientan que lo que pasa ahí es real, es lo mismo que les pasó, lo mismo que vivieron.
El desafío
-Fueron 17 funciones en una sala que podían controlar. ¿Cómo es animarse a una sala más grande?
Berlanga: -No sé (risas), no había ninguna necesidad de hacer esto. Pero dijimos: Necesitamos ver cómo funciona la obra con un montón de gente más allá de las 100 personas de LOA. ¿Cómo va a ser la obra si logramos meter 600 personas que vayan a verla? Ese era el desafío.
Súper agradecidos con la gente de Luz y Fuerza: la fueron a ver, les encantó; Nos dijeron que hagamos una función: “Les ponemos todo el aparato de comunicación de lo que hacemos normalmente”. Y la verdad que nos dieron el mismo tratamiento que le deben haber dado a Gerardo Romano o cualquier otro de las producciones grandes que vienen. Y apostar a una producción local, me parece para destacar.
Al margen de eso, la facilidad que nos dieron para poder armarlo: es todo un desafío a ver qué ocurre. Ya la vieron 1.700 personas, aproximadamente; con lo cual hay una fuerza de difusión de los que la vieron para que inviten a otros. Y sé que muchos van a ir de nuevo, porque les encantó: también pasó eso, vino gente a verla de nuevo.
Está el desafío de cómo funciona para los actores arriba del escenario, cómo funciona a sala llena en una sala grande. Lo único que podemos prometerles después de tantas funciones es que se van a matar de risa. No hubo uno que me diga “me embolé”; después puede gustar más o menos cada cosa, pero todo el mundo se divirtió muchísimo. La boletería se llenó de recomendaciones; y el objetivo que nos habíamos planteado en un principio de que venga gente que no va a ver teatro se logró: nos pasaba que ninguno conocíamos quiénes eran los que venían; y ellos que hacen teatro hace 200 años decían: “No conozco a nadie”.
José Gatto (agradecerle también a él, por LOA: la mejor del mundo en todas las funciones. De hecho, ahora también está muy entusiasmado con esta función, porque un poco la siente propia) también nos planteó: “Esta gente no viene, ¿quiénes son? Nunca nos pasó esto de hacer dos funciones todos los fines de semana y que funcionen las dos”.
-¿Cómo sigue después del 9?
Berlanga: -Vamos a viajar: tenemos un par de fechas cerradas. Ahora tenemos en agosto y en septiembre vamos a ir a Rosario, a Paraná, a Buenos Aires y algunas otras más cerca, que están ahí cerrando. Y después vamos a volver seguramente a LOA, a hacer temporada en octubre, noviembre, para cerrar el año. Hay una propuesta para hacer el Teatro Municipal, en la Sala Mayor.
-Que es más grande.
Berlanga: -Vamos a ver cómo nos va en esta experiencia. También ya hay una invitación del mismo Luz y Fuerza para hacer otra función más, pero vamos viendo: hagamos la primera y veamos.
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