Desde 2019, la obra del grupo Indómitas viene evolucionando, contando la historia de una mujer atrapada por su realidad laboral, política y socioafectiva, en el cuerpo de la actriz Rosario Lucero. Nacida en El Birri, su última función fue en Biblioteca La Libre. Junto a protagonista, y a la directora fundadora y codramaturga Mariana Mosset, El Litoral recorrió un sendero de hallazgos y encuentros narrativos y emocionales.
El proyecto comenzó en 2017, pensado para cinco actores, y terminó convirtiéndose en un unipersonal en el que Lucero llena la escena con su presencia. Foto: Gentileza Muba / Gabriel Battú
Con inspiración en la atmósfera opresiva y densa propuesta por Bertolt Brecht en su obra de 1930 titulada “Santa Juana de los mataderos”, grupo Indómitas viene presentando (con producción de Teatro Animal) “Juana en una nube”: se trata de un unipersonal interpretado por Rosario Lucero, bajo la dirección de Mariana Mosset y Antonela González, con dramaturgia de Mosset, Lucero y Ana Municoy.
La obra propone “una mirada sobre la cotidianidad de Juana, un personaje atravesado y en tensión permanente entre su necesidad y su deseo, que habita un mundo que está al borde del abismo, mientras intenta fugarse de la medida de la normalidad”; todo esto atravesado por referencias a la historia argentina. Nacida en El Birri, y atravesada por etapas de cambios y renovaciones, tuvo su última función el jueves 19 en la Biblioteca La Libre, en una búsqueda constante por interpelar a nuevos públicos (y dejarse interpelar por ellos).
De este devenir creativo conversó El Litoral con Lucero y Mosset, portadoras de una narrativa que se inscribe en los cuerpos.
En mutación
-¿Cómo fue la génesis? Hay inspiración en Bertolt Brecht, pero está la historia argentina. ¿Cómo surgió un unipersonal con varias directoras?
Mosset: -Fue un proceso largo. Iba a ser una obra con cinco actores, que empezó en el 2017, por ahí. Y bueno, después pasaron cosas (risas): como en todo grupo. Trabajábamos en base a la improvisación, tomando la “Santa Juana de los mataderos” y a la vez haciendo una reescritura de lo que iba saliendo en los ensayos; en ese momento lo hacíamos con Eliseo Scapin; también estábamos en la dirección con Ana Municoy.
Como no funcionó le dimos un cierre, y terminó siendo un dúo: Rosario y Sol Giani. El dúo también se complicó: seguimos insistiendo y quedó Rosario sosteniendo la bandera de la resistencia.
-¿Cómo fueron apareciendo en estas escrituras todas estas sucesivas capas de tensiones y de conflictos que tiene la obra?
Lucero: -La base fue la “Santa Juana”: si hacés un paralelismo con la obra, de casi todas las referencias en la Argentina tenemos ejemplos para dar. Y siempre nos íbamos referenciando bastante con eso, hasta cuando estábamos con Sol también: la Señora Luckerniddle; en el cotidiano de la “Santa Juana” estaba el obrero, estaba el jefe, esos personajes, que los fuimos ubicando con referencias argentinas, que también venían saliendo de los ensayos: ensayo que salía algo bueno, lo transcribíamos, intentábamos replicarlo, porque todo era impro.
Antes, cuando la presentamos en El Birri, había mucho menos texto; después le fuimos agregando algunos nexos, antes era más corporal aún. Le fuimos agregando esos nexos, que para quienes espectaban eran re necesarios. Así que también se fue transformando a lo largo de todos los años que pasaron (risas).
-Hay un momento en que cierra para vos que estás adentro del proyecto, pero para el afuera faltaban elementos.
Mosset: -Sí, también pasamos por muchas cosas. Terminó siendo una obra con muchas más imágenes, cuadros, y poco texto, en un principio, en 2019, cuando fue el primer estreno; que después se vio frenado por el incendio de El Birri y después por la pandemia. Igual en el incendio dijimos “basta de remarla”, un tiempo.
Esos nexos estaban más claros cuando eran más actores. Con Eliseo nos habíamos puesto a investigar un poco: como la “Santa Juana” transcurre en un frigorífico en la década del 30, con todo el lío de la carne, había muchas relaciones. Lo quisimos referenciar con lo que fue la toma del frigorífico Lisandro de la Torre. Que, si bien está pronunciado, pero no desarrollado, queríamos que esté esa referencia.
Después cuando ya estaban Rosario y Sol surgió la idea de las cajas: ahí se coló la lectura de María Moreno, de “Construir comunidad”, que son crónicas del 2001.
-Ese dispositivo escénico de las cajas te obliga a vos, Rosario, a ir construyendo todo el tiempo el escenario.
Lucero: -Todo el tiempo retomábamos los trabajos en los momentos de crisis de la Argentina: las cartoneras, organizaciones que con nada intentaban sacar algo para adelante; y dentro de esos trabajos híper precarizados, re maquinitas, apareció el cartón, en un momento el plástico. Fuimos probando hasta que quedó la caja; todo el armado y desarmado, coreográfico casi, fue armado por Ana Municoy, que también estuvo en la dirección casi todo el proceso; menos en esta última parte (por otros proyectos, pero siempre va apareciendo y sumándose gente, siempre aportando algo nuevo: ahora está la Anto González desde la dirección).
Para esa coreografía de armado y desarmado de la escenografía Ana aportó su data del circo: cómo organizar y mover todo siendo una sola en escena. Para mí estuvo buenísimo el proceso, cuando fuimos encontrando esos cuadros.
A partir de “Santa Juana de los mataderos”, escrita por Bertolt Brecht en 1930, se fue reescribiendo una puesta cercana a la realidad argentina. Foto: Gentileza Muba / Gabriel Battú
Cuerpo y escena
-Hay una dinámica muy visual y muy física, muy determinada, que parte de lo maquinal de ciertos movimientos; pero están las violencias, hay como un trabajo muy fino de las miradas, de pequeños movimientos. ¿Cómo lo trabajaste vos, y cómo fue la interacción con las directoras a la hora de definir?
Lucero: -La obra fue mutando tantas veces que ya es parte de la obra: todo lo que haya que ir ajustando función a función, se va ajustando; y siempre aparecen cosas nuevas, porque la radio te propone cosas nuevas todas las funciones: en una de las últimas tuvimos esas músicas clásicas que nos llevaron re para otro lado.
-La radio es de verdad.
Mosset: -Es lo que sale en el momento.
Lucero: -En esa función en la Libre era el programa de música clásica de LT10, “vamos a escuchar Beethoven”, tremendo. Te va proponiendo todo el tiempo, depende la hora que lo hagas: hay veces que nos agarra un partido de fútbol, a veces nos agarraba una cumbia.
También siempre tomando las observaciones de quienes miran, porque también confío plenamente: en la Marian, en Ana, en la Anto, Sol estuvo un montón de tiempo; van tirando cosas que uno que ya lo tiene tan aceitado por ahí no lo puede ver. Hasta un par que espectaron nos tiraban esto del frigorífico: “Yo me fui a casa a averiguar qué era lo del frigorífico, porque mi vieja me decía que en ese momento hubo un re lío”. Que ya los lleve a investigar, por el sólo hecho de ir recordando la historia, me parece que es un ejercicio y que está que está buenísimo.
-¿Cómo administrás internamente la faz subjetiva del personaje con que sea una obra tan coreográfica?
Lucero: -Para mí es como ya lo tengo re en el cuerpo, porque fueron tantos años de investigación que ayudaron a que eso después sea muy técnico; y una vez que está aprendido súper lo técnico poder jugar con eso otro que aparece más allá de “tengo que llevar esta caja de tal lado a tal lado”, qué puede pasar en todo ese trayecto. Por eso digo que está el ojo desde la dirección más actoral y lo más técnico, entonces se fusiona, inevitablemente.
-En cómo lograr ser habitada por Juana mientras se hacen todas esas acciones.
Mosset: -La magia del actor.
Lucero: -Todas somos Juana en algún punto.
Mosset: -Lo tenemos medio internalizado, con diferencias.
Vínculos y ausencias
-Es muy interseccional cómo está contado todo: está la dimensión en la que Juana participa junto a su marido del conflicto en términos de clases sociales; pero a su vez está la violencia de género; está la relación de ella con su amiga, con la que hubo algo que está insinuado; finalmente cada una fue a la familia modelo como pudo, con diferentes resultados.
Lucero: -Para mí todas las discusiones que da la obra para mí son re atemporales: uno puede estar militando todo lo que sea, pero ¿cuántos compañeros tenemos al lado? Es algo que lo traemos porque es algo que todavía nos sigue interpelando. O los trabajos híper precarizados, o los trabajos que estás 25.000 horas y te pagan dos mangos. La militancia misma también un poco tiene esa data, que es argentina al palo.
-Y esta cosa de las contradicciones principales y secundarias: “La lucha ahora es por acá”. Pero mientras tanto pasan otras cosas.
Mosset: -Tal cual.
-Están estas situaciones de “vi tu foto de tu familia feliz y acá me están comiendo los piojos”; cómo esas vidas paralelas que se van abriendo son muy de la realidad argentina, cuando uno se reencuentra con gente.
Mosset: -Eso salió un poco no sé si de vivencias propias, no sé si esa es la palabra; pero sí de lo que estaba más a mano cotidianamente, familiarmente, emocionalmente. Todas esas últimas partes fueron escritas por nosotras: por Ana, por mí, por Rosario.
Esto que decías de la amiga está muy levemente insinuado; me llama la atención que lo nombres, porque casi nadie lo tiene en cuenta. También la idea era que quede ahí como flotando.
Lucero: -Es muy loco eso, porque es invisibilizar otros vínculos.
Mosset: -Tiene que ver con nuestros vínculos, con nuestras relaciones cotidianas, con las con las mismas contradicciones en nuestros vínculos, en nuestras maneras de vincularnos.
-Luce muy fuerte cuando lo ponés al lado de tantos comentarios de las familias de cada una.
Lucero: -Y qué es lo que uno le quiere contar. Esas son cosas que fuimos ajustando: que muchas tenían que ver con ese primer momento en que aparecía Clara, y después que pasaba con ella, que aparece a lo último cuando ya está todo recontra podrido. Eso también fue algo que fuimos modificando: este ir y venir de qué es lo que le quiere realmente decir y contar, y qué es lo que se guarda para seguir bancando sola.
Ahí fuimos mechando con el jefe, con las horas extras, con lo que le habían prometido y al final no fue. Que pasa en el 80 por ciento de pones los casos (risas), entonces también era como ir metiendo esa otra data que sea más cotidiana; bajarle todo la data que trae Brecht, que estaba increíble, a lo que nos sucede a nosotros.
-Y aparte a las mujeres bancando los hogares cuando a los maridos los echaron.
Mosset: -Sí.
Fuera de las pinturas de Elías Alberto, sumadas en el último tiempo, la escenografía es un conjunto de cajas que la actriz reorganiza a lo largo de la puesta. Foto: Gentileza Muba / Gabriel Battú
Abrir el juego
-Si bien todas las obras mutan, en esta es más esencial: ustedes son muy receptivas.
Mosset: -Somos como la cucaracha (risas), resiste a todas las pandemias.
-Ha resistido gente que podría haber tomado otros caminos expresivos...
Mosset: -Y extinguirse (risas).
-Siempre están esperando que les digan algo, y en cada función promueven que haya una devolución.
Mosset: -Para seguir aprendiendo, para seguir ajustando, entre nosotras esto es una búsqueda. No nos paramos desde un lugar de “bueno, esto es así”; también eso era algo que charlábamos mucho el primer tiempo con Eliseo: no sé si no salió o no, pero no queríamos mostrar “las cosas son así”, sino encontrar las contradicciones. Creo que eso es lo más rico cuando se cuenta una historia: no todo es blanco o negro, un personaje ni es tan bueno ni es tan malo, tiene las dos cosas (o más).
Nos interesaba pararnos desde ese lugar en nuestra búsqueda artística. Por eso somos receptivas con los que nos devuelve la gente: nos guste más, nos guste menos, tomar lo que nos sirve, pero desde ya que no tenemos la verdad absoluta ni decimos “esto se hace así; nos cagamos en todo, si te gusta, bien y si no...”.
-Tampoco que te digan “no la hagan más”.
Mosset: -Es duro; por suerte no nos ha pasado hasta ahora
Lucero: -Es loco igual cómo interpela a les espectadores; desde previo a Birri hasta ahora. Intentando llegar a otros públicos que no tengan sólo que ver con el teatro, porque eso también se agota muy rápido acá en Santa Fe. Fuimos a otros públicos, y las devoluciones son muy de que se ven reflejados, lamentablemente; y ahora volvemos a otra situación de crisis.
Y llegar también a otro público que no tenga que ver con el teatro, y que se quede invadido por lo que vio o que le resuene algo. ya para mí es un montón. Como las pibas de los barrios, que han ido a ver la obra.
Mosset: -Que la entendieron.
Lucero: -Eso está buenísimo, porque parte de esas devoluciones que fuimos ajustando también dan ese otro resultado, de llegar a otra gente que no consume teatro y que se siente referenciada igual en lo que ve, o que le resuene algo, o que se vuelva con que quiere ir a ver otra obra.
-Descubrió que le gusta el teatro.
Mosset: -Descubrió que no era tan aburrido (risas).
Lucero: -Que lo descubrió por primera vez. Y desde ese lugar militando: las entradas, metimos volanteadas, hicimos otras movidas que creíamos que eran necesarias también para estos otros espacios que son alternativos; porque no son “el fijo”. Hacer función un jueves en algunos lugares es como que re garpa y en otros no, es muy día de semana. Pero funcionó bien en “Escena Libre”, así que apuntamos también a otro día que no sea viernes, sábado o domingo.
Mosset: -Y apostamos a la “gorra consciente”, no es caridad. Eso es algo que remarcamos siempre: el que no tiene obviamente este invitado, pero si te comprás una birra guardate algo para darle al actor, al equipo.
Hablando de equipo, la música original es de Esteban Coutaz: la armó para 2019. Y en este tramo se agregaron los cuadros que hizo Elías Alberto: esas ciudades que están de fondo.
Ficha técnica
Música original y diseño sonoro: Esteban Coutaz.
Diseño de escenografía y montaje escénico: Ana Municoy y Elías Alberto.
Diseño de iluminación: Ana Municoy.
Operación técnica: Antonela González.
Fotografía: Muba.
Técnica vocal: Selene Rozycki.
Prensa: Rosana Balbuena.
Producción general: Antonela González y Rosario Lucero.
Idea original: Grupo Indómitas.
Producción: Teatro Animal.
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