Jueves 12.9.2024
/Última actualización 23:03
Para cualquiera que haya recorrido con cierta frecuencia los espacios culturales de la ciudad de Santa Fe, el nombre de Guillermo Frick no le resulta ajeno. Es que, desde hace muchos años, desarrolla sus amplias posibilidades como actor, director y cantante. Ahora, se puede utilizar otro sustantivo para aludir a él: “escritor”. Es que acaba de publicar “La visión de lo imprescindible”, un libro de cuentos en el cual la seducción por la palabra escrita que lo persiguió (según plantea la breve biografía que acompaña el volumen) por siempre, deja de ser un escarceo efímero para convertirse en una unión que, de acá en más, sólo puede consolidarse.
“Toda mi vida intenté escribir, tenía algo, como un deseo de hacerlo. Siempre digo que la verdad de uno está dentro de un tacho, en las cosas que escribió y tiró”, admitió en un diálogo reciente con este medio. Hace unos años, la pandemia le otorgó el paréntesis que necesitaba y, bajo la tutela de Juan Isaguirre Obligado, su primer maestro en tales menesteres, escribió una serie de relatos, surgidos a partir de consignas diversas. De hecho, el texto que da título al libro nació de un ejercicio: tomar un verso del poema “Los justos” de Jorge Luis Borges y desarrollar la escritura a partir de ese estímulo.
GentilezaEl fallecimiento inesperado de Juan lo llevó a continuar el trabajo de escritura junto a Larisa Cumin. “Con ella pulimos unos cuantos cuentos y luego encontré el editor adecuado”, explicó. El resultado es un volumen de lectura siempre ágil, sorprendente por momentos, divertida en otros y hasta desconcertante en algunos pasajes. El hilo conductor es lo disruptivo: ante lo establecido como normal y armónico, aparece algo o alguien que provoca una ruptura y obliga a rehacer el esquema con otras pautas. Hay una especie de extrañamiento de lo cotidiano que interpela al lector a hacerse preguntas, que no siempre son cómodas.
Sin embargo, más allá de ese eje, lo que torna irresistibles a los cuentos de Frick es su capacidad para construir personajes que, incluso en su tendencia a salirse de toda norma posible, el lector puede intuir cercanos, como parte de su geografía cotidiana, hasta en algún caso familiar. Lo mismo ocurre con los escenarios elegidos, que Frick dota gracias a su prosa firme, sin firuletes, de detalles que los hacen perfectamente reconocibles. Así, una calle, un basural, una parrilla, una bar, un palacete en decadencia de un barrio elegante son descritos de tal modo que al recorrer las páginas es posible situarse imaginariamente allí. Respirar, casi, el mismo aire que los protagonistas de los relatos. En este sentido, “Carmelo” es un texto especialmente logrado: en muy pocas páginas, Frick logra sintetizar una atmósfera agobiante, claustrofóbica.
Gentileza“La visión de lo imprescindible”, es una clara demostración de la capacidad de su autor para un género de difícil resolución. Horacio Quiroga dijo una vez que “un cuento es una novela depurada de ripios” y Frick cumple esta premisa a través de una aguda observación de personajes y escenarios, que después comprime lo más posible para asegurar el impacto. Sin dudas, su incursión en la escritura no será pasajera: su “voz” tiene todo lo necesario para seguir brindando aportes auténticos a las letras santafesinas.