Hace 15 años moría en Miami el popular actor cómico Jorge Porcel, que con un preponderante éxito en teatro, cine y televisión durante casi tres décadas se convirtió en un símbolo de un tipo de humor que marcó toda una era en nuestro país.
Fue el capocómico que simbolizó una era del humor en la Argentina, formó una dupla inolvidable con Alberto Olmedo y cosechó numerosos éxitos en cinte, teatro y TV a lo largo de tres décadas de trayectoria. En sus últimos años de vida se radicó en Miami, se hizo evangelista y renegó de su pasado.
Hace 15 años moría en Miami el popular actor cómico Jorge Porcel, que con un preponderante éxito en teatro, cine y televisión durante casi tres décadas se convirtió en un símbolo de un tipo de humor que marcó toda una era en nuestro país.
Al frente de numerosos elencos en donde no faltaban los necesarios “segundos” que le dieran pie para su lucimiento, ni las vedettes que eran objeto de todo tipo de chistes despectivos en torno a su cuerpo y su sexualidad, Porcel desplegó un humor picaresco muy de moda a nivel popular en los ‘60, ‘70 y ‘80, al que le agregó como condimento el uso de su voluminoso cuerpo como medio para conseguir la risa.
En ese contexto y con esas particularidades personales, el actor logró erigirse como una de las figuras más emblemáticas de la escena local, con una presencia permanente en ciclos televisivos, películas y obras de teatro de corte “revisteril”; además de haber explotado su faceta como cantante con la publicación de algunos discos y haber prestado su imagen para una historieta.
A pesar de ser un capocómico por naturaleza, conformó una memorable dupla en cine con Alberto Olmedo, otra figura indispensable del humor argentino, a quienes en varias ocasiones se les sumaron Moria Casán y Susana Giménez como contrafiguras femeninas que aportaban la cuota de despampanantes mujeres con poca ropa de la época.
Bajo las órdenes de los hermanos Hugo y Gerardo Sofovich, la popular dupla protagonizó “Los caballeros de la cama redonda”, “Los doctores las prefieren desnudas”, “Hay que romper la rutina”, “Expertos en pinchazos” y “A los cirujanos se les va la mano”, entre tantas.
En todas ellas, en líneas generales, el dúo encarnaba a una típica pareja de “chantas porteños” que se veía envuelta en distintos enredos producto de sus propios engaños, en muchos casos con el objetivo de satisfacer algún deseo sexual cuya concreción siempre se frustraba por algún motivo.
En la misma tónica, pero en solitario, encabezó los filmes “El Gordo Catástrofe”, “Fotógrafo de señoras”, “Te rompo el rating”, “Custodio de señoras” y “Los vampiros los prefieren gorditos”, entre otras.
Por su parte, en televisión también se recuerda otra dupla, en ese caso con Jorge Luz, con quien llevó adelante el sketch “La Tota y la Porota”, que pasó por varios ciclos.
Entre sus éxitos televisivos aparecen “¿Lo viste a Porcel?”, “Porcelandia” y, fundamentalmente “Las gatitas y ratones de Porcel”, “Polémica en el Bar”, con largas escenas dedicadas exclusivamente al intercambio entre él y Juan Carlos “Minguito” Altavista, y “Operación Ja Ja”, en donde brilló en el sketch de “La Peluquería de Don Mateo”. Desde allí patentó latiguillos retomados por el habla popular como “¿No es fino?” y “Son años”.
Sin embargo, la gracia natural y el talento que encandilaba al público se vio ensombrecida con el paso del tiempo, tanto por la coincidencia que hay entre sus excompañeros en torno a la forma de ser del actor en el ámbito privado, incluso con relatos sobre abusos sexuales; como por los cuestionamientos que se pueden hacer a un tipo de humor que no soportó el cambio de época.
Salvo alguna excepción, sus compañeros han caracterizado al cómico como una persona malhumorada, egoísta y poco tolerante con sus colegas de menor renombre, y maltratadora. También hay testimonios que dan cuenta de pedidos de favores sexuales para ser parte de su elenco.
En tanto, una mirada actual a su obra genera asombro, no solo por el consabido uso del cuerpo femenino como objeto de comentarios, sino también por algunas cuestiones intolerables como la sexualización de la infancia –como en su famoso sketch televisivo del carnicero- o escenas en cine con intentos de sexo sin consentimiento –con tocamientos a la fuerza a pesar de la resistencia femenina o incluso con tretas como aprovecharse de una mujer dormida-.
Por recomendación de Juan Carlos Mareco , Porcel había iniciado su carrera a fines de los `50 en el ciclo radial “La revista dislocada” junto a figuras como Carlos Balá y Mario Sapag, entre otros; y en la primera mitad de los `60 ya era una figura reconocible en televisión en cine.
En la pantalla chica, debutó en el primer ciclo de “Operación Ja Ja”, en 1963, y al poco tiempo ya tenía encabezaba sus propios programas; mientras que en cine participó en diversas comedias picarescas como “Villa Cariño está que arde”, “Coche cama alojamiento” y “Desnuda en la arena”, con Isabel Sarli.
En los `70 llegaría la consagración definitiva con una infatigable labor en cine –solo y con Olmedo-, en televisión y en teatros. En los `80 mantendría el mismo ritmo, aunque en el cine habría un viraje hacia el público familiar a partir de una serie de filmes junto a Olmedo, dirigidos por Enrique Carreras, entre los que destacan “Los fierecillos indomables”, “Los colimbas se divierten” y “Rambito y Rambón, primera misión”.
En el medio habría una intervención cantando un fragmento del bolero “Buenos Aires madrugada” en el disco “Tontos”, de Billy Bond y la Pesada del Rock and Roll, en 1972; y algunos registros propios de boleros hacia el final de esa década.
Tras un regreso al humor para adultos con “Atracción peculiar” y en medio del éxito televisivo con “Las gatitas y los ratones de Porcel”, la prematura muerte de Olmedo, en marzo de 1988, comienzan a marcar el fin de una era.
Con “El profesor punk” como su última aparición en el cine nacional y luego de algunos programas de TV con menor éxito, Porcel se radicó en Miami, en donde siguió adelante con su estilo de humor y abrió un restaurante de comida italiana.
Con el paso de los años, Porcel se hizo evangelista, renegó de su pasado, quedó postrado en una silla de ruedas y se fue apagando por distintas dolencias físicas. A la par de este proceso, cada vez más voces daban cuenta de un hombre del que solo rescataban sus conocimientos culturales y su capacidad de seducción cuando se lo proponía, pero que cargaba sobre sus espaldas años de abusos y maltratos.
Porcel murió en 2006 en un hospital de Miami, pero muchos años antes, en 1993, se dio el gusto de trabajar en Hollywood, bajo las órdenes de Brian de Palma, junto a Al Pacino y Sean Penn, en la película “Carlito’s Way”. Su indigno personaje de Saso en esa prematura despedida de la pantalla grande acaso sea lo más digno que podría mostrar hoy el popular actor.