Ignacio Andrés Amarillo
La cantante, conocida como integrante de Tonolec y en la actualidad solista bajo el nombre de La Charo, asumió hace poco como vicepresidenta del Instituto Nacional de la Música. Participante activa en el Mica 2022, El Litoral conversó con ella sobre su nuevo rol, sobre su actualidad artística, y sobre el desafío de encarnar a Aimé Painé en el cine.
Ignacio Andrés Amarillo
Charo Bogarín es un emblema de las fusiones musicales, desde que junto a Diego Pérez fusionó en Tonolec folclore argentino, música electrónica y tradiciones originarias. Hoy solista bajo el nombre de La Charo, recientemente aceptó el desafío de ser la nueva vicepresidenta del Instituto Nacional de la Música, acompañando a Bernabé “Buco” Cantlon (en lo que conforma la primera gestión sin Diego Boris en la presidencia).
Bogarín participó activamente del Mercado de Industrias Culturales Argentinas (Mica) para conocer nuevas propuestas y conversar con artistas y gestores de todo el país. En ese marco, El Litoral aprovechó para conversar con ella sobre su nueva función, su presente musical y su participación en “Soy Aimé”, proyecto audiovisual donde interpretó a la mítica Aimé Painé
-Asumiste como vicepresidenta del Inamu. ¿Cómo surgió la postulación y cuáles son los desafíos y los objetivos de esta nueva gestión?
-Es un hermoso desafío: fuimos designados por ley, como se designa en nuestro caso el directorio, que es presidencia y vicepresidencia, a través de Presidencia de la Nación, por supuesto con la anuencia del Ministerio de Cultura de Nación. Y creo que llegamos aquí porque se ha respetado el espíritu de la creación de este Instituto, que es una organización de fomento para músicos, creados por la lucha colectiva de músicos, músicas y músiques, y dirigido por músicos. Porque nadie mejor que músicos que nos adentramos en la gestión cultural como para impartir desde el Instituto políticas culturales, sabiendo qué es ponerse al hombro el desarrollo de tu proyecto musical. Para nosotros es primero un honor estar ahí como músico gestores. Buco Cantlon, el presidente, también viene desde los inicios: desde la conformación de la UMI (Unión de Músicos Independientes) en el año 2000, luego en la Fa-Mi y ahora en el Inamu.
El desafío que tenemos es sostener todas las buenas gestiones que se vinieron haciendo. En músicos registrados subimos de 30.000 en el 2017 a 70.000 que somos ahora; esto implica que en el sector de música independiente sobre territorio argentino las personas músicas se sienten identificadas y apoyadas por este Instituto. Que da muchos beneficios cuando uno se registra, primero: el registro de los músicos es sin examen previo, es gratuito; y los beneficios a los que uno puede acceder a través de nuestro organismo van desde ser parte de un circuito estable de música en vivo, que hay en las seis regiones de toda Argentina; descuentos en pasajes y en instrumentos; lo más importante: participar en los fomentos que salen para que tu música viaje al exterior y participar de diferentes mercados internacionales, o sea proyectar tu música al mundo. Y una vez al año fomentos: ayudas económicas para que desarrolles tu proyecto tanto a nivel nacional como a nivel regional.
Paralelamente a esto que se hace muchos muchas acciones desde el Instituto: desde la última novedad que es el álbum de figuritas de músicos argentinos (músicos, músicas y músiques), con 400 figuritas; lo cual está pensado para el sector joven de la educación, para las primarias, donde los niños, niñas, niñes aprendan sobre nuestra música nacional a través de lo lúdico, del juego. Está también algo muy importante que nos vamos a poner al hombro, que es la Ley de Cupo Femenino y de Diversidades en los festivales nacionales. Impulsando y desarrollando esto que está muy en agenda por parte del feminismo: la presencia de músicas y diversidades en los escenarios, que tanta falta hace.
-Se estrenó en forma película “Soy Aimé”, que había sido primero miniserie. ¿Qué significa la responsabilidad de haberse puesto en la piel de Aimé Painé, y qué representa su figura para vos?
-Desde el 2008 vengo siendo convocada por diferentes directores de cine (pasé sin escalas: ni teatro ni televisión, directamente a la pantalla grande); creo que por este trabajo muy focalizado que vengo haciendo como mujer de sangre guaraní con la música de nuestras comunidades originarias del norte argentino: la música qom, la música de mi gente, la guaraní.
Aimé Painé viene de la propuesta de su directora, Aymará Rovera, en donde me pidió que encarne a esta heroína cultural de la Patagonia: una mujer con sangre tehuelche, con sangre mapuche. Mi desafío fue encarnarla, me sentí muy afín en sus discursos con todo lo que yo venía haciendo desde el 2000 con Tonolec, que es decir: “Bueno, somos artistas descendientes de comunidades originarias; nuestras comunidades están vivas, no son simplemente un material de estudio de un manual, sino que estamos ahí muy pujantes, muy presentes”. Esto lo tenía muy presente Aimé Painé en su discurso: fue una visionaria que inclusive propuso un proyecto de ley (que hoy ya es ley) como es la educación intercultural bilingüe; respetando está diversidad cultural, para que las infancias tengan también educación desde su cosmogonía y desde su lengua madre.
Y por supuesto cantar en lengua mapuzungun, que es un territorio de la música que a mí me apasiona desde hace más de 20 años, desarrollando mi carrera como Tonolec y como la Charo. Y una hermoso desafío: me puse en la piel de Aimé Painé, y yo dije: “Este es el lugar donde me gusta estar”. Encarnando a alguien que transmite un mensaje, que tiene un compromiso social, cultural, político.
-Como La Charo ya sacaste dos discos, estás girando ya con un repertorio nuevo, más latinoamericano, con una banda grande.
-Para la gente que no conoce mucho, Tonolec fue mi primera formación, con Diego Pérez. La propuesta del género es música electrónica con música folclórica y de pueblos originarios. Luego vino en 2017 La Charo, cuyo tercer disco estoy por presentarlo dentro de pocos meses; hay un lanzamiento que se viene ahora: la cumbia “Agüita de manantial”.
Como decías, ya con el proyecto de la Charo y bien munida de todo lo que es nuestra música del territorio, nuestra identidad y patrimonio musical, salgo explorar América Latina y me encuentro con esos ritmos: como una cumbia colombiana, como los ritmos llaneros de Colombia, de Venezuela; tocando el cuatro venezolano, sin olvidar nuestra chacarera, nuestro malambo, siempre tocando el bombo legüero. Pero esta vez munida de estos ritmos característicos de nuestra América Latina; en donde aparece esta mixtura de sangre negra con sangre indígena, con sangre de otros continentes, llámese en este caso europea, donde también hay mucha influencia. Pero sin olvidar esta hermosa mixtura que tenemos de sangres ancestrales, como la sangre afrodescendiente y la indígena.