Sábado 26.6.2021
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“Habíamos despertado a los pájaros que dormían entre las hojas de las palmeras”. Así comienza el poema “La casa de los pájaros” del poeta entrerriano Juan L. Ortiz, fallecido en Paraná a principios de septiembre de 1978. A partir del cual el también escritor y periodista Mario Nosotti construye el libro del mismo nombre que acaba de publicar Ediciones UNL y que se introduce en la vida y obra del hombre al que la posteridad conoció simplemente como Juanele. Mezcla de ensayo, biografía y diario de escritor, el texto apunta a indagar sobre una pregunta muy difícil de responder en toda su dimensión pero que bien vale desandar: ¿Quién es Juan L. Ortiz?.
ArchivoUn rasgo fundamental de Juanele es que tomó contacto en Buenos Aires con la bohemia literaria de los años ‘20, pero se alejó de esos círculos y engendró su vasto poemario desde los ámbitos litoraleños, cuya evocación le sirvió de arcilla. Consultado respecto a si fue eso lo que lo hizo un escritor valorado y distinto, Nosotti sostiene que aquello que lo hace diferente es que se corre de esa pretendida sencillez. “Su experiencia del espacio que lo rodea es de un desasimiento y una profundidad que excede la del regionalismo, la del poeta paisajista”, sostuvo en una entrevista concedida a este medio.
Además, “permaneciendo siempre en su provincia supo crear, a través una mirada emotiva y de una serie de recursos formales, una poesía que desde lo local se abre a lo universal. Como sucede con Francisco Madariaga, Juanele funda un territorio más allá de cualquier referente; sin embargo la vivencia y la carga de ese espacio está latente en su poesía”, remarcó.
ArchivoEl poeta nacido en Puerto Ruiz en junio de 1896, dado el perfil bajo que cultivó, hizo que su figura alcanzara con el tiempo rasgos mito. Al respecto, ante la consulta de los obstáculos que encontró en el camino para reconstruir su figura, Nosotti afirmó que no hay que temerle al mito, más bien hay que tratar de aprovecharlo. “Juanele nunca renegó de esa figura, más bien ayudó a abonarla. Es cierto que llegado determinado momento empezó a preocuparle que cierta imagen pesara más que el interés por leerlo. Pero eso lo compensaba trabajando”, consideró.
Para el autor del libro que va detrás de las huellas de su identidad, lo importante es la poesía de Juanele, ese es el centro radiante de todo su mundo. “En mi libro más bien traté de deconstruir esa figura de Juanele que ya estaba establecida, o al menos matizarla”, destacó.
ArchivoCuando Ortiz no era todavía Juanele
Desde la mirada de Nosotti, la etapa de los libros concebidos por Juanele en Gualeguay es una de las más significativas en su evolución literaria. “En esos primeros cuatro libros ya está todo. Aunque sea en la última etapa de su obra cuando estalla su sintaxis y Juanele se despega de todo lo conocido, en esa primera etapa en que Ortiz no era todavía Juanele hay una concentración y una diafanidad donde late la semilla de todo lo que vendrá después. Aunque ciertos recursos parecieran desde allí inimaginables, si se estudian de cerca esos poemas se ve que ya todo está allí en estado embrionario”, precisó.
Al momento de señalar las potencia del aura de Juanele en las décadas posteriores a sus publicaciones, el autor de “La casa de los pájaros” indicó que Juanele influyó antes que nada en el grupo de jóvenes poetas y escritores que era parte de su entorno a partir de los años ‘60. “Él fue como Macedonio, una especie de maestro literario y también en cuanto a una filosofía de vida. Urondo, Gola, Saer, Contardi, fueron, entre muchos otros, influenciados de distintas maneras y en distinto grado por Juanele. Y viniendo más acá, la poesía de los ‘90, aparentemente tan distante de una poética como la de Ortiz, lo tuvo como uno de sus referentes. La obra de Ortiz no creó algo así como una escuela, su influencia aún se sigue estudiando, si bien hoy me parece innegable”, aseveró.
ArchivoMario Nosotti, autor del libro. Foto: Archivo
Respecto a si hoy la poesía en Argentina tiene el lugar que se merece o ha quedado algo relegada respecto a otros géneros, Nosotti fue contundente: “la poesía tiene el lugar que tiene, no veo por qué debería tener otro. Eso de aspirar al prestigio o modos de circulación de otros géneros es como pretender que sea algo que no es”. Para finalizar, dejó una propuesta: “pienso que los poetas que pasan años escribiendo y produciendo una obra deberían poder jubilarse como tales”.