Domingo 9.5.2021
/Última actualización 4:17
Mauro Ezequiel Lombardo, más conocido como Duki o “el Duko” lanzó su segundo álbum, en el que continúa llevando el sonido de Argentina al mundo. “Desde el fin del mundo” está compuesto por 18 canciones reúne a los representantes sudamericanos más reconocidos del género como Pablo Chill-E, Young Cister, Juliano Sossa, Tobi, Franux, 44kid, Mesita, Pekeño 77, Obie Wanshot, Lara 91k, Khea, Ysy A, Neo Pistea, Rei, Bizarrap, Ca7riel, Lucho Ssj y Farina. La producción general del material, que ya se encuentra disponible en todas las plataformas digitales, estuvo a cargo de Yesan (Federico Rojas) y Asan (Juan Tomás Santos).
En “Desde el fin del mundo”, Duki muestra una faceta con nuevos sonidos, flows y diferentes búsquedas artísticas. La estrella del trap allanó el camino para este proyecto con sus recientes éxitos: “Chico estrella” y “Muero de fiesta este finde” (ft. Ca7riel), en los cuales Duki sigue trascendiendo fronteras, a poco más de cuatro años desde “No vendo trap”, el primer hit del trap argentino y el comienzo de la carrera artística de Lombardo: sería el comienzo de un viaje con más de 100 canciones, un disco, un EP y shows agotados alrededor de toda la Argentina, España, México y Estados Unidos; con nominaciones a los Latin Grammys.
De todo este proceso conversó en conferencia virtual con la prensa argentina, y allí estuvo El Litoral representando a Santa Fe. De paso, hubo lugar para algún adelanto: “Tenemos una sorpresa con Movistar: vamos a hacer un showcito lindo. No puedo tirar más data al respecto, pero estén atentos. A fines de mayo van a ver la sorpresa”, afirmó Duki, en referencia a un streaming cuyas características se revelarán este mes.
-En algunas canciones hay un poco de rock, más de los 90 o los 2000. ¿Nunca se puso la idea de mezclar con la música electrónica?
-Sí. Lo que pasaba con la música electrónica es que rompía con la línea de sonido del disco. Asan, que es un loquito hermoso, estaba sentado haciendo “Ella es mi bitch”, tuvo la visión y metió un poquito de un house medio oscuro. Fue él el que hizo la transición para que eso pueda ser digerible y que afecte la línea del disco.
Pero siempre estoy tratando de ser versátil y poder generar más de una emoción en el disco. Lo lindo de la electrónica es esa euforia, esa adrenalina medio fiestera que te da.
-Encontrás esas sensaciones no sólo desde las letras, sino desde el sonido. y Con el toque de Asan y Yesan.
-El granito de arena que pusieron ellos me viene como una montaña gigante. Lo indo es que este disco lo compartimos juntos, es como un hijo que compartimos los tres. Ellos sienten que tienen la misma relevancia para el disco que tuve yo.
-¿Por qué querías meter este sonido?
-Yo vengo del freestyle, y los raperos tenemos un problema: siempre que hay un bombo y una caja siempre queremos caer arriba rítmicamente, y siempre estamos forzando la rima. Cuantas más rimas podamos meter seguidas más nos gusta. Entonces siento que eso me cerraba un poco. Me gusta la música en general pero el rock es lo que más me marcó.
Estaba hablando con Yesan (hace poco subí una captura a Instagram de unos mensajes que le decía: “Amigo, el disco me está volviendo loco, necesito hace más música; necesito hacer algo distinto, tengo que salir de la monotonía de los beats de trap”. Yesan es un guitarrista de la hostia, y ya cuando llegamos allá (a Miami) y empezamos con “Chico estrella”, que fue el primer tema que hicimos, arrancamos en base a la guitarra.
Estábamos buscando eso: tal vez desestructurar un poco lo que eran los beats de trap y salir de esa monotonía. Gracias a Dios Yesan toca la guitarra increíblemente y eso fue un gran motor para todos los temas. De hecho en casi todos las guitarras son netamente de él.
Después hay arreglos que se fueron haciendo: en “Sol” hay una batería agregada, que la hizo Fran, un amigo que es una bestia; y en “Muriéndome” con Khea también. Para “Malbec” vino a tocar un flautista que estuvo increíble. Era la complementación de sonidos analógicos con los digitales, más futuristas: uno es la cara de Yesan y el otro la cara de Asan, que es el niño del 2000, de la computadora.
La unión de estas dos fuerzas me dieron más inspiración y más versatilidad, poder encontrarme en otros rincones del arte que hago. Creo que también le dio una esencia y una estética al disco esto de mezclar las guitarras y la batería con soniditos o “efectos mega digitales del futuro” (risas). Eso hace que sea verosímil y se pueda defender como un disco.
-¿Cómo esa cocina de juntarse con Asan y Yesan? Saber si lo hacen sin ideas de los temas, si llevan cosas previos, si por ahí necesitás irte y decir “dejame este beat, dos días no me hablas que lo quiero trabajar solo”.
-El freestyle es básicamente improvisar. Eso hace que mi creatividad sea muy del momento. Viajamos a Miami a fines de octubre del año pasado con Yesan, nos íbamos a quedar 10, 11 días, que teníamos para grabar. Le dije: “Maldito, vamos a hacer un tema por día: sea bueno o malo, vamos a ponernos en ritmo”.
Llegamos y el primer día hicimos “Chico estrella”: justo estábamos hypeados porque Gibson nos había mandado unas guitarras, Yesan estaba mega hypeado. Enchufó, empezó a tocar y partimos de eso, no había mucho más qué buscar: estábamos divirtiéndonos, jugando, él tocando la guitarra, nos juntamos a hacer juntos el beat, escuchamos el ruidito del Omnisphere (un programa de la computadora) que se llamaba “Quadruple Rainbows”. Todo muy natural y orgánicamente.
El segundo día hicimos “Cascada”. Empezó a llover, se caía el cielo en Miami, yo estaba triste porque estábamos en una casa con pileta, que para mí era una mega locura de mansiones. Miraba y pensaba: “No te puedo creer que no me puedo meter”. Estaba sonando un beat que estaban haciendo los pibes y empecé: “Afuera llueve y parece que no va a parar”.
Todos los temas son buscados, obviamente, porque nos ponemos en el mood de “bueno, vamos a crear”, pero salen totalmente solos, naturales.
-¿La electrónica la dejaste para más adelante? La habías estado cultivando en unos singles anteriores.
-Ese sonido se llama drill, es un nuevo sonido británico. Ellos venían del grainy, que su estilo: rapeado súper rápido, súper técnico. Tienen mucha cultura africana en los sonidos, las voces, los beats. A mí me gusta divertirme, había escuchado ese sonido y me gustaba. De hecho en el disco hay dos temas que son drill: “Sudor y trabajo” y “Valentino” con Tobi, que es uno de los últimos.
Trato de nunca cerrarme en algo: pocas veces sólo que viene después. Cuando tomo la decisión de un disco no sé dónde va a terminar pero sé más o menos lo que va a venir. Cuando estoy en singles tal vez estoy en un modo de búsqueda, o ver qué es lo nuevo, qué es lo siguiente, probar cosas. Creo que lo más lindo es estar siempre en movimiento y evolucionando, adquiriendo poderes.
-¿Hay algo que hayas por primera vez para este disco, que antes no habías hecho?
-A nivel técnico, empaparme de todo lo que iba a ser la producción musical, la mezcla. A veces uno escucha una mezcla y no es que suene mal, sino que no suena con la intención que tiene que sonar. Hay mucha gente que no termina de entender esta parte del proceso que es la mezcla y el master. Siento que para este disco mejoré mucho mi oído, y aprendí mucho más de sonido. Creo que fue la primera vez que me tomé mi trabajo más responsablemente. Generalmente me divierto, voy hago mi tema y ya está, lo dejo ahí. Para este disco estuve mucho más comprometido.
-En este disco terminás de redondear una comunidad con Khea, Bizarrap, Ysy A, Ca7triel, las figuras nuestras; también Pablo Chill-e y Young Cister de Chile, Pekeño 77 de Uruguay. ¿Cuál sería el próximo feat? ¿A dónde se apunta un tiro más alto?
-Los feats son parte de lo mismo: no soy muy estratégico: no estoy buscando un pull up, o una llegada al público. Soy más de escuchar lo que hace alguien y si me gusta digo “vamos a hacer un tema”: no me importan los views, los seguidores, el género del tema. Me lo pide el cuerpo: me monto, llamo y digo “hey, cabrón quiero sumarme al tema”, o “te re imagino acá, quiero que te subas a esta canción”. Casi nunca son planeados.
-¿Cómo conociste a Farina (con la que hiciste “Cuanto”)?
-Es una reina: la forma de hablar, de expresarse; es como esa femme fatale que dice lo que quiere, cuando quiere y como quiere, y no le va a molestar lo que opinen los demás. La vi en Nueva York en un festival, se subió a tocar: tiene una presencia, un carácter, una actitud, es avasallante. Tiene un flow increíble, y me parece muy distinta a los estilos de todos los otros artistas del género urbano: viene de un género que es más cantado, más tirado para el reggaetón.
-¿Qué sentís al trabajar con gente tan distinta? ¿Qué es lo que te aporta?
-Me miro con Peke 77, con Mesita, con Young Cister, con Pablito de Chile, pensamos que tenemos diferencias y tenemos más cosas en común de las que pensamos. Somos todos jóvenes, líderes, orgánicos, que tratamos de ser nuestra mejor versión siendo nosotros, no aparentando nada; no queriendo cumplir con las expectativas de los demás ni la imagen que nos imponía el sistema o como decía que teníamos que ser. Cuando terminás de escuchar el disco, y ves cómo tratamos de narrar la realidad te das cuenta de que somos muy parecidos. Y está bueno conocer gente de todas partes: te hace sentir parte del mundo y no un loquito de otro planeta (risas).
-¿Cuál sería ese artista lejano o muy utópico con el que te gustaría colaborar?
-Justin Bieber. Creo que la primera vez que me hicieron una nota en Billboard me preguntaron y dije: Justin Bieber.
-¿Algo trapero o más R&B?
-Me gusta cómo está llevando el R&B: creo que puede haber un punto intermedio que estaría lindo.
-En el nombre del disco anunciás que venís desde el fin del mundo. Hace poco Cazzu dijo que ella, vos, eran lo pioneros del trap en el país, que va mutando a medida en que estás creciendo. ¿De qué sentís que estás compuesto? ¿Qué artistas argentinos te formaron en tu oído para que hayan hecho trap a la argentina, y hacia dónde va?
-Soy bastante melómano, por mi gusto por el arte y por mi familia, donde siempre se escuchó mucha música. Me acuerdo de muy chiquito estar escuchando Virus, Charly García, Los Abuelos de la Nada. Después empecé a experimentar un poco más durante los 2000, con bandas de rock de otros lados.
Si bien eran músicos, también eran poetas, escritores: (Andrés) Calamaro, (Adrián) Dárgelos, que lo conocí ahora de más grande pero lo escuchaba mucho de chico. Me parece que son gente que pudo expresar demasiado bien lo que sentía en cuanto al mundo y a las cosas que le pasaban. Lo contaban en las letras de una forma en que cualquier otra persona que no esté viviendo lo mismo se podía sentir identificada en algún punto. Ninguno de nosotros es Charly, pero cuando él canta: “Yo tuve el fin y era más / Yo tuve el más y era el fin / Yo tuve el mundo a mis pies / Y no era nada sin ti”, la sentís. A mí se me pone la piel de gallina. Nunca vamos a tener la vida que él tuvo pero es mega loco que te puedas sentir tan representado con algo que cantó él desde su perspectiva y cómo lo sentía.
Creo que eso es lo que más agarramos: dar imágenes sensoriales, explicar sentimientos, emociones, situaciones. Como en “Sudor y trabajo”, donde digo: “Todos diciendo qué bien que me va pero ninguno me pregunta cómo estoy”. Salir de la vida de “súper estrella” y poder hacer partícipe al oyente.
-Incursionaste en Twitch, hiciste un streaming con Asan y Yesan desarmando el disco.
-Con la cuarentena estaba un poco aburrido, y estaba tratando de hacer cosas nuevas. Conozco Twitch porque tengo muchos amigos que pertenecen a la plataforma. Empezamos a hablar con Twitch y pensé qué de positivo podía generar con esto, más allá de sentarme a la computadora y hablar, jugar un juego o reaccionar a algo.
Me pasa que siento que está lleno de talentos por todos lados. Mucho talento todavía por despertar, otras personas que tal vez ya saben que lo tienen pero no pueden mostrárselo al mundo; otras que tal vez no tienen los recursos.
Lo que buscábamos era un poco eso: más allá de conectar con mis seguidores, ver qué talento anda dando vueltas y que mano se le puede dar. Creo bastante en el karma, y cualquier cosa que hagas por los demás vuelve. Tal vez no de la manera en que vos pensabas que iba a volver, o querías que vuelva. Por todos esos cabrones que hicieron que hoy esté acá y pueda llegar a donde estoy, lo mínimo que puedo hacer es devolverles algo, un granito de arena.
También me hace mucha ilusión poder enseñarles; no a nivel cátedra, sino de un pibe que aprendió las cosas de la vida chocándose con paredes o con puertas. Totalmente desaferrado de una visión egocéntrica, diciendo “soy el mejor y sé hacer rap así”; sino: “Vos podés escribir haciéndolo así o asá, escuchen esta canción, este arreglo, cómo está la voz, como entra el AutoTune, entendelo”. Eso puede estar piola: cómo puedo ayudar a que desarrollen su oído y aprendan de la música. Tal vez les den ganas de adquirir más cultura general o información al respecto: despertar una pasión.
-¿Cómo manejás el éxito? Por ahí lograste en cuatro años lo que otros artistas no logran en 30.
-Quienes más me mantienen con los pies en la tierra son mi familia: mi papá, mi mamá, mi hermana menor Candela y mi hermano mayor Nahuel. Literalmente son mi grupo de trabajo, aparte de ser mi equipo para la vida. Son personas que en dos segundos me pueden cambiar el estado de ánimo.
Cuando sos el líder de tu núcleo de trabajo a veces la gente no genera tanta empatía, o hay cosas que no te quiere decir; o tienen miedo de faltarte el respeto, o no se quieren meter en tu vida personal. Entonces siempre están para vos, cumpliéndote los caprichos. Y si no tenés alguien que te baje a tierra llega un momento en que dejás de generar empatía y pensás que sos superior a los demás, o que valés más, lo cual es totalmente erróneo.
Si hago algo mi mamá en dos segundos me dice: “Mauro, ¿qué estás haciendo?”. Si es algo que la afectó a ella me pongo muy mal, y no lo puedo manejar. Y al día de hoy es lo que más cuerdo me mantiene. Para ellos soy Mauro. A veces es difícil separar a Mauro y a Duki, pero es lindo (risas).
-En “Cascada” citás a “Volver al futuro”. ¿Hay algo del pasado que extrañás o te enfocás en el presente? ¿Cómo te imaginás el futuro?
-Siempre uno extraña cosas del pasado, pero soy del pensamiento de que lo mejor siempre está por venir. Haya pasado lo que haya pasado. Veo la vida como un proceso evolutivo, en el cual mientras más tiempo paso acá en tierra más cosas aprendo, mejor persona me vuelvo, más cosas puedo hacer; más entiendo a la gente que me rodea, más entiendo al mundo. Y soy más partícipe de eso.
Disfruto muchísimo el presente, pero siempre estoy predicando lo que quiero que pase en el futuro. No soy tanto de ver el pasado, no me arraigo a las cosas: trato de dejarlas ser, y que el orden natural de las cosas les dé un cierre.