Miércoles 4.8.2021
/Última actualización 4:09
Además de escritor y periodista, el mexicano Benito Taibo es un fervoroso promotor de la lectura entre los jóvenes. Hace diez años concibió “Persona normal”, que cuenta la historia de Sebastián, un chico de 12 años que perdió a sus padres en un accidente y se fue a vivir con su tío Paco. Desde entonces, tuvo un encuentro con un enorme felino, consiguió un mapa estelar para un extraterrestre perdido en la Tierra, sobrevivió al embate de un monstruo marino y peleó al lado de los sioux.
PlanetaCon ese texto, Taibo se ganó el beneplácito del público infanto juvenil. De hecho, él mismo reconoce que le cambió la vida. “De repente empezó a leerse masivamente y yo no me lo esperaba. Escribí un libro para agradecer a la literatura todo lo que había hecho por mí. Y para mis amigos, porque las referencias literarias que había plasmado en la novela tenían que ver con esos libros que habían generado educación sentimental en mi grupo y en mi rango de edad. De repente me di cuenta que la literatura traspasa las generaciones y las fronteras. Y me convertí en una especie de pequeño rockstar entre los adolescentes. Sigo sin creerlo”, comentó en una entrevista concedida a este medio.
Este año decidió reeditar el libro, pero con un giro que lo carga de nuevos significados, consistente varios capítulos nuevos que encuentran a los personajes enfrentando la pandemia de Covid19 desde la literatura. Decisión que encuentra sustento en la certeza del escritor de que los jóvenes son los que peor la han pasado en este contexto. “Estaban en sus marcas, listos, fuera, en la puerta de sus casas para salir a dar su primer beso o ir su primera fiesta y de repente los metimos en casa durante un año y medio y les dijimos: ‘si sales te mueres’. Gracias a la literatura, que estaba ahí, pudieron sobrellevar el encierro”, remarcó.
De la heladera a la pandemia
-¿Cómo fue reencontrarse con los personajes de la novela diez años después y en un contexto tan convulsionado? ¿Qué cambió en vos y que en ellos a la hora de ponerlos nuevamente al ruedo?
-Es muy curioso. Seguramente yo cambié, conforme fue cambiando el mundo. Pero los personajes mantenían su frescura inicial. Es como si los hubiera metido en una nevera y los hubiera sacado para ver cómo se comportan en estos tiempos. Siempre digo que los escritores somos una suerte de pequeños dioses que jugamos al titiritero con los personajes. Los hacemos sufrir desdichas indecibles o, por el contrario, tener maravillosas vidas. Pero también hay un duende, una magia o un realismo ultra mágico que hace que a pesar de que te alineas con el personaje, lo haces de una manera, sabes como se mueve y se viste, como respondería ante situaciones extraordinarias, él hace lo que quiere. Es como si tuviera una especie de pequeño libre albedrío brindado por Doña Literatura que no se lo puede quitar el que escribe. Entonces, es curioso porque en el libro operaron como operarían en otras circunstancias. Trasladados en tiempo y espacio a la pandemia, pero manteniendo su sistema de creencias y sus formas de enfrentar el mundo.
Gentileza del autorFoto: Gentileza del autor
Espadas contra la grisura
-Planteás algo interesante, esto de afrontar la pandemia de la mano de la literatura. De alguna manera es lo que le pasó a muchas personas, encontraron un refugio allí.
-Si. Y contra toda creencia de los cínicos, que dicen que la literatura es sólo una forma de evasión, considero que puede serlo si así lo quieres hacer y así lo quieres ver, pero también estoy convencido de que en la literatura se encuentran las armas para enfrentar a los monstruos de la realidad. Por lo tanto, te da pautas, caminos, atajos, maneras, espadas para combatir la grisura de nuestros días. La cotidianeidad que nos aplasta, la pandemia que nos encierra. Gracias a ellas abrimos ventanas desde nuestra cabeza. Hay una amalgama entre las dos cosas. En los malos momentos que sufrió la humanidad siempre estuvo la literatura como una suerte de bálsamo. Para mostrar que, pese a todo, seguía habiendo belleza.
Planeta-¿Es un desafío extra escribir para el público juvenil, tan expuesto a estímulos que provienen de las pantallas?
-Los chicos muchas veces toman literalmente tus palabras. Te vuelves una especie de mini profeta. Entonces hay que tener un montón de cuidados. No escribo cartillas morales ni libros de autoayuda, a pesar de que siempre digo que todos los libros son de autoayuda excepto aquellos que dicen ‘autoayuda’ en sus portadas. Esos son un acto de absoluto cinismo.
-Señalaste que los libros en papel y los digitales “van a convivir el resto de la historia juntos”. ¿Qué influencias tiene y tendrá esta convivencia en los hábitos de lectura?
-Hasta donde sé, el libro digital significa solo el 3 por ciento de la venta de libros. No sé si con la pandemia estas estadísticas se han transformado. Es que entre los chicos, el libro se convirtió en un objeto de culto, como fue para nuestros ancestros. Quieren tener el libro físicamente. Una chica de 14 años me dijo una vez: “Compré el libro porque no quería que me firmaran la tablet”.