La sombra de la apropiación cultural acecha en cada esquina, y esta vez ha sido la famosa empresaria su nueva víctima.
La sombra de la apropiación cultural acecha en cada esquina, y esta vez ha sido la famosa empresaria su nueva víctima.
La sombra de la apropiación cultural acecha en cada esquina, y esta vez ha sido la famosa empresaria su nueva víctima.
En el clan Kardashian están acostumbradas a ser criticadas por cualquier cosa que digan o hagan. Es el precio que deben pagar por tener el apellido más mediático y poderoso del mundo. ¡No todo iban a ser ventajas! Por eso nunca responden a lo que se dice sobre ellas en las redes sociales. Con el volumen de haters que pululan por allí no les quedaría tiempo para hacer nada más en todo el día.
Pero igual que es muy sano no entrar en provocaciones y discusiones con gente a la que no conoces de nada; también lo es reconocer que te has equivocado y darles la razón cuando te ofrecen una crítica constructiva.
Y en eso hay que aplaudir la valentía de Kim Kardashian, que después de enfadar a millones de personas anunciando que su nueva línea de fajas se iba a llamar ‘Kimono’, ha rectificado sin importarle el trastorno económico y empresarial que supone para su empresa tomar una decisión así de drástica. Más que nada porque seguramente ya tendrían preparada toda la campaña publicitaria, las etiquetas y demás trabajo previo asociado al lanzamiento de una nueva marca.
Claro que para eso ha sido necesario que incluso autoridades políticas de Japón como el alcalde de Kioto le hayan pedido públicamente que rectificara, ya que entendían que llamar así a una colección de lencería reductora era apropiación culturalinnecesaria de una prenda sagrada para el país nipón. Una que encima nada tiene que ver con las fajas que iba a vender Kim, que simplemente eligió esa palabra porque las tres primeras letras coincidían con su nombre y que ahora está buscando otra que le guste tanto como esa.
“Ser una empresaria y mi propia jefa ha sido uno de los desafíos más importantes de mi vida. Y lo que me ha ayudado a conseguirlo ha sido la comunicación directa con mis fans a lo largo de todos estos años”, aseguraba hoy en una nueva publicación en Instagram.
“Siempre estoy escuchando, aprendiendo y creciendo. Por eso aprecio mucho la pasión y las diferentes perspectivas que la gente me ofrece con sus opiniones. Cuando anuncié el nombre de mi nueva línea de fajas lo hice con la mejor intención. Mis marcas y mis productos están creadas pensando siempre en ser inclusivas y diversas. Por eso, después de pensarlo mucho, he decidido que lanzaré la marca con un nuevo nombre”, aseguraba.
“Estaremos en contacto muy pronto y gracias por apoyarme siempre”, concluía. Y no dudamos de que así va a ser. La publicidad gratuita que se ha ganado a cambio de este error no está pagada. ¿Alguien en su sano juicio dejaría pasar esta ola de interés inusitado hacia una nueva firma de moda?
Vanity Fair