El director y productor rosarino debutó como showrunner con la miniserie “El grito de las Mariposas”. Allí recupera la historia de las hermanas Mirabal, heroínas de la República Dominicana asesinadas por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo. En diálogo con El Litoral, el realizador repasó el arduo trabajo de reconstrucción histórica, como así también sus ideas sobre la creación audiovisual.
Buscarini dirigió películas como “Cóndor Crux”, “El ratón Pérez” y “El inventor de juegos”, y fue productor de “Un cuento chino”, “Nieve Negra” o la miniserie “Monzón”. Foto: Luis Cetraro
Star+ estrenó el miércoles 8 de marzo “El grito de las Mariposas”, miniserie de 13 episodios de 45 minutos, creada por Juan Pablo Buscarini y dirigida por Mariano Hueter y Leandro Ipiña; la misma está inspirada en la vida de Minerva Mirabal, la abogada y activista dominicana asesinada junto a sus hermanas, por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo el 25 de noviembre de 1960. Tras el asesinato, las hermanas Mirabal -conocidas como “las Mariposas”- se convirtieron en símbolo de la lucha contra la violencia de género en todo el mundo y, desde 1999, cada 25 de noviembre se conmemora su trágica muerte con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
La historia se centra en la amistad entre la joven inmigrante española Arantxa Oyamburu y Minerva Mirabal, quien al enfrentarse a Trujillo contribuyó a su precipitado final. La serie narra el entrañable y trágico vínculo entre ambas, cuyos encuentros y desencuentros durante más de dos décadas estuvieron marcados por los brutales sucesos en torno a la dictadura de Trujillo.
Realizada por Pampa Films/Gloriamundi Producciones, la nueva serie está protagonizada por Sandy Hernández (Minerva), Susana Abaitua (Arantxa) y Luis Alberto García (Trujillo). Completan el elenco principal Belén Rueda (Pilar Macías), Guillermo Toledo (Asier Oyamburu), Mercedes Sampietro (Arantxa en 1999), Héctor Noas (Petán Trujillo), Maridalia Hernández (Chea Mirabal), Jairo Camargo (Enrique Mirabal), Essined Aponte (Dedé Mirabal), Alina Robert (Patria Mirabal) y Camila Issa (María Teresa Mirabal).
De visita en Santa Fe, el rosarino Buscarini (director de películas como “Cóndor Crux”, “El ratón Pérez” y “El inventor de juegos”, y productor de “Un cuento chino”, “Nieve Negra” o la miniserie “Monzón”) conversó con El Litoral sobre la realización de este ambicioso proyecto, como así también sobre su mirada sobre la realización audiovisual en la actualidad.
Un tema pendiente
-Tenés una larga carrera como director y productor, lo fuiste en series como “Monzón”; y este es como tu primera serie como showrunner. ¿Cómo llegaste a ese lugar, y cómo salió también el tema de las hermanas Mirabal?
-Las hermanas Mirabal son como esos hechos en la vida que son “casuales”. Yo sabía quiénes eran, por haber leído libros, pero era esos personajes que uno tiene guardados en la mente. Y me encontré en 2018 con un pariente en Rosario, que estaba haciendo un trámite para ponerle a una una pequeña plazoleta en una zona periférica Hermanas Mirabal. Me dice: “¿Sabés quiénes son? Porque estoy con esto”. Dije “sí, por supuesto”; lo que no sabía y que sí fue por ahí un disparador era que el Día Universal de la Lucha contra la Violencia de Género, que para las Naciones Unidas es el 25 de noviembre, había sido puesto en honor a ellas. Las tenía como unas heroínas latinoamericanas, pero no que se habían universalizado.
Ahí pensé: “¿Qué hay de las Mirabal?”. Había una película que había visto hacía como 15 años, con Salma Hayek, que se llama “El tiempo las mariposas”; película de 2001 hecha en inglés, que tampoco tuvo trascendencia: fue un telefilme en realidad.
-Y hay una película sobre “La Fiesta del Chivo”.
-Exactamente, pero ahí viene el punto: “La Fiesta del Chivo” como película traslada un poco la novela de Vargas Llosa. Es una gran novela, pero está focalizada en el mundo trujillista, la mención a las Mirabal son cinco renglones.
Empezás a encontrar mucho material alrededor de eso: Trujillo, la violencia; los dominicanos han hecho cosas, pero no dedicadas a las Mirabal. Entonces dije: “Este es el típico caso, si estas mujeres este fueran anglosajonas ya habría siete películas y tres series”. Eso es un guante que tiene que recoger un latinoamericano: no somos dominicanos, pero ellas se universalizan y una tiene una mirada; porque después también nos quejamos de la mirada gringa cuando hacen producciones.
A partir de “Monzón” y una cosa muy larga cinematográfica teníamos una relación con Disney, que en ese momento estaba empezando a apuntar mucho a series. Todavía no existía Star+, Pero “Monzón” es una producción nuestra para ellos, se llamaban Buena Vista International Contents.
En ese vínculo tan cercano tuve la posibilidad de presentar (entre otros proyectos) este; es simpático que lo mismo que me pasó a mí les pasaba a los decisores de contenidos de Disney: “¿Cómo que no hay nada?”. Ahí Disney se sumó muy rápido, muy inteligentemente.
Y nos pusimos a escribir, a investigar, viajé varias veces a Dominicana. Armar una serie es intenso.
Sandy Hernández (actriz dominicana radicada en Los Ángeles) como la abogada y activista Minerva Mirabal. Foto: Gentileza Star+
Estrategias narrativas
-Es un guión que tiene personajes ficticios, que sirven para redondear la historia.
-Para respetar a los personajes 100% reales, como es el caso de Minerva, de sus hermanas Patria, María Teresa, Dedé, la familia, nos tuvimos que apoyar en un truco narrativo: la creación del personaje de Arantxa Oyamburu, la amiga española. Que no es una creación delirante: está basada en un montón de relatos de mujeres de esa época. El gran mérito de Minerva Mirabal era decir: “No, esto no es así: en una fiesta viene y me toquetea, después me va a llevar un palacio. No”. Y eso le empieza a costar persecuciones: se lo dice al hombre que tenía por ley el derecho de pernada en 1950; algo que uno leía que era de los señores feudales.
Ese mérito de Minerva la eleva muchísimo: no es fácil en una sociedad machista de los años 50 tener esa voz disonante; cuando la vida cómoda era “casate, sé madre; los hombres pueden ser abogados, las mujeres no pueden estudiar abogacía”; y ella dice: “¿Por qué no?”. Eso termina siendo un personaje que es muy valorable desde lo ético, pero que cinematográficamente era un poco aburrido: su vida trascendía en la dificultad de decir que no: se pasaba un año tratando de poder estudiar, una vez que se recibe con altas notas no le dan la matrícula; ese tiempo son 10, 12 años.
No podíamos no hacerle honor a la verdad y al personaje, y meterla en un ámbito o en situaciones donde no estuvo. Y la que funciona como un comodín perfecto desde lo narrativo, porque es la reconstrucción de muchas mujeres que padecieron eso en Dominicana es el personaje de Arantxa. A Arantxa no la matan, pero si uno se pone a analizar lo que le pasa Arantxa en esa época es tener que transar, someterse a acoso sexual y a tener relaciones para conseguir un trabajo, para perseguir un sueño. Y ahí la historia a mí no me atrasa 70 años, porque Harvey Weinstein está preso por esto pero sucedió hace cinco; y sigue sucediendo.
En esta historia de dos amigas la serie encuentra este el repaso realista de un montón de otras situaciones que no las viven las Mirabal, porque tienen una vida épica que concluye dramáticamente; incluso por una cuestión que no es tan de violencia de género: la muerte de ellas tiene más que ver con crimen y política. Cuando las manda matar es porque habían creado un partido político y estaban juntando muchos adeptos, ya le tambaleaba el régimen.
El actor cubano Luis Alberto García en la piel de Rafael Leónidas Trujillo, el “Chivo”, amo y señor de República Dominicana por tres décadas. Foto: Gentileza Star+
Reconstrucción de una era
-¿Dónde se filmó la serie?
-En Colombia: en Santa Marta, Barranquilla, y Bogotá. También tiene una línea narrativa que se hizo entre en España, en San Sebastián.
-Por qué no en Dominicana?
-Primero porque es una serie que el 80% de las escenas son año 49 a a 61, tenés que hacer “época”. Filmamos en Colombia Caribe específicamente Santa Marta. Con el relevamiento que hizo la dirección de arte, yo mismo viendo, era más fácil representar y que te quedara creíble la Santo Domingo de 1950 filmando en Santa Marta que firmando hoy en Santo Domingo. En Santo Domingo pasa lo mismo que en Cartagena, que es una ciudad boutique, y llena de hotelitos. A Santo Domingo le hicieron un centro histórico como en Buenos Aires, lleno de intervenciones, no tenés acceso.
Además en Latinoamérica todo se copiaba, como el hotel en el que filmamos en Barranquilla. Son tres hoteles iguales: uno en Barranquilla, uno en Dominicana y uno en Cuba; un arquitecto vendió los planos e hicieron tres hoteles idénticos.
Aparte Dominicana tiene una industria del cine muy ligada a Hollywood, que cuando va a producir va con todo, como en un portaaviones. Colombia es un país mejor que el nuestro: tienen una tradición de RCN y Caracol, de hacer telenovelas; y nunca le tuvieron miedo a la telenovela de época: no sólo hacen “Betty, la fea” o “Café con aroma de mujer”. De “La fiesta del Chivo” hicieron una novela de 220 episodios en Caracol, hace diez años.
Es un país con buenos técnicos; donde si tenés una escena con 15 autos antiguos tenés proveedor de auto de época, le pedís “traeme autos del 55”.
Nosotros teníamos un presupuesto latinoamericano; que no era malo por una serie, pero de Argentina viajamos nueve. El foquista, el vestuarista ten Colombia son buenos. El lugar más equilibrado para tener valor de producción y representar la época era específicamente Colombia Caribe. Que tiene la misma etnia negra: podés pedís 40 extras negros, afrodescendientes.
-¿Cómo se hizo el casting de protagónicos?
-Sin la limitación de que sean solo dominicanos. Tampoco dejar librado, por ahí podés decir que no tengo tantos nombres. Acá el tema era poner buenas actrices y buenos actores, y que tengan el physique du rôle de los personajes reales.
Si tengo que hacer a Gardel, puede ser argentino o uruguayo. Acá lo mismo: pensando en calidad actoral apuntamos a Cuba; a todos los latinos que están en Miami, donde hay mucho buen actor; a la misma Colombia, que tienen una cantidad de actores, porque hay mucho trabajo.
La búsqueda de casting se dio en toda Centroamérica. Por eso de las hermanas Mirabal dos son dominicanas, la otra es de Puerto Rico y la otra es de Cuba.
-Trujillo es cubano.
-Sí, un tremendo actor; y el hermano, “Petán”, también es cubano.
Cuando vas a Dominicana y buscás a los que han hecho carreras están mayormente en Miami en Los Ángeles (donde vive Sandy Hernández).
Y después sabíamos que en Colombia teníamos gran cantidad de los secundarios. En una serie de 13 capítulos hay un montón de personajes que tienen cinco días de rodaje repartidos, que aparecen episódicamente. En Colombia tenés muy buen caudal de de esos actores, que no tenés que andar moviendo.
Disney estuvo muy bien, dijo: “No bastardeemos la serie tratando de poner un actor de una telenovela porque tiene rating; es una serie para buscar calidad, verosímil”. Me dieron mucha libertad para elegir por calidad, y obviamente por edad y fisonomía.
Las Mariposas: Sandy Hernández (Minerva), Camila Issa (María Teresa) y Alina Robert (Patria). Foto: Gentileza Star+
Hijas de las Mariposas
-¿Es un momento especial para hacer una serie como esta?
-Creo que es una época donde se se aceleran decisiones a favor cuando uno presenta un proyecto de estos. Las Mirabal fueron asesinadas en 1960, en 1999 las Naciones Unidas universalizan su fecha de asesinato. En 2001 salió “El tiempo las mariposas”. A partir de esa época uno podría haber pensado y presentado un proyecto de este tipo; pero siento que la receptividad, la necesidad de contar estas cosas, la expectativa y el ámbito propicio, sumado (y esto no es un tema menor) a que concebir series de alto valor de producción desde Argentina y Latinoamérica también tiene en los últimos cuatro o cinco años un factor favorable.
Incluso así bien el tema de género hubiera tenido mayor receptividad una o dos décadas atrás, en Argentina no había una industria de producción de series con destino global de streaming. Me parece me parece que se alinearon muchos planetas en estos últimos años.
Ahí está (que no suene soberbio) la capacidad, en el sentido de que el hecho de que uno venga haciendo cosas, ganando confianza desde las grandes centrales productoras de contenido (como en este caso Disney/Star+) también ayudó: esto es la continuidad de haber producido otras cosas antes que a ellos les resultaron satisfactorias en calidad.
Fue un momento en 2018 (porque este proyecto nace conceptualmente en ese año) que nos sorprendió porque se empezó a dar mucha magnitud a la celebración del 25 de noviembre. En el 2019 aproveché que hubo una celebración en Rosario en el Monumento a la Bandera; donde había miles de mujeres, donde el municipio había puesto los autobuses gratuitos a disposición para llevarlas al evento. Hicimos una encuesta, y la mayoría de las mujeres que estaban ahí celebrando casi ninguna sabía este que porque estaban ese día, qué había pasado
La serie le íbamos a filmar en desde junio de 2020, y la pandemia nos frizó un poquito más de un año: terminamos filmando en el 2021. En 2019 encontramos que había tanta ebullición en relación al tema, y ya teníamos escritos los guiones; reconfirmé: “Qué importante, que necesaria es esta serie; porque hoy gira mucha atención alrededor del tema y las Mirabal no están teniendo este la mención que merecen. Si en todo el mundo está celebrando la fecha y no se sabe por quién se celebra, estas mujeres que son heroínas necesitan que un contenido audiovisual global las honre”. Que es la mejor forma de llegar a un público más amplio.
Yo soy el creador, y desde el inicio se sumó Ricardo Rodríguez como primer guionista, que es argentino; pero muy inmediatamente sumamos al equipo a Azucena Rodríguez, una guionista española. Entonces ya todos los guiones empiezan a escribirse con una participación mixta: no es “la mirada de un varón”. En la dirección están Mariano Hueter y Leonardo Ipiña, pero también está Inés París. Hacer una serie es un trabajo de equipo absolutamente de equipo. Y si bien los guiones han sido muy respetados en los 13 capítulos; tuvimos una mirada desde Star+ de Fernanda Ramondo, que conducen equipo de desarrollo.
Aprovechar el tiempo
-¿Qué balance hacés del trabajo?
-Estoy muy satisfecho. La audiencia ve una producción terminada; creo que mayormente va a estar satisfecha. Uno cuando aspira a audiencias globales no puede pensar que globalmente todos van a amar la serie, pero sí muchos la van a disfrutar y a valorizar. Me ha pasado pocas veces en relación a proyectos anteriores que desde el guión a la realización y al capítulo terminado yo sintiera que crece. Generalmente a veces uno dice “tengo grandes guiones”; pero después piensa que quizá el casting no fue el adecuado. Este no es el caso.
Sí dejó una enseñanza la pandemia: imaginate algo que vos empezás a escribir en el 2018, lográs la bandera verde para hacer todos los guiones en el 2019, preparaste un equipo para filmar en junio del 2020 y terminás filmando un año después. Los que hacemos audiovisual nos quedamos encerrados; no elegimos quedarnos encerrados este jugando al jugando al truco, al póker, sino que escribimos, reescribimos repasamos. Y la serie creció en calidad muchísimo: el destino, como contraparte de una cosa horrible que fue la pandemia del Covid, nos dio un tiempo para tener una serie mucho mejor.
Nos dio tiempo para tomar decisiones de casting. Sandy Hernández, que interpreta a Minerva, al principio había sido sugerida por los supervisores de casting en Dominicana para otro rol. Y es un casting tan bueno que con el tiempo evaluamos, lo volvimos a Procesos que a veces se aceleran, y que uno se tira como a la pileta de cabeza porque tiene que producir, la pandemia los frenó un año, y creo que lo utilizamos muy bien. La serie tiene un casting excepcional, desde los protagónicos pasando por los coprotagónicos, hasta los muy secundarios.
Fue un proceso angustiante porque se frenó; pero cuando hoy miramos atrás vemos a esto le dedicamos cuatro años de vida; la postproducción de 13 capítulos es un proceso intenso: entre terminamos de filmar y tuvimos los capítulos listos, pasaron 11 meses. A mí no me quedan deudas: no sé si ha habido otras producciones de las cuales tuve que ver así en un rol de dirección o de creación, que yo haya quedado tan satisfecho en cuanto al producto final, en relación al sueño inicial.
Cambio de reglas
-Arrancaste como director en el cine de animación; después las películas de acción real: trabajaste con actores anglosajones en una producción también internacional, “El inventor de juegos”. ¿Cómo fue este devenir? Una carrera bastante hacia afuera.
-Tiene que ver con la convicción de que desde Argentina tenemos que abrir el juego, porque tenemos una capacidad de producir calidad. Mirá el mapa hoy de la producción y estás obligado a cierta globalidad. “Monzón” ya se hizo, “Maradona” se hizo: el mundo no está desesperado esperando a nuestros héroes, nuestros personajes. Cuando hablás de biopic, me parece que es interesante recoger el guante y pensar en regional: hay que pensar que hoy los factores de decisión de toda estas series son panregionales; no hay una serie de estas que te la acompañe o te la quiera financiar una plataforma si no tiene un potencial fuera.
Si estas mujeres hubieran sido de Nepal no me hubiera metido; pero las veo cercanas: hablan tu idioma, la serie está hecha nuestro idioma. En “El inventor de juegos” era un desafío, la hicimos en inglés.
En otros ambiente se festeja que una empresa venda una turbina para una central en Alemania; pero parecería que el audiovisual nuestro se tiene que quedar. Nunca dejé de hacer cosas de cabotaje, pero empiezo a notar en los últimos años que estamos obligados a proponer cosas que tengan un vuelo global: si no se nos hace muy difícil desde Argentina generar contenido.
-También hay cierto chip dentro del ambiente audiovisual argentino; ciertas temáticas que incluso dentro de la misma Argentina terminan sin masividad, porque a veces son muy endogámicas, Hay que cambiar ese chip para poder hacer lo que decís.
-Exactamente. Yo produje “Un cuento chino”, una película chiquita: “Pinta tu aldea y pintarás el mundo” y trasciende. Pero no es esa época que juntábamos acá y buscábamos un socio en España; hoy las plataformas definen mucho, se volvieron panregionales en una dirección distinta a la histórica nuestra, que era con España: se volvieron muy panregionales en la región.
Entonces cuando vos decís: “Nadie contó esta historia, y está acá”; como latinoamericanos, ¿por qué no la podemos contar? En Dominicana hay mucha sensibilidad; bueno, para contar bien esta historia es mejor tener la libertad del que la cuenta un poquito de afuera, sin ser un gringo. Porque tenés más libertad: te dicen “ese pedacito no lo podés sacar”, y es una cosa que la valoran ellos; si querés que la serie sea global, que estas mujeres la conozcan todos, a veces es difícil generarlo desde alguien que tiene una mirada muy local.