Ignacio Andrés Amarillo
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Ya con un sol recuperado tras la tormenta (y antes del huracán uruguayo), la segunda jornada de Música en el Río abrió con la presentación de los chicos de la Escuela de Música Barrial de Villa del Parque, liderada por Sergio Marchi y su hija Irene (cantante y bajista de Nada Más y Nada Menos), avalada por la Fundación Padre Catena y equipada por cuenta y cargo de la solidaridad de León Gieco.
A continuación, y esperando la llegada de Rompiendo Espejos (el tributo a Callejeros que se impuso en la votación popular), estuvo a tono La Mano Sigue, una banda de Diamante bien barrial con algún toque de ska. Tras el punk californiano de Cu4tro Cu4artos fue el turno de Raigambre (San Javier), que mantuvo el escenario 2 bastante temático, al presentar una propuesta de rock directo, con guitarras vintage, voces bien de barrio y muy presentes líneas de bajo.
Potencias locales
Posteriormente se produjo el arribo al escenario principal de Juane Voutat, que presentó las canciones de su disco “Posters”, como “En algún rincón del mundo”, “Posters”, “Eco-Delay” (sacándose sus movedizos anteojos y abandonando el piano), y una canción nueva, “En la línea del sol”. De ahí al corte “Dame tu luz” y la entradora “Magic Town”.
Luego de esto Rompiendo Espejos sí pudo celebrar su misa callejera, sin demasiado que envidiarle al sonido de los homenajeados (que al parecer la han designado tributo oficial) y acompañada por el fervor y las banderas.
Pisando su final, en la punta de la Costanera arrancó el Chino Mansutti junto a Los Refutadores del Pensamiento (Gastón Cata Brigiler haciendo doblete, ya que antes tocó con Juane) con Revolución, uno de los temas de su disco Lleva, aunque buena parte de su show estuvo dedicado a adelantar material de Lo que queda de la casa, el disco de próxima aparición que será editado gracias al premio del Concurso de Bandas. Igual hubo lugar para Alessandria, Belén, Pa’ que la lluvia pare (un candombe para los visitantes) y el clásico cierre con Fríos de agosto de Farah.
El cierre del escenario lateral estuvo a cargo de Últimogrito, banda de Reconquista y Avellaneda, con una propuesta nü metal que combina sonidos del hardcore de principios de los ’90 con el sabor del grunge, en una performance muy sanguínea y poderosa.
Rimas afiladas
Ahí ya estaba todo dado para que suba El Cuarteto de Nos, bañados en las luces de una pantalla con imágenes a lo disco de los ‘70, interpretando “El hijo de Hernández” y sobre el pucho “Algo mejor que hacer” y “Ya no sé qué hacer conmigo”, en medio del agite popular. Santiago Tavella (de pantalón amarillo y camisa colorida) dejó el bajo para cantar la tropical “Enamorado tuyo”.
“Tenemos al Pugliese uruguayo, Alvin Pintos (baterista), llegó el Cuarteto y dejó de llover”, afirmó el cantante y guitarrista Roberto Musso, antes de encarar “Así soy yo” y “Cuando sea grande”. De nuevo Tavella en la voz se encargó de “Pobre Papá”, y Roberto tomó la posta para “Bipolar”, “Miguel Gritar” (con un estribillo que podría estar en una canción de The Offspring) e “Invierno del ‘92”.
“Somos de Montevideo, a veces raros, a veces bipolares, pero siempre porfiados. ¿Saben por qué? ¡Y porque sí!” fue la primera despedida de Roberto, antes de regresar con “Buen día, Benito” y la explosiva “Yendo a la casa de Damián” (uno de los grandes ejercicios de Musso). Ahí ya estaban pidiendo que la gente deje de hacer presión sobre las vallas. El cierre fue con “Me amo”, con Roberto, Santi y el guitarrista Gustavo “Topo” Antuña yendo al frente.
Vamo’ arriba
Luego de una demora de 40 minutos en la que se trató de solucionar el problema del inestable vallado de los vips, La Vela Puerca salió en estampida a puros vientos y guitarras, encabezada por los dos Sebastianes: el “Enano” Teysera y el “Cebolla” Cebreiro (que desde que el vocalista principal se cuelga más la guitarra cumple una gran tarea de frontman, aun cuando en las partes en que no canta).
El tramo inicial no dio respiro, con todos temas bien arriba: “Llenos de magia”, “Y así vivir” y “Colabore” (con imágenes de desaparecidos en la pantalla).
Hubo algún saludo a la “muchachada”, pero pocas palabras: siguieron “Sobre la sien”, “La teoría”, “Se despierta” y “Polidoro”.
“Vamos La Vela de mi corazón”, coreó la multitud, antes de que toquen “una canción viejita”, que el Enano dedicó a todos “por comportarse como se están comportando”: se trató de la aplaudida “Zafar”, seguida de “Caridad” y la nueva “La hiedra”, para luego volver atrás de la mano de “Un frasco”.
“Sanar”, “Los reyes de los buzones”, otro de los temas del nuevo EP “Pasaje Salvo” y “La sin razón” pasaron para que luego Teysera agarre la guitarra acústica al encarar “Dice”.
Luego Cebreiro convocó al escenario a Juan Manuel “Manolo” Ferreiro, stage de la banda, que subió con un casco de bombero para (como en otras ocasiones) interpretar junto al del gorro de lana algunas canciones viejas, como “Pedro”, “Común Cangrejo” y “Sigo creyendo”, ganando hinchada propia.
Enseguida cayeron “Todo el karma” y “Escobas” para una despedida de mentirita, con un regreso triunfal con la coreada “Va a escampar” y “Por la ciudad”. “Muchas gracias, salute” dijo el Sebastián de barba, para luego hacer explotar a la masa con “El viejo” y “El profeta” (con solo de armónica del petiso).
Hubo una despedida a los “gurises”, un “hasta la próxima”, pero hubo también el pedido de una más, así que Teysera volvió con su acústica (secundado por el bajista Nicolás “Mandril” Lieutier para despedirse en serio y bajando las revoluciones, con “José sabía”.
Así terminó la segunda noche del festival veraniego, que promete más sorpresas en su jornada final.