Juan Ignacio Novak
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Germán Bertinat es Licenciado en Relaciones Laborales. Pero desde hace algunos años sumó a sus ocupaciones el desarrollo de juguetes artesanales que cuentan historias basadas en cuentos y fábulas. Arrancó con clásicos de la narrativa universal como Andersen y Esopo. Ahora, incorporará a sus creaciones cajitas de música con los personajes de la creadora de “El reino del revés”.
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A través de su emprendimiento “La maravillosa Calle Bolton”, Germán Bertinat, hoy radicado en Rosario, desarrolla juguetes que tienen una impronta especial: cada uno de ellos cuenta una historia. De ahí provienen la denominación de storytelling toys para sus diseños. Hasta el momento, generó distintos productos que tienen como punto en común la inspiración en los cuentos de Hans Cristian Andersen y en las fábulas de Esopo. Pero la novedad es que, para los próximos meses, a partir de un proyecto seleccionado dentro del Estímulo a las Industrias Creativas y Culturales del programa Espacio Santafesino que desarrolla el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia, tiene previsto incorporar la realización de cajitas de música basadas en los cuentos y canciones de la escritora y compositora María Elena Walsh.
Para Germán, el hecho de evocar la figura de la poetisa y compositora tiene un aura particular. No sólo porque se trata de una referencia para varias generaciones de argentinos que crecieron junto a sus diversos personajes, sino porque fue justamente su pasión por la obra de la autora de “Manuelita, la tortuga” la que lo llevó hace algunos años a edificar su “fábrica” de juguetes artesanales. “La idea de trabajar la obra de María Elena fue como el primer puntapié del proyecto, la primera motivación, la idea inicial. De ahí fue surgiendo todo el resto”, contó.
Bowie fue el quiebre
Todo arrancó hace algunos años cuando este sancarlino de origen y rosarino por adopción empezó a sentir cierta incomodidad, como si su profesión (Licenciado en Relaciones Laborales) no alcanzara a satisfacer del todo su ánimo de generar proyectos que lo hicieran disfrutar. “Mientras cursaba la carrera estuve con alguna inquietud, no me convencía del todo. Pero como era ante todo nerd y buen alumno, me recibí con un promedio alto. Seguí por ese camino. Hice una tesis para la evaluación del desempeño de los directivos públicos en la Municipalidad de Rosario. Un tema interesante con cierta controversia que obtuvo buenos resultados. Así, estuve un año en la Municipalidad. Después me fui a una multinacional a trabajar al área de Recursos Humanos. Y ahí la pasé pésimo. No me gustaba el trabajo, no me gustaba el esquema, no me gustaba estar ocho horas en una oficina. Así que renuncié”, cuenta.
“Me fui a las ONGs, un mundo más flexible, y estuve en varios proyectos sobre responsabilidad social empresaria y control de políticas públicas. Después estuve cinco años en la Federación Industrial de Santa Fe, donde coordiné el área joven. Me iba relativamente bien, de hecho sigo trabajando en temas laborales, haciendo consultorías para la Cámara de Estaciones de Servicio. Pero me daba cuenta de que persistía esa crisis o esa falta de algo que me entusiasme y motive. En eso estaba, cuando un amigo se muda por trabajo a Londres. Entonces me fui a su casa por un mes y medio. Allá, el punto de inflexión fue una muestra sobre David Bowie. “Más allá de su obra, me conmoví al pensar en lo bien que lo tenían que haber pasado las personas que montaron la muestra. Me di cuenta de que había mucha gente disfrutando de ese laburo y que quizás por ese lado también podía ir lo mío. Salí y empecé a pensar como elegir mi propio Bowie. Y ahí apareció María Elena Walsh”.
Finalmente, la cosa no terminó en una muestra, pero en cierto modo le permitió a Germán entrever cuál era el camino que debía seguir. Y fue así que nació su emprendimiento de los juguetes con historias. “Estos juguetes, más allá de su diseño innovador y original, tienen todos un elemento nostálgico en común. Tienen como fin que todos los miembros de una familia se puedan identificar con facilidad. Apunta a una idea de infancia más universal. Por ejemplo, el mecanismo de las cajitas de música es el mismo de antaño, las de nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros. Eso hace que un abuelo se pueda entusiasmar mucho más en comprarla y compartirla con su nieto. Lo puede explicar porque a la vez está pensando en su propia infancia. Y el detallecito de decir ‘Yo tenía una igual’, suma en la interacción”, explica Bertinat.
Presencia
Los distintos juguetes que desarrolla “La maravillosa Calle Bolton” se venden sobre todo on line, tanto en el país como en exterior. Pero también tienen presencia en tiendas de diseño, librería y hasta algunas jugueterías. Ahora, con la incorporación de la obra de María Elena Walsh como fuente de inspiración para futuras líneas de productos, la expectativa es ampliar el arco de públicos a los que tienen llegada en la actualidad. Es que, como plantea Bertinat “no sólo la obra de Walsh es rica, interesante y de un valor social inmenso, sino que su vida conmueve. Es un ícono nacional. Tiene fuerza de convocatoria entre generaciones de argentinos. De hecho, los chicos de ahora siguen cantando sus canciones. De hecho, tengo una sobrina muy chiquita y las conoce”. Los nuevos juguetes abrirán la posibilidad a los chicos de descubrir miradas nuevas de un universo que fue el mismo de sus padres y sus abuelos.