De la Redacción de El Litoral
Nacido en Rosario y una de las voces más revolucionarias de las letras en los últimos tiempos, Laiseca falleció ayer en Buenos Aires. Y esta madrugada dejó de existir Andrés Rivera, nombre de peso en el panorama literario nacional, autor de obras clave como “La revolución es un sueño eterno” y “El Farmer”.
De la Redacción de El Litoral
Dos noticias conmovieron al mundo literario argentino en las últimas horas: la muerte del rosarino Alberto Laiseca, ayer, en Buenos Aires a los 75 años; y la de Andrés Rivera, esta madrugada, también en la capital, a los 88.
Laiseca fue autor de más de 20 libros, entre los que se destaca la mítica novela “Los Sorias”, tallerista de larga trayectoria y creador de un género literario conocido como “realismo delirante”, con el que creó una importante influencia en generaciones de escritores. Alberto Laiseca nació en Rosario el 11 de febrero de 1941 y pasó su infancia en Camilo Aldao, un pueblo ubicado entre Córdoba y Santa Fe, que lo declaró Ciudadano Ilustre en 2010.
Ese lugar lo marcó por dos hechos fundamentales: fue la zona donde comenzó a imaginar historias y donde experimentó una tormentosa relación con su padre. “La cabeza de mi padre”, uno de sus relatos de terror, da cuenta de esa experiencia.
Menospreciado por su padre y abandonado a su suerte, Laiseca viajó a Buenos Aires y tuvo que rebuscárselas para sobrevivir: fue cosechero, empleado telefónico, corrector de pruebas de galera, durmió en la calle, pasó hambre, vivió en muchas pensiones, pero nunca dejó de escribir. “La pasé muy mal en una época de mi vida. Pensaba mucho en el suicidio, fueron décadas así, hasta que un día unos amigos me prestaron un grabador a cinta. Ahí empecé a hacer relatos, discursos, puteadas. Eso me salvó”, contó alguna vez.
Gracias a su voluntad desmedida y su imaginación desbordada, fue creando con el tiempo un estilo tan extraño como personal: el llamado “realismo delirante”, un género literario personal que trabaja con la realidad a partir de la exageración y donde las cosas cambian su dimensión para ser miradas, pensadas y narradas desde una nueva concepción espacio-temporal.
Una de las obras que mejor representa ese género es “Los Sorias”, considerada por Ricardo Piglia como “la mejor novela que se ha escrito en la Argentina desde “Los siete locos”. Esta monumental obra de más de 1.300 páginas —la más extensa de la literatura argentina- le llevó diez años de escritura y otros quince para poder publicarla.
Experto en la obra de Edgar Allan Poe y admirador de Stephen King, Laiseca trazó en su literatura una mitología de la magia negra, las ciencias ocultas, la paranoia técnica, las formas de la conciencia, las religiones y la guerra, tema que lo fascinó a lo largo de toda su producción.
Además de consagrar su vida a la escritura de cuentos, poemas y novelas inclasificables como “La mujer en la muralla”, “Matando enanos a garrotazos”, “Aventuras de un novelista atonal”, “La hija de Kheops” o “El gusano máximo de la vida misma”, Laiseca realizó talleres literarios durante más de veinte años.
Obsesionado con la Guerra de Vietnam, de la que quiso participar enviándole una carta al presidente Lyndon B. Johnson para que lo dejara ir a pelear contra los ‘ateos bolcheviques‘, esperó más de 50 años para dar su visión del conflicto bélico en ‘La puerta del viento‘, novela publicada en 2014.
En 2002 realizó el programa televisivo “Cuentos de terror” en I-Sat, donde se lo puede ver en un cuarto oscuro fumando un cigarrillo y narrando cuentos de Poe, Lovecraft, King, John Collier, entre otros. Esa primera aparición televisiva lo llevó a trabajar en cine en varias oportunidades: el documental “Deliciosas perversiones polimorfas” (2004), de Eduardo Montes-Bradley y las películas “El artista” (2009) y “Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo” (2011), de Mariano Cohn y Gastón Duprat.
Una de sus últimas apariciones en público fue en Dain Usina Cultural, donde presentó “La madre y la muerte”. Allí, emocionado, habló sobre el miedo, tema latente en toda su obra: “El miedo te ayuda a crecer no solamente en la literatura, sino en la vida. Lo que pasa es que a veces el miedo puede ser superior a tu destino. Si vas a la guerra seguro te quitás el miedo, pero podés salir muerto”.
Escritor clave
Mientras el mundo de la cultura seguía conmovido por la muerte de Alberto Laiseca, llegó esta mañana la noticia de la muerte de otro de los grandes escritores argentinos.
Andrés Rivera tenía 88 años y su estado de salud se había deteriorado en los últimos tiempos, luego de una intervención quirúrgica. Su nombre era Marcos Ribak Schatz, pero con su seudónimo firmó varias obras clave de la literatura argentina, como “La revolución es un sueño eterno” y “El farmer”.
Hijo de inmigrantes polacos y ucranianos, nació en Villa Crespo. Se crió en una familia obrera y él mismo lo fue, en una fábrica textil. Su padre, Moisés, militante comunista, fue dirigente gremial textil.
"Con más de 30 libros publicados, Andrés Rivera hizo hablar, como nadie lo había hecho antes, a los trabajadores del conurbano, a los despojados de todo. Su obra atraviesa su propia biografía de obrero, sindicalista y militante del Partido Comunista. También es el escritor que dotó de una voz inigualable a Rosas, Castelli y el “Manco” Paz. El género nouvelle lo convirtió en un especialista de la condensación, la síntesis, el hueso de cada historia. El autor de 'La revolución es un sueño eterno' publicó su último libro en 2011 y dijo: 'Mucha producción, mucha, ya está bien”, sostuvo Miguel Russo en una crónica publicada en Revista Anfibia.
En Santa Fe
Ambos autores coincidieron en Santa Fe en 2006, en el marco del 2° Argentino de Literatura, organizado por la Universidad Nacional del Litoral. Rivera brindó una charla el 28 de junio de ese año; mientras que Laiseca participó, el día 30, en un panel que estuvo dedicado a la narración oral (bajo el título “La palabra como espectáculo”) junto a Sergio Martínez y Marcela Sabio, con la coordinación de Adriana Falchini.