Lunes 18.10.2021
/Última actualización 12:36
En la fría madrugada del 28 de junio de 1966 un grupo de militares llegó hasta la Casa de Gobierno para desalojar al presidente Arturo Illia. Y él les dijo: “ustedes son como los salteadores nocturnos que vienen a robarle el sueño a los argentinos, sus hijos se avergonzarán de lo que ustedes están haciendo ahora, que traerá horas tristes a la patria”. Un tramo de esa frase del ex presidente, fallecido en enero de 1983, le aportó al periodista y escritor Agustín Barletti el título de la novela histórica “Salteadores nocturnos”, que recorre la vida de Illia tanto en sus facetas personales como políticas. La primera versión fue presentada en 1997 y ahora fue reeditada por “De Los Cuatro Vientos”, corregida y aumentada.
Archivo El Litoral Arturo Illia fue presidente de la Nación Argentina entre el 12 de octubre de 1963 y el 28 de junio de 1966, cuando fue derrocado por un golpe de Estado cívico-militar.Buena parte del fundamento de Barletti para moldear el libro tiene que ver con la amistad de su propia familia con la de Illia. “A principios de los ‘80, cuando era estudiante de Derecho, tuve varias charlas con él, en las cuales me contó cosas de su vida y tuve la precaución de tomar apuntes. Muchas de esas cosas, que están en el libro, son desconocidas por la gente”, explicó el autor. Pero la motivación principal es que el perfil del ex presidente continúa envuelto en el desconocimiento. “Esto se debe a que el propio Illia era una persona muy reservada. No le gustaba andar comentando públicamente sus logros profesionales y políticos. No tuvo secretario de prensa ni vocero mientras fue presidente, porque pensaba que utilizar fondos públicos para difundir la obra de gobierno era malgastar plata y era demagógico”, afirmó Barletti.
Esa postura de Illia, renuente a la propaganda, posiblemente tenga origen en su visita a Europa en la década 1930. “Pasó por Alemania y por Italia en la época en que estaban naciendo el nazismo y el fascismo. Entendió que la razón por la que un pueblo como el alemán, tan culto y tan preparado, había caído tan bajo era por el inmenso aparato de prensa del nazismo, que generaba un relato engañoso. Por eso era reacio a ese tipo de comunicación y no hizo, en su momento, una comunicación de sus tremendos logros. Los mil días que gobernó tienen cifras increíbles que no se volverán a repetir en el futuro”, recalcó el autor.
En su libro Barletti exhibe esos datos que Illia no quería difundir por modestia. “Durante su presidencia el Producto Bruto Interno creció al 10,3 por ciento anual, tuvo el presupuesto de Educación más alto de toda la historia argentina, el 24 por ciento. Sancionó la ley del Salario Mínimo Vital y Móvil, la desocupación era del 4 por ciento y bajó la deuda externa. A su vez, la victoria diplomática más importante de toda la historia argentina en el tema Malvinas, la resolución número 2065 de Naciones Unidas, que obliga a Inglaterra a sentarse a negociar la soberanía, fue obtenida durante su gestión”, puntualizó.
Gentileza del autor Agustín Barletti.Agustín Barletti, autor del libro.Foto: Gentileza A. Barletti.
Pero no solo era un buen administrador sino también un estadista, que se anticipó a los acontecimientos. “Arturo Illia es el primer presidente de todo el mundo occidental que comercializó con la China de Mao. En 1964, le vendió el excedente de la cosecha de trigo, seis años antes de que Richard Nixon viaje a ese país. Otra cosa increíble es que, en 1965, se reunió con el presidente chileno Eduardo Frei y le propuso la creación de una Confederación Argentino Chilena con capital en la ciudad de Córdoba. Veía el proceso de integración mucho antes del Mercosur. Era un visionario”, sintetizó el escritor y periodista.
La tortuga que tocó intereses
Si la gestión de Illia tuvo guarismos tan auspiciosos, cómo se explica entonces el mote de “tortuga” que le asignaron los medios de comunicación y su derrocamiento. Según Barletti, por los intereses que tocó, que se sintetizan en la frase que dijo Illia: “A mí me derrocaron las veinte manzanas que están alrededor de la Casa de Gobierno”. Básicamente, confrontó con grandes bloques de poder económico.
Archivo El Litoral Arturo Illia fue presidente de la Nación Argentina entre el 12 de octubre de 1963 y el 28 de junio de 1966, cuando fue derrocado por un golpe de Estado cívico-militar.“Anuló los contratos petroleros leoninos que había firmado Arturo Frondizi con empresas norteamericanas, por lo cual se enfrentó con esos capitales. Después, armó una comisión con titulares de cátedra de farmacología de la Universidad de Buenos Aires para analizar 30 mil muestras de medicamentos y determinó que en la mayoría de los casos la fórmula no respetaba el prospecto y los costos tenían un mil por ciento de sobreprecio. Entonces sacó, por ley, un congelamiento en el precio de los medicamentos y se peleó con los laboratorios suizos”, rememoró Barletti.
Por otra parte, cuando cerró la operación de venta de trigo a China, convocó a las comercializadoras de granos y les pidió que los productores reciban 8 pesos por quintal de trigo. Las comercializadoras le dijeron que más de cinco no podían abonar y él les solicitó que lo pensaran y volvieran al día siguiente. “Al otro día van y le dicen que en un acto patriótico podían pagar 5,50. Y él les dijo: ‘no me entendieron, son 8’. Le contestaron que no lo iban a hacer y se fueron pensando que no iba a poder hacer nada por no contar con la logística. Illia habló con los chinos, se hizo traer los barcos con grúas propias, hizo la operación a través de la Junta Nacional de Granos, dejó afuera de la operación a las comercializadoras y pagó 8 pesos el quintal a los productores”, recordó el autor.
“De modo que todos esos actores económicos, que sintieron que sus intereses y privilegios estaban siendo atacados por un gobierno que defendía al país, empezaron a trabajar en la prensa y armaron la campaña de la tortuga. Illia me dijo una vez: ‘me decían la tortuga, pero después la zoología política mostraría que también existen los cangrejos’”, agregó.
Archivo El Litoral Arturo Illia fue presidente de la Nación Argentina entre el 12 de octubre de 1963 y el 28 de junio de 1966, cuando fue derrocado por un golpe de Estado cívico-militar.Si hay un valor al cual se asocia la figura de Illia, es la honestidad, que aparece con claridad en una anécdota referida por Barletti. “El 28 junio de 1966, cuando Illia fue derrocado, el coronel Ballesteros fue al despacho presidencial para preparar la jura de Juan Carlos Onganía. Cuando abrió la caja fuerte, encontró 240 millones de pesos moneda nacional en efectivo, lo cual era una fortuna. Y empezó a los gritos: ‘Acá están las pruebas de la corrupción del gobierno radical’. Hasta que un funcionario de la casa de gobierno se le acercó y le dijo: ‘Vea señor, estos son los fondos reservados del presidente, que Illia pudo haber utilizado sin rendir cuentas a nadie durante los tres años de gobierno y no tocó un billete’”, refirió el autor de “Salteadores nocturnos”. Lo cual lanza un mensaje contundente a las personas que ejercen la política en la actualidad.
En la óptica de Agustín Barletti, Argentina no estuvo a la altura de un dirigente como Illia, que hubiera sido un excelente presidente en países como Alemania o Francia. “Cuando se produjo el golpe de Estado de 1966, la democracia no estaba valorada como ahora. Además, la figura de Illia fue creciendo porque los argentinos vieron las tragedias que sucedieron después. Hace poco, haciendo un ejercicio de ucronía, pensaba que hubiese pasado si Arturo Illia hubiese terminado de gobernar, después llegaba un hombre como Ricardo Balbín de 1969 a 1975 y luego un peronista moderado como Ítalo Lúder. Seríamos Canadá”, expresó.
Archivo El Litoral Arturo Illia fue presidente de la Nación Argentina entre el 12 de octubre de 1963 y el 28 de junio de 1966, cuando fue derrocado por un golpe de Estado cívico-militar.La gente revaloriza el rol de Illia porque, en el fondo, es el espejo en el cual toda la sociedad se quiere mirar. “En el subconsciente de los argentinos está la idea de que, si algún día, nosotros tuvimos la inteligencia de votar a un presidente honesto, pero además eficiente, lo podemos volver a hacer en el futuro”, cerró el escritor.