La sensación de este Art Basel ha sido una instalación de Maurizio Cattelan, uno de los artistas más divertidos del mundo, capaz de vender una estatua del Papa Juan Pablo II derribado por un meteorito por casi un millón de euros, entre otras. Pero su éxito de este año se llama Comedian, y consiste en un plátano pegado a una pared con cinta adhesiva. Se ha vendido por 120.000 dólares (108.500 euros).
Es más, se han vendido dos piezas de una obra que consta de un plátano, un trozo de cinta adhesiva, unas pocas gotas de pegamento, un certificado de autenticidad e instrucciones para reemplazar el plátano cada siete o diez días. Sarah Andelman es una de las compradoras. Fue al pase para vips del Art Basel, vio la obra -la más comentada incluso antes de saberse que se había vendido- y tuvo un flechazo. Andelman también es una de las personas más importantes del mundo de la moda en los últimos 20 años. Una persona que se ha convertido en millonaria por tener un gusto y un olfato impecables.
Tenés que leerSe robaron un inodoro de oro en una exposición británicaAndelman y su madre, Colette, fundaron hace más de 20 años colette, la tienda conceptual parisina más famosa de todos los tiempos. En colette, la idea más noventera y francesa posible, se podían encontrar un día cualquiera: objetos de lujo, gominolas, agua, deportivas custom, artículos de papelería, colecciones exclusivas o a Karl Lagerfeld comprando.
Colette -la tienda- ganaba bastante dinero. Facturaba casi 30 millones de euros el día que decidieron echar el cierre a uno de los reclamos turísticos más fashionistas de París. Y la cerraron porque Colette -la madre- se jubilaba. Sarah Andelman fue tajante: "no puede existir colette sin Colette". Andelman bajó la trapa, fundó una startup llamada Just an Idea y siguió siendo una de las personas más relevantes del mundo de la moda porque su estilo inconfundible y su instinto para encontrar lo bello o lo interesante -sus "flechazos", como ella los llama-, la acompañan donde quiera que vaya.
“La palabra clave es flechazo”, resumía Andelman las claves de su éxito a Vanity Fair hace un par de años. “Siempre que decido qué marca, diseñador, objeto o artista introducir en la tienda, me guió por la intuición. Si el éxito comercial acompaña, la sensación es mágica”. Y el flechazo le ha llevado a gastarse 120.000 dólares en un plátano, que no tiene muy seguro que vaya a poner en su casa -sí el certificado de la obra-.
En declaraciones al New York Times, Andelman se muestra muy consciente de las risas que puede provocar un gesto así. De hecho, asegura que cuando volvió de la feria de Miami su marido la recibió con un homenaje bromista a su primera gran compra artística: con un plátano pegado a su escritorio. Por supuesto, Andelman no se arrepiente: "Es un reflejo auténtico de nuestra época", le decía al NY, "del absurdo que es todo".
PD: Por su parte, tampoco es la primera vez que Cattelan -que es algo así como la respuesta a "¿y si Damien Hirst fuese la mitad de lo gracioso que cree que es?"- pega algo a una pared como obra: ya lo hizo con un galerista milanés en los 80, aunque en aquel caso uno no podía llevárselo a casa.