La herencia de Maradona: cinco hijos reconocidos, varios "en trámite" y un patrimonio incierto
La relación del malogrado futbolista con el dinero siempre fue difícil de rastrear, pero entre salarios y obsequios, disfrutaba de un patrimonio millonario tras vivir sus mejores años endeudado.
La herencia de Maradona: cinco hijos reconocidos, varios "en trámite" y un patrimonio incierto
Jueves 26.11.2020
/
Última actualización 20:27
Hace un año, Diego Armando Maradona tuvo en redes una discusión pública en la que, visiblemente enfadado, amenazaba a su prole con deseheredarla. "No les voy a dejar nada". Como en tantos actos del exfutbolista, quedará por ver si parte de esa voluntad se ha cumplido. Y qué quedaba de la fortuna del argentino. Porque Maradona ganó tanto como perdió. Cifras astronómicas, y en sus mejores años. El propio futbolista declaraba al filo de los noventa (entrevistado por Di Stefano, ni más ni menos) que a los 25 años "me quedé sin un mango". Es decir, tras su primer año en el Nápoles, cuando su estilo de vida superaba incluso la fortuna del deportista estrella. Una autoproclamada ruina que explicaba dos detalles: el alejamiento para siempre de su primer manager, Jorge Cyterszpiler, y los vínculos con la Camorra.
En los documentales sobre su vida, Maradona se quejó alguna vez del tropiezo que le supuso el Nápoles, el equipo "pobre" que había fichado al astro blaugrana y que le engañó en sus promesas: un apartamento en vez de un casoplón y un utilitario en vez de un Ferrari. El futbolista, endeudado y atado a un estilo de vida apuntalado por drogas, prostitutas y mafiosos, se quedó en Nápoles hasta los 30 años. El juicio por posesión de cocaína que finalmente consiguió alejarle de la ciudad –y que hayamos escrito su obituario tres décadas después– también cercenó una fortuna increíble: las estimaciones son que la suspensión por cocaína le quitó 64 millones de dólares en lo futbollístico, y más de 110 millones en patrocinios y contratos publicitarios. Al cambio actual, Maradona perdió en dos años más de 280 millones de euros.
Y, sin embargo, sobrevivía. Tenía algo invertido en caballos, otro tanto en fichas de jóvenes promesas, llegó a sus últimos días con cuatro casas en las zonas más bien de la capital argentina. ¿Le suspendían? Siempre habría alguien dispuesto a ofrecerle más de un millón al año por aparecer en la televisión. Vivía de cesiones, le colmaban de obsequios. Había tanto de trueque como de plata en sus negociaciones. Incluso ahora: hace unas semanas, Maradona renovó como entrenador con el Gimnasia de La Plata, su último equipo como entrenador. Y, sin embargo, nunca se supo cuánto cobraba, pero sí parte de las negociaciones: vuelos a cambio de derechos de imagen, un buen patrocinio de Le Coq Esportif para él y para el equipo, una casa lujosa pagada por el club para asegurarse su cercanía.
Todo lo contrario que su fugaz paso por el fútbol mexicano, donde en tan sólo un año se llevó un millón de euros por entrenar al Sinaloa. O el lucrativo contrato bielorruso, que demuestra la magnitud de su figura, incluso en el crepúsculo. Sólo por figurar como entrenador y presidente de honor del Dinamo de Brest, Maradona firmó un precontrato de 18 millones de euros en tres años. Del que no se llevó un euro (pero sí un anillo enjoyado de unos 300.000 euros). Porque se echó atrás para irse a México en vez de al Caúcaso.
Ésa era su vida: capaz de arrojar por la borda grandes oportunidades económicas, pero siempre tocado por el aura de leyenda a la hora de ingresar aún más dinero. A principios de la década recorrió varios equipos de Dubái a los que les sacaba al menos dos millones de euros al año (más una casa de lujo en el emirato que redefine la palabra y otros bienes). Pero lo de siempre: un mes le pedía al Al Wasl un contrato vitalicio y al mes siguiente le despedían. Y al siguiente otro equipo árabe o asiático o centroamericano pedía la vez. El Pelusa no sabía no ganar dinero. Y Matías Morla, su abogado y agente en los últimos años, siempre se aseguró de que su cliente tuviese un pellizco incluso en sus zozobras. Pero es imposible saber cuánto dinero ha ganado y perdido Maradona. La estimación más a la baja que podemos realizar es que se movía cómodamente en sus últimos años por encima de los 10 millones de euros, sin contar sus posesiones: sus casas, sus automóviles de lujo (la mitad de ellos regalados. Gran parte de las posesiones conocidas de Maradona son obsequios) y una cartera de inversiones tan diversificada y desconocida, que se ha mantenido a salvo de sus vaivenes durante al menos dos décadas.
Ahora, se abre otro interrogante: ¿qué pasará con la herencia? A Maradona se le suponen unos 11 hijos, entre los legales y los que tenía sin reconocer. Su exmujer, Claudia Villafane, le reclamaba dinero. Vivía supuestamente sin aquellas deudas que le hundieron en los ochenta, pero entre contratos opacos y un estilo de vida que le daba, como él mismo reconocía, para comer caviar sin sobresaltos el resto de su breve existencia. El capítulo pendiente ahora es tanto judicial, para determinar a sus herederos, como contrario a esa última voluntad que escupió en Instagram contra sus hijas. Porque, desde hace cinco años, la justicia argentina, como la española, reconoce la existencia de la legítima: dos terceras partes de todo lo que tenía Maradona pasará a sus herederos directos, sin importar lo que quisiera el 10.
Los hijos de "El Diez"
El abogado del futbolista Matías Morla, una de las personas que ha estado más cerca de Maradona en sus últimos días, desveló este deseo: reunir a sus cinco hijos reconocidos Dalma y Gianinna, Diego Junior, Jana y Diego Fernando. Maradona tiene otros seis hijos que están tramitando la filiación en la Justicia: cuatro en Cuba (Javielito, Lu, Johanna y Harold, todos de entre 19 y 21 años), más el platense Santiago Lara, de 19 años, y Magalí Gil, de 24. “Diego es muy respetuoso con el derecho a la identidad, con el tema de que sepan si es hijo o no. Creo que a esta altura tiene cerrada la secuencia de quiénes son sus hijos. Si la Justicia reconoce un nuevo hijo, habría que ver qué vínculo forma”, sostenía su abogado días antes de su inesperada muerte.
El quinto de los ocho hijos de doña Tota y don Diego se casó por todo lo alto en 1989 con Claudia Villafañe ante 1.300 invitados —entre ellos, el entonces presidente de Argentina, Carlos Menem, y el magnate italiano Silvio Berlusconi— en el Luna Park. La pareja se dio el sí cuando ya había tenido dos hijas —Dalma Nerea, nacida en 1987, y Giannina, en 1989— y se mantuvo unida formalmente hasta 2003, cuando se divorciaron e iniciaron una larga lista de peleas en los tribunales, con acusaciones cruzadas de apropiación de bienes, irregularidades en el reparto y despilfarro.
Dalma es actriz y está casada con el jugador de rugby Ariel Caldarelli. Giannina optó por la moda, con la creación de la línea de ropa Catarsis, e hizo abuelo por primera vez a Maradona en 2009 al dar a luz a Benjamín Agüero. Su matrimonio con el futbolista Kun Agüero se rompió en 2012. Las dos hermanas fueron durante años las únicas hijas reconocidas por el astro argentino, pero en 1995 aceptó en público la paternidad de Diego Jr, el primogénito. El joven, fruto de su relación con la italiana Cristiana Sinagra durante su etapa en el Nápoles, nació en 1986, el año en el que su padre lideró a la selección de Argentina campeona del Mundial de México.
La cuarta de sus hijas fue Jana, nacida en 1995 del romance que el Pelusa mantuvo con Valeria Sabalain. Aunque no la reconoció hasta que su hija cumplió la mayoría de edad y se presentó ante él en un gimnasio, su relación se volvió muy estrecha a partir del año pasado y ambos convivieron durante la pandemia de covid-19. El acercamiento con Jana tuvo lugar después de que Giannina asegurarse en 2019 que su padre se estaba muriendo. “No se está muriendo porque su cuerpo lo decide, sí lo están matando por dentro sin que él se pueda dar cuenta. No creo en el parámetro de lo normal, pero eso está muy alejado de la realidad que él se merece. Recen, por favor”, señaló. Las declaraciones de su hija enfurecieron a Maradona, quien publicó un vídeo en el que afirmaba estar “más vivo que nunca” y anunciaba que no dejaría nada en herencia a sus hijos, sino que donaría todos sus bienes a obras de caridad.
El quinto de los hijos reconocidos por el ídolo argentino es Diego Fernando. Su madre, Verónica Ojeda, estuvo en pareja una década con Maradona, pero él la dejó en 2013, cuando Ojeda estaba embarazada. Después de la ruptura, el jugador demandó a su expareja por exhibir fotos del bebé en las redes sociales.
Su último noviazgo fue con Rocío Oliva, entre 2013 y 2019, años en los que Maradona vivió entre Emiratos Árabes, México y Argentina para desempeñarse como entrenador. Como con sus anteriores parejas, el distanciamiento estuvo acompañado de pleitos judiciales.
El año pasado, el abogado de Maradona Matías Morla reveló que el futbolista tenía otros tres hijos en Cuba e insinuó la existencia de un cuarto. Habrían nacido entre 2000 y 2005, cuando mudó su residencia a la isla caribeña para curarse de sus adicciones tras haber estado al borde de la muerte en enero de 2000. Según medios locales, la lista de vástagos podría extenderse hasta 11.
La fortuna que heredarán sus descendientes es difícil de calcular porque tuvo ingresos millonarios pero también gastos excesivos. En 2014, se estimó en unos 75 millones de dólares (unos 63 millones de euros). Entre sus bienes, destacan cinco viviendas distribuidas entre Buenos Aires y su periferia y varios autos de lujo. También hay excentricidades como un anillo de brillantes valorado en 300.000 euros que adquirió en Bielorrusia y usaba como amuleto en el banquillo de Gimnasia y Esgrima La Plata, y una camioneta anfibia que puede navegar.