Diego Montejo
Con tres fechas en la provincia de Santa Fe el trovador, que además será condecorado por la UNR, hará repaso de su extensa carrera en una celebración de la vida, el amor y el reencuentro.
Diego Montejo
En 2020 Jairo cumplió sus cincuenta años de música, y el festejo comenzó por lo alto: un concierto con localidades agotadas en el Teatro Colón de Buenos Aires dentro del ciclo “Los Únicos”. Esa actuación debía ser la primera de una gira nacional e internacional, la celebración incluía, además, el lanzamiento del disco que, con la producción de Lito Vitale, sorprendería por su repertorio clásico, pero reversionado en calidad premium y con grandes artistas. La pandemia obligó a un cambio de planes y la gira debió ser reprogramada.
Luego de un tiempo de incertidumbre, el disco ya es desde mayo una realidad en formato vinilo y CD y está en los primeros lugares de los más escuchados en todas las plataformas digitales. El sábado 21 de agosto Jairo volvió a los escenarios llevando sus cincuenta años de música a un Teatro Ópera en la ciudad de Buenos Aires colmado y donde volverá a presentarse el próximo 22 de octubre.
Como parte de esta gira, también visitará la provincia de Santa Fe con tres funciones. La primera será el viernes 17 en el Teatro El Circulo (Laprida 1223, Rosario), la segunda el sábado 18 en el Centro Cultural Provincial (Junín 2457) de la ciudad de Santa Fe, y para concluir, actuará el domingo 19 en el Teatro Verdi (Moreno 277) de Cañada de Gómez.
“Para este disco, que se trataba de la celebración por la grabación de mi primer disco en España, lo empezamos a grabar en diciembre de 2019, antes que comience la pandemia, que lo interrumpió. En este disco se nota mucho la impronta de la colaboración de muchos artistas, muchos de ellos generacionalmente distintos, que yo cante con Baglietto, Gieco o Heredia es bastante convencional, pero que lo haga con Nahuel Penissi, Abel Pintos y Elena Roger no. Es gente muy joven que tiene mucho entusiasmo y compromiso”, dice Jairo a Mirador Provincial sobre esta obra consagratoria.
En ese sentido, reconfortado y conforme con este trabajo, podrá sentirse tranquilo por el camino recorrido y el valor que sus colegas artistas le conceden a su obra. Muchas veces los homenajes son un cúmulo de canciones, pero en este caso se emprende una obra conceptual donde nada sobra ni falta. Por eso, cada uno de los que participaron tiene en las canciones que interpreta una relación intrínseca, como si ese tema hubiese sido escrito para ellos. Igual falta una segunda parte que en breve verá la luz y donde Jairo, con la mano invisible de Vitale, viene trabajando con otros músicos sobre otras obras imprescindibles de su vasta carrera.
Vale decir que Jairo es un jugador nato de todas las canchas; pudo ser un gran baladista, cantar en francés a la perfección e interpretar con distinción la obra de impresionantes autores como Piazzola y Yupanqui a la vez. Esa heterogeneidad lo convierte en un artista versátil. Por ello que nada resulta extraño a su entrañable voz ni a la puntillosa selección de sus invitados: un selecto grupo de notables que abarcan varias décadas del cancionero argentino: León Gieco, Víctor Heredia, Marcela Morelo, Abel Pintos, Luciano Pereyra, Lisandro Aristimuño, la banda Eruca Sativa, Juan Carlos Baglietto, Nahuel Pennisi, Pedro Aznar, Elena Roger, Escalandum, y los hijos de Jairo (Iván, Yaco, Mario y Lucía).
Además como un torbellino imparable en todo este raid de emociones, la Universidad Nacional de Rosario (UNR) le otorgará el mismo día de la función en El Círculo el título Doctor Honoris Causa por su trayectoria en el campo de la cultura y su compromiso permanente con la defensa de la democracia y los derechos humanos. Cabe resaltar que el Consejo Superior de esta universidad votó por unanimidad la propuesta de su rector Franco Bartolacci para distinguirlo como un referente ineludible de la cultura popular del país y Latinoamérica.
“Este tipo de distinciones te sorprenden, porque es raro que se los otorguen a quienes venimos del campo de la música, salvo que exista un organismo dentro de la universidad que contemple otorgar premios a los artistas. A mí el Gobierno francés me condecoró como Caballero en la Orden de las Artes y las Letras, pero es un premio dedicado exclusivamente para artistas. Eso me sorprendió igual, pero venía del Ministerio de Cultura. La universidad generalmente suele distinguir a gente de la ciencia y la educación”, agrega el artista sobre la condecoración.
-¿Sentís que es algo especial para tu trayectoria?
-Esto sobrepasa cualquier expectativa de las que podía tener cuando empecé a cantar. Este tipo de cosas va por otro lado, es un halago muy grande que me pasa a mí, pero toca a mis hijos, mi familia y la gente que te quiere mucho. Yo canté toda mi vida, no recuerdo momentos en los que no haya cantado, no dejé de cantar nunca, después fui subiendo los escalones necesarios para llegar a los distintos lugares y momentos de mi carrera. La verdad que cuando arranqué no estaba en mi recibir distinciones, las cosas se van dando, construyendo.
-¿Cómo ves tu carrera hoy tras tantos años de trabajo?, ¿hay cosas que cambiarías?
-Todos cometemos errores, pero no creo haberlos tenido como para arrepentirme, no fueron importantes ni incidieron en el trascurso de mi carrera, que fue evolutiva, no se frenó nunca. Y el hecho de desplegarse en la música no es una decisión de la noche a la mañana; cantar folclore por ejemplo, es algo que yo lo tenía, lo llevada adentro, era la música que escuchaba en mi casa cuando era chico. Sucede que inconscientemente cuando se está lejos ese tipo de cosas surgen y de repente redescubrís que hay un montón de canciones que te las sabés de memoria y están incorporadas y un día las cantás y si estás lejos, te gustan más porque te hacen sentir más cerca de tus orígenes.
-¿Cómo fue tu paso por la balada y después incursionar en otros estilos?
-Hubiera estado bien seguir con la balada. Lo que pasa es que yo no soy autor de las canciones, sólo soy compositor y trabajé con muy pocos autores y el autor con el que trabajaba al principio, donde salieron los primeros grandes éxitos, era una persona que escribía canciones de amor, algunas fueron éxitos como Morir enamorados que perduran hasta hoy. Probablemente me haya dejado llevar por la característica de los autores con los cuales trabajé. Por ejemplo, con Horacio Ferrer las canciones se hacen más surrealistas o María Elena Walsh con una impronta muy personal y por supuesto Daniel Salzano, donde hubo un quiebre.
-¿Qué importancia le das a tu relación compositiva con Daniel Salzano?, ¿recordás algo de ese vinculo que te haya marcado?
-Con Daniel nos buscamos, cuando nos conocimos yo vivía en Paris y él en Madrid, curiosamente no nos conocíamos personalmente, si conocíamos qué tipo de trabajo hacía cada uno. Yo lo admiraba mucho, llevaba siempre uno de sus libros conmigo. La relación comenzó cuando él me envió una carta, esa carta estaba muy bien escrita, era increíble y no sabía que era él porque no tenía remitente, la fui leyendo sin pausa y sin mirar quien la firmaba y me asombró. En ese momento no lo relacioné con Salzano, que escribía las cartas como sus libros y artículos periodísticos, escribió siempre igual, sus cartas son material para publicar. Cuando llegué al final y vi que Daniel Salzano me escribió me dio una sorpresa grande. Daniel me mandó algunas letras que él pensaba que podían ser canciones y la verdad que eran increíble, pero por sobre todas las cosas lo primero que distinguí de esos poemas es que eran letras de canciones que podían llegar a tener un lenguaje propio, que podían darte un estilo.
-¿Cómo fue la primera vez que se vieron?
-Fue en su casa en Madrid, yo caí de sorpresa con la guitarra sin avisar y nos quedamos cuatro horas charlando, tocando y ya en esa reunión salieron algunas cosas, fue como una especie de flash, de amor a primera vista. Curiosamente esa fue la única vez que nos juntamos para hablar de canciones, si nos juntábamos para disfrutar de otras cosas como el cine, la política o el fútbol. Siempre vivimos en ciudades distintas, él me mandaba las letras y yo las trabajaba solo, primero fue epistolar, después fueron los correos electrónicos. Hablábamos mucho por teléfono y esa es una de las cosas que más extraño, eran momentos de gran valor, sus charlas eran muy enriquecedoras.
-¿Qué recuerdos tenés de tu paso por Europa?, ¿te dejó alguna enseñanza?
-Yo soy un cantante que cuando estuvo en Francia y España fue considerado como cantante argentino. Lo máximo que llegaron a decir los franceses que era el más argentino de los franceses y el más francés de los argentinos (risas). Eso para mí fue muy bueno, incluso mi carrera en Francia la hice casi toda en francés, eso es interesante porque aun así y más allá de haber grabado 16 discos en ese idioma sigo siendo para ellos un cantante argentino. Decían que parecía un francés cantando por la buena pronunciación, pero nunca dejé de ser un argentino que canta en francés. Tuve la suerte de llegar a Francia y tener un éxito inesperado, nunca pensé que iba a tener esa dimensión. Me fue fácil incorporarme a ese grupo de argentinos que vivían allí desde hace mucho tiempo, como es el caso de Yupanqui o Piazzola que intercalaba con Nueva York, además de escritores y pintores como Antonio Berni y Julio Cortázar. Paris era una meca artística para los argentinos.
-¿Cómo viviste la muerte de tu esposa?, ¿qué recuerdos te dejó?
-Fue una mujer muy inteligente, una gran compañera. Lo que pasó es que ella estuvo enferma casi 10 años, tenía patologías tremendas y le pasó de todo, pero lo llevaba con una gran dignidad. Se prendía todo, hablaba con los médicos, su reacción ante la enfermedad fue ejemplar, en ningún momento mostraba temor y no lo hacía por nosotros, lo hacía por ella. Yo estuve todos estos años acompañándola porque creo que si hubiese sido al revés ella habría hecho lo mismo.