El próximo viernes 4 de agosto (de 17 a 20) dará comienzo el curso presencial "Literatura y etnocidios coloniales: debates sobre un relato de J.L. Borges" (en el marco del ciclo de Formación Docente Gratuita de las Universidades Nacionales), organizado por ADUL y UNL. Los encuentros serán, además del mencionado viernes 4, el 11 de agosto (17 a 20) y el 12 de agosto (10 a 13). Habrá, además, dos instancias de consulta: 9 de agosto (17 a 20) y 16 de agosto (17 a 20). Para más información acceder a https://adul.org.ar/.
El ciclo está pensado en derredor de las reflexiones posibles sobre un famoso cuento de Borges, titulado "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" (1940), y especialmente de la lectura que propone el Dr. Daniel Attala, destacado autor santafesino residente en Francia y principal expositor en esta propuesta. En 2018, Attala publicó el artículo "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius' o la idolatría: una lectura en clave atlántico-bíblica" (Cuadernos LIRICO, N° 19, 2019) investigación referida al relato antes citado. El trabajo del investigador y docente pone en el centro la intención de Borges de pronunciarse a través de este relato sobre la geopolítica del momento en que diversos imperialismos se disputaban en Europa el dominio del mundo.
Además de Attala, son parte del curso los profesores Guillermo Munné (coordinador), Silvana Santucci y Estanislao Giménez Corte, quienes tendrán a cargo los diferentes módulos. El Litoral dialogó con Attala. Lo que sigue es una síntesis.
- ¿Daniel, cómo se explica el vínculo del tema de los etnocidios colonialistas con un relato de Borges? ¿Cómo surge esta lectura "diferente", que podría calificarse de "geopolítica", de un cuento fantástico en el que las únicas referencias políticas visibles son al estalinismo y al nazismo?
- Ocurre, me parece, que la mayoría de los trabajos existentes sobre "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" se centran casi exclusivamente en la descripción del país y sobre todo del planeta imaginado por los conspiradores. Borges dedica la mayor parte del cuento a presentar la geografía, la lengua y muy en particular la filosofía de los tlöniantos. La fruición con que lo hace es tan evidente, que los propios lectores, contagiados, acaban muchas veces por ver casi únicamente esa parte del cuento y no las otras. Es lo que sucede en los trabajos a los que me refiero, que suelen olvidar el marco general, la mecánica del relato entero. Yo pienso que esa mecánica excede por lejos aquellos panoramas del planeta imaginario. Lo importante, para mí, reside en que ese nuevo mundo, inventado y propuesto y en cierto modo impuesto por una sociedad secreta a la población del mundo como una realidad alternativa, acabará por hurtar la realidad por así decir real de dicha población, llevándose con ella toda la diversidad de tradiciones, de lenguas y de historias que la componen. Creo que quienes han estudiado "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" no prestan la debida atención a este asunto. El cuento de Borges narra en efecto un proceso de aculturación: cómo la población de un país y en última instancia del mundo es seducida mediante una ideología más o menos atractiva y cómo esa ideología pasa a ocupar el lugar de la que era la realidad. Lo que a mí me interesa no es tanto esa ideología en sí misma, es decir el planeta Tlön, cuanto el papel que tiene en la mecánica global de la historia. Y es en vistas de esa mecánica que yo digo que es un cuento geopolítico.
- La época en que fue escrito habla a favor de esa hipótesis.
- Claro, el año 1940, media Europa estaba ocupada por el ejército alemán y el mundo entero parecía repartirse en zonas de influencia de por lo menos tres potencias: la propia Alemania y sus aliados, la Unión Soviética, y el eje formado por Inglaterra y los Estados Unidos. Yo no entiendo cómo se puede ver en este cuento -como ven algunos- algo así como una utopía. Hay, desde luego, influencias del género utópico. Pero es de la distopía que se trata, de la catástrofe. La única referencia explícita al género así lo demuestra, cuando el narrador describe Tlön como ese brave new world, frase de "La Tempestad" de Shakespeare que en 1932 Aldous Huxley utilizó como título de una novela en la que se describe el horrible mundo augurado por el capitalismo tecno-científico en ciernes. En castellano, A brave new world fue traducida como Un mundo feliz. Borges admiraba a Huxley, aunque menos como novelista que como crítico de la sociedad capitalista.
- En tu artículo sobre "Tlön", se lee esta frase: "El sentido (del cuento de Borges) yace afuera de 'ese brave new world': en la diabólica voluntad de poder de quienes lo inventan, en la perversa voluntad de poder de la humanidad que se le rinde".
- Quiero decir que no interesan tanto las características del planeta Tlön, cuanto qué quiere hacer con él la sociedad secreta que lo inventa y difunde. Hay que tener presente que esa sociedad aparece, sí, en Europa, pero que en el siglo XIX se traslada a los Estados Unidos. El punto es de notar. Hay una vieja idea medieval, conocida como translatio imperii, que expresa el traslado del dominio de un imperio a otro: del Babilónico al Persa, del Persa al Griego, del Griego al Romano, etc. En casi todas las versiones de esta idea, el imperio se traslada, como el sol, de Oriente a Occidente. Lo mismo ocurre en el cuento de Borges. En Europa, la sociedad secreta inventa un país, Uqbar; ya en los Estados Unidos, la megalomanía de Ezra Buckley -especie de Mark Zuckerberg o de Elon Musk avant la lettre-, preferirá crear un nuevo planeta. Tlön es la expresión de la voluntad de poder del nuevo imperio, aunque también de la voluntad de poder de los que en vez de resistir a sus encantos, se dejarán seducir y se someterán al ídolo.
- Este último punto no ha sido muy estudiado, ¿verdad?
-No, y sin embargo, el narrador dice muy claramente: "la realidad quería ceder". Hay un abandono de la población, un deseo de no resistir, de entregarse, como quien dice, al canto de las sirenas. Es hermoso, es tentador, creer que está la raza superior, por ejemplo, pura y heroica, y que luego, por otro lado, están las razas inferiores, impuras, escoria del mundo que hay que eliminar o someter. Es muy cómodo disponer de una simetría que permite, sin romperse mucho la cabeza ni renunciar a los propios placeres, comprender y ordenar el mundo de manera fácil y satisfactoria. En su cuento, Borges recrea tanto el mecanismo diabólico de la creación de Tlön como el mecanismo de borregos en marcha en quienes se dejan seducir.
- De allí la cuestión del etnocidio…
- Claro, porque la consecuencia de la tlönización del universo es la destrucción de la realidad -que es plural y diversa y aún contradictoria- y su reemplazo por unos esquemas artificiales, homogéneos y más bien espurios. La idea de Nación nace a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX con rasgos étnicos. La mayoría de las nuevas naciones se definen por la unicidad de lengua, es decir por la discriminación cuando no por la eliminación de las otras lenguas habladas en un territorio dado y de las tradiciones anejas. Algo similar ya ocurría en el Imperio Hispánico, imperio que por otro lado funcionó, en cierto modo, como modelo de lo que debía ser una nación: espacio de homogeneidad religiosa, idiomática y étnica. Tanto ese Imperio como las nuevas naciones acarrean o entrañan el etnocidio, la eliminación de las culturas y aún de las poblaciones diferentes. Borges se alimenta personalmente de esa ideología, entre otras razones, porque se nutre de la biblioteca paterna que es inglesa. Pero en el cuento de que hablamos, en vez de dolerse de la desaparición de los cientos de lenguas de la India, del África o de América en beneficio del inglés, del francés o del español, lamenta la desaparición del francés, del inglés y del español -las tres principales lenguas imperiales europeas- en beneficio del idioma de Tlön. Borges está describiendo la mecánica etnocida, pero como suele suceder en las ideologías coloniales, invierte el crimen: quienes en relación con esas lenguas aparecen como víctimas (Inglaterra, Francia, España), son, en la cruda realidad de la historia, los verdaderos victimarios. Pasa como en "La cautiva", de Echeverría: en la realidad de la Conquista, fueron muchas más mujeres indias que blancas las cautivas.
- Y Borges… ¿no es consciente de ello? ¿O no le importa?
- Yo creo que Borges es solidario de la elite criolla argentina, europeizante, en buena medida racista y cómplice y continuadora de los etnocidios producidos desde Europa en África, Asia y América incluido nuestro propio país. El español de América se impuso y se impone a costa de la desaparición de otras lenguas. Lo mismo ocurre con las poblaciones, tanto con ocasión de la Conquista española como de la "invasión gringa", como llama José Pedroni al proceso inmigratorio con que se pobló en gran medida por ejemplo nuestra provincia de Santa Fe, en cuyo nombre mismo se encierra el estigma del etnocidio. El proceso invasivo de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" se asemeja de manera sorprendente con la aculturación en que se basan en gran medida las naciones modernas como la nuestra. Tlön se impone al mundo como se imponen los imperios sobre otras naciones o como se imponen las naciones sobre sus componentes minoritarios e incluso, a veces, mayoritarios. Es verdad que en el cuento de Borges falta un componente que no falta en ningún imperialismo ni en ningún Estado: las fuerzas armadas. Pero de este asunto hablaremos sin duda con amplitud en el curso de los encuentros propuestos por ADUL a partir del 4 de agosto.
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